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Las lecciones vitales de Usain Bolt: “Para correr rápido, a veces hay que vivir rápido”
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Iván Gil

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Iván Gil

Las lecciones vitales de Usain Bolt: “Para correr rápido, a veces hay que vivir rápido”

“Para correr rápido, a veces hay que vivir rápido”. Esta es la máxima que ha acompañado al plusmarquista mundial Usain Bolt “desde que llegó el dinero”.

Foto: El atleta jamaicano Usain Bolt destapa en su autobiografía las claves del éxito profesional y personal. (EFE)
El atleta jamaicano Usain Bolt destapa en su autobiografía las claves del éxito profesional y personal. (EFE)

“Para correr rápido, a veces hay que vivir rápido”. Esta es la máxima que ha acompañado al plusmarquista mundial Usain Bolt “desde que llegó el dinero”. En ese preciso momento se tomó un tiempo para reflexionar, dice, “sobre quién era yo y sobre lo que tenía que hacer para ganarme la vida”. Su decisión no fue otra que tratar de seguir disfrutando de la vida al máximo y no renegar de aquellas cuestiones que lo hacían feliz. Un carácter que le provocado algunos encontronazos con sus managers porque tratan de decirte lo que debes hacer en todo momento, pues eres una marca comercial”. A la luz de sus triunfos deportivos, sus ingresos por patrocinios y de lo feliz que el jamaicano dice ser, parece que su elección ha sido la correcta.

Las lecciones vitales de Bolt, así como los detalles más íntimos y desconocidos de su vida profesional y personal, han salido ahora a la luz en forma de autobiografía: Faster than Lightning: My Autobiography (HarperCollins). La obra, que aún no ha sido publicada en español, revela en primera persona las claves de su éxito, o lo que es lo mismo, de su personalidad. “Desde las olimpiadas de Pekín dejé de ser un atleta más y me convertí en una marca, que para alimentarla era tan importante la personalidad como la velocidad. Una metedura de pata puede acabar con tu valor de mercado y tus patrocinios potenciales”, explica.

Desde las olimpiadas de Pekín dejé de ser un atleta más y me convertí en una marca

Pese a los riesgos que implica vivir constantemente bajo el foco mediático, añade Bolt, “me di cuenta de que para estar bien tenía que mantener mis costumbres y seguir disfrutando de ellas al máximo, siempre que no hiciese daño a nadie, pues de lo contrario me volvería loco”. El carisma de Bolt y su naturalidad han jugado a su favor. “El público no solo se interesa por mis tiempos, sino que también se pone eufórico por la forma que tengo de celebrar las victorias”. Una suerte de shows que, según reconoce, “adapto a los países en los que corro”. Bolt no hace ascuas a una samba sobre las pistas brasileñas o a enarbolar una bandera italiana en Roma.

Cómo triunfar sin perder la felicidad

“La euforia en las gradas continúa tras rebasar la línea de meta”, y el jovial Bolt se encuentra en su salsa. “Yo sabía que debía mantener al personaje que la gente disfrutó por primera vez en Pekín, que fue lo que más atrajo su atención. A su vez, esas multitudes atraen a los patrocinadores que ven cómo le gusta mi estilo a los fans, con lo que yo también me divierto mucho”. Cuando comenzó a firmar contratos multimillonarios con los patrocinadores, recuerda Bolt, “me reuní con Ricky Simms (su agente) y me dijo que yo ya no era Usain, sino que era la marca comercial Usain Bolt a tiempo completo. Por ello, insistió en que debía ser consciente en todo momento de las consecuencias de mis actos, que podrían afectar a los contratos de patrocinio”.

Si hubiese seguido al pie de la letra todo lo que me decían me hubiese vuelto loco

Los intentos de cortarle las alas fueron muchos y variados, según relata en su autobiografía. “Sabía que ser fotografiado en un restaurante de comida rápida sería algo negativo, así como ser fotografiado en una fiesta, jugar un partido de fútbol con los amigos o cualquier cosa que tuviese que ver con mi estilo de vida anterior. Sin embargo, también había comprobado que muchos deportistas arruinaron su vida profesional y personal, cayendo incluso en el alcohol y las drogas, porque les dijeron lo que debían hacer y lo que no”. Un extremo que el jamaicano quería evitar a toda costa.

“Para mí no tiene sentido seguir un modo de vida totalmente pautado”, pues sabía que así nunca sería feliz. En un principio, recuerda, “me dijeron que no debía montar en moto porque era demasiado peligroso, al igual que jugar al fútbol o al baloncesto con mis amigos o tener relaciones sexuales”. Unas imposiciones que se negó a seguir, aunque tratando de buscar puntos de encuentro “como cambiar la moto por la bici”.

Ahora no se arrepiente de su decisión, y de la lucha con su equipo más cercano para ganar espacios vitales de autonomía. “Si hubiera seguido al pie de la letra todo lo que me decían”, reflexiona el atleta, “mu hubiese vuelto loco y probablemente me sentiría un infeliz con solo ver mi cara en el espejo”. En cambio, optó por seguir su propia fórmula porque “para correr rápido y vivir a lo grande, estaba convencido de que tenía que vivir rápido. Para mí era única forma de mantener la concentración y la motivación”. 

“Para correr rápido, a veces hay que vivir rápido”. Esta es la máxima que ha acompañado al plusmarquista mundial Usain Bolt “desde que llegó el dinero”. En ese preciso momento se tomó un tiempo para reflexionar, dice, “sobre quién era yo y sobre lo que tenía que hacer para ganarme la vida”. Su decisión no fue otra que tratar de seguir disfrutando de la vida al máximo y no renegar de aquellas cuestiones que lo hacían feliz. Un carácter que le provocado algunos encontronazos con sus managers porque tratan de decirte lo que debes hacer en todo momento, pues eres una marca comercial”. A la luz de sus triunfos deportivos, sus ingresos por patrocinios y de lo feliz que el jamaicano dice ser, parece que su elección ha sido la correcta.