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Un romance de los años 40 acaba en matrimonio en 2013
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Marta Jiménez Serrano

Empecemos por los principios

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Marta Jiménez Serrano

Un romance de los años 40 acaba en matrimonio en 2013

Bob y Bernie, de 89 y 87 años respectivamente, han contraído matrimonio este mes de julio. El amor surgio en los años 40, pero la vida les separó

Foto: El amor de Bob y Bernie ha desafiado al tiempo y la distancia. (Corbis)
El amor de Bob y Bernie ha desafiado al tiempo y la distancia. (Corbis)

Mucho nos quejamos de que las historias de amor de la gran pantalla rezuman un romanticismo tan idílico como irreal. “Culpo a Disney de mis altas expectativas en cuanto a los hombres”, reza una frase que pulula con éxito en las redes sociales. En efecto, parece que la historia del guapo que se tropieza con la guapa, le derrama el café sobre su vestido de flores y, ya que está y tiene un rato, la rescata de su monótona existencia, es demasiado onírica. Pero a veces la realidad supera la ficción.

Bob Humphries y Bernie Bluett, de 89 y 87 años respectivamente, han contraído matrimonio este mes de julio, tras años separados y sin mantener el contacto. Pero empecemos por el principio.

Bob y Bernie se conocieron durante las vacaciones de verano. La familia de él veraneaba en un pueblo llamado Appledore, en North Devon, donde vivía la familia de ella. Bluett ha admitido, coqueta, que tonteaba con él cuando se conocieron –en ese duro trance entre la niñez y la adolescencia–, pero su visión de él cambió radicalmente el verano que apareció con 18 años después de haberse alistado en el ejército. “Cuando le vi entonces yo tenía 17 años y él 18, era un guapo soldado vestido de caqui y mis hormonas se volvieron locas. Pensé que me iba a casar con ese hombre algún día”, confiesa Bernie.

Los impedimentos

Ni Romeo y Julieta hallaron tantas trabas, aunque su historia de amor acabó mucho peor que esta. Los enamorados tuvieron que separarse debido al estallido de la Segunda Guerra Mundial. Bernie se mudó a South Wales para unirse a la Women’s Royal Air Force, donde trabajó como enfermera. Bob se enroló en el Tercer Escuadrón real de Paracaidismo de Ingenieros, en Yorkshire. La pareja perdió el contacto (esto con Facebook no pasa).

El marido de Bernie murió hace once años y, poco antes de que falleciese también la mujer de Bob, la pareja retomó el contacto

Como en la mejor tragedia literaria, también en esta historia hubo malos. Bob le envió innumerables cartas de amor, una de las cuales incluía una propuesta de matrimonio. Pero los padres de ella, que se oponían a la unión, interceptaron todas y cada una de las epístolas, acabando así con el romance.

Ella se casó con Roy Bluett, un piloto al que había tratado como enfermera militar, y se fue a Nueva Zelanda a empezar una nueva vida. Él, por su parte, contrajo matrimonio y se trasladó a Somerset. El marido de Bernie murió hace once años y, poco antes de que falleciese también la mujer de Bob, la pareja retomó el contacto.

El reencuentro

Quien ejerció de Celestina fue la hija de ella, que buscó a Bob en internet y encontró un artículo de un periódico local que hablaba de su vida.

Sólo ha habido dos mujeres en mi vida. Bernie fue la primera, y ahora será la última

Tras retomar el intercambio epistolar, como en las mejores historias de la literatura, Bob le propuso matrimonio de nuevo, incitando a Bernie a que se mudase a Pawlett, en Somerset, y dejase Nueva Zelanda. La octogenaria enamorada ha declarado: “Cuando le volví a ver, vi a aquel joven soldado. Los dos somos jóvenes de espíritu”.

La pareja ha contraído matrimonio rodeados de familiares y amigos: tienen, entre los dos, diez nietos y cinco bisnietos. Bob no duda en expresar sus sentimientos. “En los años cuarenta estábamos muy enamorados. Es la clase de amor que no se olvida” comenta, y termina añadiendo: “Sólo ha habido dos mujeres en mi vida. Bernie fue la primera, y ahora será la última”.

Según Bernie, lo importante es que se conocieran hace tanto tiempo, encuentro que tuvo que dejar alguna clase de huella. “Y las circunstancias nos han hecho volver a encontrarnos. El amor se ha tomado su tiempo”, dice la novia, que termina añadiendo, con humor e ironía. “¡Aunque puedo aseguraros que no tendremos ningún hijo!”

Mucho nos quejamos de que las historias de amor de la gran pantalla rezuman un romanticismo tan idílico como irreal. “Culpo a Disney de mis altas expectativas en cuanto a los hombres”, reza una frase que pulula con éxito en las redes sociales. En efecto, parece que la historia del guapo que se tropieza con la guapa, le derrama el café sobre su vestido de flores y, ya que está y tiene un rato, la rescata de su monótona existencia, es demasiado onírica. Pero a veces la realidad supera la ficción.

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