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Partidas inmortales IV: Adolf Anderssen vs. Jean Dufresne (Berlín, 1852). “La siempreviva”
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Álvaro Van den Brule

Arte, ciencia y magia

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Partidas inmortales IV: Adolf Anderssen vs. Jean Dufresne (Berlín, 1852). “La siempreviva”

En el siglo I de nuestra era, tres legiones romanas dirigidas por Varo fueron derrotadas por los germanos en la batalla del bosque de Teutoburgo. La habitual

Foto: Partidas inmortales IV: Adolf Anderssen vs. Jean Dufresne (Berlín, 1852). “La siempreviva”
Partidas inmortales IV: Adolf Anderssen vs. Jean Dufresne (Berlín, 1852). “La siempreviva”

En el siglo I de nuestra era, tres legiones romanas dirigidas por Varo fueron derrotadas por los germanos en la batalla del bosque de Teutoburgo. La habitual estrategia de las legiones romanas de imponerse en campo abierto había fallado estrepitosamente, pues al parecer a sus disciplinados legionarios les había dado por recoger setas en un tupido bosque que casualmente estaba plagado, en vez de suculentos boletus, de germanos bastante alterados, que entre salchicha y salchicha, se merendaron a unos cuantos miles de invasores.

Para cuando nuestro protagonista de esta semana, el talentoso gentleman Adolf Anderssen, estaba a punto de abordar la que probablemente sería una de las mas hermosas partidas de la historia del ajedrez, aquellos germanos ya habían superado la indigestión de tanto romano despistado y el futuro canciller Bismarck ya estaba tramando un Reich de corte autoritario tutelado por Prusia.

Era la época del Grunderzeit o los años fundacionales de lo que sería posteriormente el embrión de La Gran Alemania. El crecimiento industrial, económico y militar fue impresionante. En paralelo, el sistema dominante buscó denodadamente silenciar a los pensadores del momento. Schopenhauer y Nietzsche resistieron heroicamente.

En este contexto y con estos antecedentes se produjo en Berlín esta obra de arte. El contendiente de Adolf Anderssen no era manco. Jean Dufresne nació el 14 de febrero de 1829 en Berlín y dejó su cuerpo el 13 abril 1893 en la misma ciudad que le vió nacer. Este jugador –novelista profesional y ocasional biógrafo– ya le había dado algún susto muy puntual a Anderssen. Pero el día en que se produjo esta maravilla estética del arte–ciencia, se adivina que no tenia el dial bien sintonizado.

Adolf Anderssen era esencialmente un buscador de belleza para el que primaba la exploración de sus límites. En ningún caso se puede decir que fuera un conservador ante los grandes retos a pesar de su sólida formación posicional.

En el torneo de Londres, organizado por Howard Stauton, éste invitó al alemán a costes pagados dada su precariedad económica. Ganó el primer torneo mundial no oficioso sin ser considerado favorito. Pero, mientras se sucedía el mismo, invitó a su amigo Lionel Kieserizsky en un pub aledaño a una partida informal que le hizo pasar a la historia. Esta famosa partida, legado indiscutible de belleza, pasó a llamarse La Inmortal.

Adolf Anderssen vs. Jean Dufresne (Berlín, 1852). “La siempreviva”. Gambito Evans.

En el siglo I de nuestra era, tres legiones romanas dirigidas por Varo fueron derrotadas por los germanos en la batalla del bosque de Teutoburgo. La habitual estrategia de las legiones romanas de imponerse en campo abierto había fallado estrepitosamente, pues al parecer a sus disciplinados legionarios les había dado por recoger setas en un tupido bosque que casualmente estaba plagado, en vez de suculentos boletus, de germanos bastante alterados, que entre salchicha y salchicha, se merendaron a unos cuantos miles de invasores.