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La mujer famosa a la que todo el mundo odia
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Héctor G. Barnés

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Héctor G. Barnés

La mujer famosa a la que todo el mundo odia

Como bien señalaba en Salon la periodista Elissa Schappell, los dos Globos de Oro obtenidos por la principal responsable de la serie de televisión Girls fueron

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La mujer famosa a la que todo el mundo odia

Como bien señalaba en Salon la periodista Elissa Schappell, los dos Globos de Oro obtenidos por la principal responsable de la serie de televisión Girls fueron recibidos, cuanto menos, con “poco entusiasmo”. Lo cierto es que, sin buscarse enemigos de manera premeditada, la joven actriz y realizadora Lena Dunham ha conseguido ser el centro de un gran número de críticas, la mayor parte de ellas, malintencionadas. La última, la que la enfrentó con el célebre locutor de radio Howard Stern, que llegó a afirmar sobre la actriz que no se trataba más que de “una gordita que se parece a Jonah Hill [protagonista de Supersalidos] y que no hace nada más que quitarse la ropa continuamente”. A lo que el lenguaraz periodista de Sirius XM añadió que verla desnuda con tanta asiduidad se parecía “a una violación”.

Dunham solucionó la polémica con Stern señalando '¡me ha dicho que no estoy gorda ni nada!'Aunque las heridas se hayan cerrado tras una visita de Dunham al programa de Stern, en la que firmaron la paz e incluso llegaron a bromear sobre el tema –“¡me ha dicho que no estoy ‘ni gorda ni nada’”, afirmaba la actriz–, es cierto que la joven no suele despertar grandes simpatías. De hecho, es uno de esos personajes que casi nunca son percibidos en un término medio, sino que suelen granjearse el odio o el amor absolutos del público y otras personas del mundo del espectáculo.

Pecado capital: ¿la envidia?

Lo que no se puede negar es que gran parte del odio que la actriz ha recibido es similar a aquel del que han sido objeto todos aquellos que en un momento u otro han ascendido rápidamente a la fama. Después de debutar en el largometraje con Tiny Furniture (2010), Dunham consiguió que la HBO emitiese Girls, una de las grandes sorpresas de la televisión del último año, y que le ha permitido convertirse en una de las estrellas más importantes de la pequeña pantalla, eso sí, de unas características muy diferentes a lo que estamos acostumbrados a ver. Vamos, no es que Dunham sea precisamente un sex symbol.

La noticia publicada a finales del pasado año de que, tras una disputada subasta, Dunham recibirá por su primer libro uno de los adelantos más cuantiosos de la historia por parte de Random House-Mondadori (en concreto, unos 3,5 millones de dólares) a cambio de Not That Kind of Girl: A Young Woman Tells You What She’s Learned, que así se llama el libro, seguramente haya influido en un alto grado. Precisamente, que Dunham no sea “ese tipo de chica” es, como decíamos, una de las razones por las que quizá reciba más odio del que cabalmente le correspondería.

Pecado capital: el descaro

La actitud de Dunham tampoco encaja con los prototipos habituales del mainstream, ya que ni es lo suficientemente amable como para llevarse una cariñosa palmadita en la espalda por parte de sus admiradores, ni lo suficientemente loca como para ser considerada una excéntrica celebridad que dé color a la televisión americana (a lo Charlie Sheen). En ese sentido, su vídeo de apoyo a Barack Obama, además de servir para ganarse la enemistad de unos cuantos republicanos, es una muestra perfecta de la frivolidad que tanto molesta a sus detractores. En él, establecía un paralelismo entre votar por primera vez en unas elecciones y perder la virginidad, lo que fue considerado por la cadena Fox News como “poco apropiado y grosero”. Sin embargo, la polifacética actriz quiso aclarar en su cuenta de Twitter que “a pesar de que el vídeo parezca ligero, en realidad el mensaje es serio”.

Tiene el mismo cuerpo que verías si te mirases a un espejoTodo esto queda en nada comparado con la frase por la que se recordará para siempre a Dunham, al menos, hasta que suelte otra semejante: “Quizá podría ser la voz de mi generación… o una voz de una generación”, que puso en boca del personaje principal de Girls, Hannah, durante el primer capítulo de la serie. Una frase que muchos han sacado puesto de contexto para señalar la presuntuosidad de la actriz, pero que, justo al revés de lo ocurrido con el anuncio pro-Obama, su autora no consideraba más que una broma. “La idea de que Hannah pudiese hablar por todo el mundo me pareció tan divertida que el hecho de que alguien se lo tomase de manera seria me pareció también hilarante”, señalaba en una entrevista con Willa Paskin.

Schappell sugiere en su artículo que quizá el hecho de provenir de una familia de artistas que le han allanado el terreno pueda tener mucho que ver con la imagen que tiene entre alguna gente, y que le acusa de nepotismo, pero como bien añade el periodista, si bien es algo ha perjudicado a otros personajes como Sofia Coppola, en la mayor parte de casos (Michael y Kirk Douglas, Martin y Charlie Sheen) se trata de un factor casi irrelevante. Además, la familia Dunham no es lo suficientemente influyente como para enfatizar su importancia en su rápido ascenso en la escalera de la fama. Pocos lectores españoles sabrán a quién nos referimos si hablamos de su padre, Carroll Dunham, pintor pop, o incluso de su madre, Laurie Simmons, una de las fotógrafas neoyorquinas más importantes de la última década.

Una mujer que no es un objeto

En el discurso que pronunció tras recibir uno de los dos Globos de Oro la pasada semana, Dunham pareció reconocer implícitamente uno de los problemas a los que había tenido que enfrentarse a lo largo de su vida. “Este premio está dedicado a cada mujer que ha sentido que no existía un espacio para ella”, anunció en el escenario del Beverly Hilton Internacional Ballroom. “Esta serie me ha conseguido mi propio espacio”. Los anteriores factores expuestos, unidos a su sexo y juventud, probablemente no hayan ayudado a Dunham a caer simpática en un mundo dominado por las mujeres florero.

Volviendo a la raíz del problema, es cierto que las curvas de la Dunham seguramente no tengan nada que hacer frente a las de Sofía Vergara, su principal adversaria en la pasada ceremonia de los Globos de Oro, nominada por su papel en Modern Family. Una bloguera de The Independent, Nat Guest, apuntaba en dicha dirección al escribir esta última semana que “tiene el mismo cuerpo que seguramente verías si te mirases a un espejo”. Como indicaba esta escritora, quizá el único pecado de Dunham sea “no poseer la clase de físico que estamos acostumbrados a ver en la televisión y en los medios de comunicación”.

Como bien señalaba en Salon la periodista Elissa Schappell, los dos Globos de Oro obtenidos por la principal responsable de la serie de televisión Girls fueron recibidos, cuanto menos, con “poco entusiasmo”. Lo cierto es que, sin buscarse enemigos de manera premeditada, la joven actriz y realizadora Lena Dunham ha conseguido ser el centro de un gran número de críticas, la mayor parte de ellas, malintencionadas. La última, la que la enfrentó con el célebre locutor de radio Howard Stern, que llegó a afirmar sobre la actriz que no se trataba más que de “una gordita que se parece a Jonah Hill [protagonista de Supersalidos] y que no hace nada más que quitarse la ropa continuamente”. A lo que el lenguaraz periodista de Sirius XM añadió que verla desnuda con tanta asiduidad se parecía “a una violación”.