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Julia Fontana o el talento de la juventud española obligada a marcharse
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José Antonio Zarzalejos

Empecemos por los principios

Por
J. A. Zarzalejos

Julia Fontana o el talento de la juventud española obligada a marcharse

Se llama Julia Fontana, es barcelonesa y tiene 28 años. Podría ser la suya una historia más de una joven que tiene que salir de España

Foto: Julia Fontana o el talento de la juventud española obligada a marcharse
Julia Fontana o el talento de la juventud española obligada a marcharse

Se llama Julia Fontana, es barcelonesa y tiene 28 años. Podría ser la suya una historia más de una joven que tiene que salir de España para buscarse la vida que aquí no encuentra. Pero el caso de Julia es algo distinto. Está en Hollywood porque hasta allí la ha arrastrado un empeño vocacional, un propósito creativo y una aspiración de excelencia. Julia trabaja en la productora Participant Media, la factoría en la que se han elaborado las grandes películas de estos últimos años: desde la reciente Lincoln hasta la inolvidable, y también oscarizada Criadas y señoras, pasando por Buenas noches y buena suerte y la apasionante Syriana. El camino para llegar a las entrañas de esta productora ha sido largo e intenso.

Julia Fontana se licenció en Comunicación Audiovisual en la Pompeu Fabra de Barcelona con premio extraordinario fin de carrera, desarrolló sus primeras habilidades en España pero, de la mano de su marido –dedicado a lo mismo–, decidió pegar el salto. Él, con una beca de La Caixa (de las más prestigiadas en España) y ella, sin afán de emulación pero con la misma resolución, logró, ya en Estados Unidos, una beca Fullbright con la que se trasladó a Los Ángeles para hacer un máster en producción y guión de cine y TV en la Universidad de California. No sólo lo culminó con éxito, sino también con premio. Seleccionada entre los cuatro mejores alumnos, obtuvo el galardón Marketplace.

El historial de Julia es impresionante porque parece no caber tanta actividad en tan poca edad. Ahora quiere echar el ancla allí y, desde La Panda, una productora joven en la que también participa, tender un puente entre Hollywood, España y América Latina. Si quisiéramos ejemplificar un relato de emprendimiento, el de Julia sería casi modélico. Si deseásemos medir la excelencia de una buena parte de la juventud española, Julia resultaría una referencia y si reflexionásemos sobre la excelencia de la formación en España, Julia igualmente podría darnos una determinada medida. Los ingredientes de su todavía precoz carrera –me lo cuenta con una sencillez sin impostura alguna– consisten en el aprendizaje desde la niñez del idioma inglés y su práctica constante; luego, en una inmersión total en la universidad y más tarde, con ese bagaje, el arrojo personal de cruzar el charco y “hacer prácticas y más prácticas”, merecer una beca, “servir cafés, hacer fotocopias, no caérseme los anillos por nada ni por nadie” y, al fin, casi tocar el éxito de permanecer en los Estados Unidos y cuajar una carrera ya en ciernes.

Su trabajo es una llave que abre los mercados emergentes que hablan y viven en español

La historia de Julia es así de corta y así de excepcional. Y nos remite a cómo el talento de la juventud de nuestro país se está desplazando, se escapa ante la indiferencia garbancera de esta sociedad replegada sobre sí misma en tanto los extranjeros detectan y reconocen el mérito, el esfuerzo y la profesionalidad. Nos lo acaba de demostrar el pasado día 8 de marzo la ministra de educación alemana, Annette Schavan, que, con ocasión de la visita a Berlín del ministro José Ignacio Wert, lanzó una auténtica OPA a los jóvenes españoles: vénganse aquí los cualificados, que tenemos sitio para ellos.

Julia está en la meca del cine. Como es políglota –castellano, catalán, inglés, francés e italiano– su trabajo es una llave que abre los mercados emergentes que hablan y viven en español. Esos que las industrias culturales españolas –machacadas a impuestos, sin ayudas públicas, con mermada consideración, atacadas por la piratería en la red y sin generar los debidos derechos de la propiedad intelectual– están perdiendo (o no están ganando) su chance en detrimento, además, de la economía general de España, que avanza impulsada por sectores que comienzan a presentar obsolescencia. La cultura en todas sus vertientes, la creación (la literatura, el cine, la música, el teatro), es el futuro. Ese territorio en donde una española, Julia Fontana, con sólo veintiocho años, se ha instalado. En buena compañía: en la de los Oscar, emblema de una excelencia y de un negocio que ofrece prosperidad e ilusión.

Se llama Julia Fontana, es barcelonesa y tiene 28 años. Podría ser la suya una historia más de una joven que tiene que salir de España para buscarse la vida que aquí no encuentra. Pero el caso de Julia es algo distinto. Está en Hollywood porque hasta allí la ha arrastrado un empeño vocacional, un propósito creativo y una aspiración de excelencia. Julia trabaja en la productora Participant Media, la factoría en la que se han elaborado las grandes películas de estos últimos años: desde la reciente Lincoln hasta la inolvidable, y también oscarizada Criadas y señoras, pasando por Buenas noches y buena suerte y la apasionante Syriana. El camino para llegar a las entrañas de esta productora ha sido largo e intenso.