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Miguel Ayuso

Empecemos por los principios

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Miguel Ayuso

365 días vendiendo limonada contra la esclavitud infantil

Vivienne Harr, una niña californiana de tan sólo nueve años, lleva un año vendiendo limonada tras quedar impactada por una imagen de niños esclavos

Foto: La pequeña Vivienne Harr en su puesto de limonada. (Makeastand.com)
La pequeña Vivienne Harr en su puesto de limonada. (Makeastand.com)

Vivienne Harr, una niña californiana de tan sólo nueve años, quedó impactada tras ver un libro de la fotoperiodista Lisa Kristine sobre la esclavitud infantil. Tras ver una imagen de dos niños nepaleses con rocas gigantes atadas a sus frentes, Vivienne se mostró decidida a hacer algo para poner fin a su sufrimiento. “¿Quizás podría vender limonada?”, preguntó a sus padres. Ha pasado más de un año desde entonces. En junio de 2012 Vivienne comenzó a vender el popular refresco en la acera de su casa, y no dejó de hacerlo un solo día hasta este verano. Lleva recaudados 101.320 dólares que ha donado a una ONG que lucha contra la esclavitud infantil. Ahora su familia ha decidido profesionalizar el proyecto de la hija.

Vivienne ha dicho adiós a su puesto porque, a partir de este verano, su padre comenzará a vender la limonada, orgánica, de comercio justo y pasteurizada en 70 pequeños establecimientos de productos ecológicos de California y Oregón. La limonada embotellada podrá ser adquirida, respetando la filosofía del puesto infantil, por el precio que establezca el comprador en las tiendas y en un portal web. “Le digo a la gente que dé lo que le dicten sus corazones”, ha explicado la niña en la cadena NBC.

La compañía de los padres de Vivienne es una de los primeras que parecen estar funcionando con la premisa del 'paga lo que quieras'

No es el primer negocio que se abre bajo la premisa del “paga lo que quieras” pero Ayelet Gneezy y Leif Nelson, dos profesores de la escuela de negocios de la Universidad de California en Berkley han mostrado su sorpresa al ver cómo la compañía dirigida por los padres de Vivienne es una de los primeras que parecen estar funcionando con esta premisa. Por lo general, este tipo de iniciativas han facasado, ya que muchos consumidores se sienten incómodos al tener que fijar un precio. Los profesores han comprobado que los clientes que adquieren el producto suelen dar un precio superior al que correspondería, pero son poco numerosos.

La limonada de Vivienne, sin embargo, parece estar funcionado. En una semana, uno de los primeros comerciantes que empezaron a vender la limonada logró colocar 40 de las 100 cajas de 12 botellas que tenía en stock. Los clientes pagaron entre 20 y 50 dólares por cada una, un precio superior al que se marca como recomendado. Además, ni un solo cliente abusó del “paga lo que quieras” llevándose la limonada tras dejar un penique.

Una inversión de 800.000 dólares

La intención del padre de Vivienne, que ha dejado su anterior empresa para ser el CEO de Make a Stand Lemon-Aid, la compañía que comercializa la limonada, es dividir los beneficios de su venta en dos mitades. Una irá a parar directamente a cinco asociaciones humanitarias, la otra servirá para pagar los salarios y los costes de producción. Harr ha obtenido cerca de 800.000 dólares de distintos fondos de inversión para poner en marcha la compañía.

Mientras sus padres trabajan en el lanzamiento de la empresa, Vivienne está viviendo un verano propio de los niños de su edad, jugando con su hermano, sus muñecas y atiborrándose de limonada. “Es baja en azúcar y sabe muy bien”, explicaba a NBCnews. No cabe duda de que hay quien, desde pequeño, tiene talento para los negocios. 

Vivienne Harr, una niña californiana de tan sólo nueve años, quedó impactada tras ver un libro de la fotoperiodista Lisa Kristine sobre la esclavitud infantil. Tras ver una imagen de dos niños nepaleses con rocas gigantes atadas a sus frentes, Vivienne se mostró decidida a hacer algo para poner fin a su sufrimiento. “¿Quizás podría vender limonada?”, preguntó a sus padres. Ha pasado más de un año desde entonces. En junio de 2012 Vivienne comenzó a vender el popular refresco en la acera de su casa, y no dejó de hacerlo un solo día hasta este verano. Lleva recaudados 101.320 dólares que ha donado a una ONG que lucha contra la esclavitud infantil. Ahora su familia ha decidido profesionalizar el proyecto de la hija.

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