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Los enormes beneficios de la lectura
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Rocío Mayoral

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Los enormes beneficios de la lectura

“No, mamá. No me mandes a leer. Déjame ver la tele, porfa”. Es muy probable que muchos padres hayan oído frases similares. ¿Cedieron? Estas líneas van

“No, mamá. No me mandes a leer. Déjame ver la tele, porfa”. Es muy probable que muchos padres hayan oído frases similares. ¿Cedieron? Estas líneas van dirigidas a los que lo hicieron. También a los que no leen por falta de tiempo. Pero sobre todo, a aquellos que desde la escuela, la familia y otras instituciones luchan porque niños y adultos no dejemos de leer. La labor que realizan es encomiable. Gracias.

Y es que hoy sabemos que la lectura tiene efectos muy beneficiosos en el ser humano. Afecta al ánimo, al desarrollo cognitivo… e incluso al cerebro. Saber lo que perdemos cuando renunciamos a ella es hoy un objeto de análisis más que obligado. Es una pena que tengamos que abordar este tema, porque hubo un día en el ser humano dio un paso más allá de lo imaginable. Logró transformar el lenguaje oral en símbolos. Y durante generaciones la palabra escrita nos permitió aprender y disfrutar del tiempo libre. Entonces había poca competencia.

Pero hoy todo ha cambiado. La lectura cuenta con muchas amenazas. Las nuevas tecnologías han revolucionado el ocio y sobre todo el acceso al conocimiento. Y qué no decir del tiempo; Ni siquiera los niños disponen de él: extraescolares, deberes, baño, cena… A pesar de todo, los datos sobre los hábitos lectores de los españoles, no son del todo malos. O ¿tal vez sí? Según último informe de la Federación de Gremios y Editores de España poco más de la mitad de la población española suele leer en su tiempo libre.

Actividad cerebral

Los datos de los niños parecen más positivos. El sector editorial infantil es el único que muestra crecimiento. Pero algunos estudios invitan a la precaución. Se empieza a informar que al final de la primaria muchos niños comienzan a abandonar la lectura como forma de ocio. Por eso, es necesario recordar que la lectura es una actividad privilegiada. Eso es al menos lo que concluyen cada vez más estudios. Repasaremos sólo algunos de los más relevantes.

Es de destacar el realizado en 2009 por Nicole Speer en el Laboratorio de Cognición Dinámica de la Universidad de Washington. Trató de explicar qué sucede en el cerebro de aquellos que leen y entienden lo que leen. Y demostró algo sorprendente. Las historias y emociones recreadas a través de la lectura producen actividad en muchas zonas del cerebro. ¡Las áreas que se activan al leer son las mismas que se activarían si las experiencias se hubiesen vivido en realidad! El entrenamiento de funciones también sería el mismo. Esto explicaría por qué la literatura genera beneficios en tantos ámbitos.

Beneficios de la lectura

Lo que siempre hemos tenido claro es que esta afición genera profundo bienestar anímico. Especialistas como el psicólogo inglés Keith Oatley van más allá. Defienden que la lectura puede modificar el carácter y las emociones e incluso, la personalidad. Estudió los hábitos de casi un centenar de personas y los efectos sobre su estado emocional. Concluyó que los que leen asiduamente captan mejor las emociones y las hacer suyas con facilidad. Algunos, de forma estable. Ante nosotros se abre un campo muy interesante, pero es necesaria más investigación.

Algunas de ellas apuntan hacia una estrecha relación entre la competencia lectora y el rendimiento académico. Destaca la realizada por Dawn Betts, del Centro de Servicios Educativos de Clermont, Ohio, que llegó a esta conclusión tras trabajar con muestras de estudiantes muy amplias. Otros estudios concluyen que los lectores habituales poseen mejor desarrollo de capacidades como abstracción y concentración. Tienden a presentar mayor imaginación y capacidad creativa; muestran mejor vocabulario y capacidades de tipo verbal. Interpretan mejor contenidos y emociones, hacen mejores inferencias, mejor valoración crítica, etc.

Y por si todo esto fuese poco, recientemente a través de estudios como el de Joe Verghese, profesor en la Universidad Yeshiva, New York, en el que se hizo seguimiento de 470 ancianos durante veinte años, han demostrado que la lectura incrementa las conexiones nerviosas en numerosas zonas del cerebro. No solo eso, además esta actividad se ha mostrado muy beneficiosa para retrasar o compensar el deterioro cognitivo que genera la edad.

Más argumentos que nunca

Sobran las palabras. Es realmente apasionante que una sola actividad ejerza efectos tan positivos sobre el bienestar anímico, el desarrollo cognitivo e incluso, sobre la actividad cerebral. Claro que aún necesitamos más investigación. Pero seamos sinceros. La mayoría no accederá a estos estudios. Así que los que en su tiempo de ocio decidan leer, seguirán haciéndolo fundamentalmente por placer. Pero ¿Qué más da? ¿No es ese el principal fin de la lectura?

Pero los que los conocemos, debemos tenerlo claro. Hoy más que nunca, contamos con argumentos más que poderosos para insistir en la necesidad de fomentar la lectura. Sobre todo entre los más pequeños. Y más cuando sabemos que en breve muchos acaban renunciando a ese placer.

Esta semana, mientras escribía este artículo un joven a quien no le gusta nada leer me dijo: “Si, pero aunque el libro esté muy bien yo prefiero ver la película”. Le respondí: “El cine es estupendo, pero no sabes lo que te pierdes". “Lo dudo”, me contestó.

Querido Juan (me invento el nombre), te dedico estas palabras. Aparecen en el libro en el que se basa tu película favorita: “Tendido en el suelo, con ese fúnebre tambor golpeando en su interior, sintió que lo invadía el pánico. ¿Dolería morir? Sabía que todo había terminado. Estos pensamientos le golpeaban”. Es que creo que en la peli (Harry Potter y las Reliquias de la Muerte) no aparecen los pensamientos del protagonista. A lo mejor te interesan.

“No, mamá. No me mandes a leer. Déjame ver la tele, porfa”. Es muy probable que muchos padres hayan oído frases similares. ¿Cedieron? Estas líneas van dirigidas a los que lo hicieron. También a los que no leen por falta de tiempo. Pero sobre todo, a aquellos que desde la escuela, la familia y otras instituciones luchan porque niños y adultos no dejemos de leer. La labor que realizan es encomiable. Gracias.