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"Sé bien que lo importante no es el dinero": un divorcio de 400 millones de euros
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Iván Gil

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Iván Gil

"Sé bien que lo importante no es el dinero": un divorcio de 400 millones de euros

Duncan Bannatyne, un popular multilmillonario británico, ha vivido un doloroso proceso de divorcio que lo ha dejado endeudado. Ahora lo cuenta todo

Foto: Tras divorciarse, Duncan Bannatyne defiende que lo más importante para ser feliz no es el dinero.
Tras divorciarse, Duncan Bannatyne defiende que lo más importante para ser feliz no es el dinero.

El dinero da la felicidad durante un tiempo, pero luego, de repente, te la quita por completo convirtiendo tu vida en un infierno. Al menos, esto es lo que le ha pasado al multimillonario y mediático empresario británico Duncan Bannatyne, según reconoce en su autobiografía Riding the Storm (Random House). En un arrebato de sinceridad, el magnate no ahorra en confesiones íntimas para explicar cómo su fortuna, o más bien la codicia que despertó en su segunda esposa, lo sumió en una fuerte depresión hasta el punto de intentar suicidarse.

“La forma de gestionar el dinero provocaba muchas diferencias entre Joanne (McCue) y yo. A mí me gusta gastar dinero en mis seres queridos, pero esto no significa que disfrute desperdiciándolo. En cambio, Joanne era una compradora impulsiva y si veía cualquier cosa que le gustase no dudaba en comprarla inmediatamente, lo que disparó nuestros gastos. Por eso, cuando recibí su solicitud de divorcio sabía que me iba a salir muy caro; que vendría a por mi dinero”, admite el empresario en un adelanto del libro, que se publicará el próximo 26 de septiembre. Su premonición no estaba equivocaba: el divorcio le costó cerca de 400 millones de euros, casi toda su fortuna. Sin embargo, “el daño psicológico fue mucho mayor que el económico”.

El que fue el empresario con la cadena de gimnasios más grande del Reino Unido, una actividad empresarial a la que sumaba otros prósperos negocios inmobiliarios, hosteleros o de medios de comunicación, vio cómo su feliz y opulenta vida se desmoronó en apenas unos segundos. El tiempo en el que tardó en leer un mensaje telefónico en el que su esposa le informaba que había solicitado el divorcio. “Yo estaba profundamente enamorado de ella y lo último que podía pensar era que tuviese la intención de separarse de mí. Si hubiese sido infiel o me hubiese portado mal con ella lo entendería, pero no tenía ni idea de que estaba tramando nuestro divorcio. Tampoco podía creer que no me lo dijese en persona”, lamenta el empresario.

“Ahora soy consciente de que lo más importante no es el dinero”

En aquel momento, que sigue recordando con dolor a pesar de que ya han transcurrido tres años, Bannatyne se refugió en el alcohol, lo que contribuyó a aumentar su depresión. Uno de esos días en los que se pasaba toda la noche bebiendo solo en su casa de Londres se acercó a un puente sobre las vías del tren con la intención de suicidarse. Una idea que ya había merodeado muchas veces sobre su cabeza, como prueban los comentarios que en su día escribió en Twitter.

Yo estaba profundamente enamorado de ella y lo último que podía pensar era que tuviese la intención de separarse de mí

Cuando estaba a punto de arrojarse a las vías, recuerda, pensó en lo injusto que sería para sus hijos dejarlos solos, sin apenas herencia y con la creencia de que su padre era un cobarde. Tenía que salir adelante, no tanto por él como por sus hijos, y ninguna forma mejor de hacerlo que recuperando el juvenil espíritu de lucha que lo hizo pasar de ser un “humilde trabajador” a amasar una de las mayores fortunas del Reino Unido.

“Me propuse volver al trabajo para hacer prosperar mis negocios y dejarles una buena herencia a los míos. En realidad, eso me ayudó a salir adelante, pero también me di cuenta de que el divorcio estaba reduciendo toda mi vida a números, y odiaba que fuese así. Ahora soy consciente que lo más importante no es la cantidad de dinero que pueda darles a mis hijos, sino estar con ellos”, según asegura en Riding the Storm (capeando el temporal).

“Pasarlo tan mal me ha enseñado a valorar lo afortunado que soy”

Poco a poco Bannatyne comenzó a reconstruir su vida. Una tarea que no fue fácil, reconoce, porque el proceso judicial con su exesposa contribuía a despertarle los fantasmas del divorcio. Después de 20 meses, los transcurridos desde que recibió la solicitud de divorcio hasta que se resolvió judicialmente, el empresario pudo pasar página. Ahora dice apreciar la vida como nunca antes y tener más determinación que nunca para comerse el mundo. “Estos dos años en los que lo he pasado tan mal me han enseñado a valorar todo lo afortunado que soy. Tengo 64 años y nunca había tenido tanta vitalidad ni una determinación tan fuerte para volver a alcanzar el éxito”.

Sus amigos más cercanos y, sobre todo, sus hijos que “siempre han estado ahí apoyándome en los momentos más difíciles”. Los retos empresariales siempre fueron para Bannatyne la gasolina de su vida. Mejorar su situación económica actual, con una deuda estimada en 150 millones de euros, es quizá uno de los mayores retos a los que ha tenido que enfrentarse. Sin embargo, rendirse ya no forma parte de su vocabulario, y su cabeza está “llena de ideas para adaptar mis negocios y mi vida a esta nueva realidad financiera”, asegura.

El dinero da la felicidad durante un tiempo, pero luego, de repente, te la quita por completo convirtiendo tu vida en un infierno. Al menos, esto es lo que le ha pasado al multimillonario y mediático empresario británico Duncan Bannatyne, según reconoce en su autobiografía Riding the Storm (Random House). En un arrebato de sinceridad, el magnate no ahorra en confesiones íntimas para explicar cómo su fortuna, o más bien la codicia que despertó en su segunda esposa, lo sumió en una fuerte depresión hasta el punto de intentar suicidarse.

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