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El vestido extremo y la modelo desnuda: cómo ser despedida por tu cuerpo
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Héctor G. Barnés

Empecemos por los principios

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Héctor G. Barnés

El vestido extremo y la modelo desnuda: cómo ser despedida por tu cuerpo

Resulta sorprendente que una sociedad en la que vivimos constantemente bombardeados por imágenes sugerentes seamos aún tan conservadores

Foto: Cristy Nicole Deweese, posando para Playboy. (YouTube)
Cristy Nicole Deweese, posando para Playboy. (YouTube)

Resulta sorprendente que en una sociedad en la que vivimos constantemente bombardeados por imágenes sugerentes o eróticas, en la que se explotan hasta la sociedad los encantos de los cuerpos femeninos, se siga haciendo gala de un pensamiento conservador por el cual las mujeres que se han servido de su apariencia en su carrera profesional han sido mancilladas para siempre. Y no todas, claro: únicamente aquellas que han enseñado un poco más de lo que debían.

Dos recientes historias han mostrado cómo haber posado para una publicación erótica, o salir un poco más ligera de ropa de lo que se debería, puede convertirse en un estigma del que es imposible librarse, incluso cuando se está haciendo un trabajo correcto. La mujer del César no sólo debe ser honrada, sino también parecerlo, afirma el dicho.

¿Un mal ejemplo para los niños?

El primer caso es el de una profesora de español de 21 años llamada Cristy Nicole Deweese, empleada del Townview Magnet en Dallas. Los padres descubrieron la pasada semana que había posado desnuda para la publicación Playboy, ya que sus fotos todavía pueden verse en la red, y muchos de ellos han pedido el despido de la profesora. De hecho, en uno de los vídeos subidos por la revista se podía ver a Deweese reconociendo que uno de sus sueños era convertirse en profesora de español.

¿Acaso la pueden mirar sus estudiantes de 16 y 17 años sin verla desnuda?

La grabación tiene apenas tres años de antigüedad, por lo que Cristy Nicole (su nombre artístico eliminaba el apellido) apenas acababa de cumplir la mayoría de edad. Entre las fotografías que se pueden ver de ella se encuentran imágenes en las que aparece completamente desnuda de frente, disfrazada de conejita, llevando lencería y manteniendo relaciones sexuales con otra mujer.

Un padre manifestó al Dallas Morning News que aunque su pasado no interfería con su papel de profesora, sí lo hacía con la manera en que los alumnas la veían. Otro se preguntaba “¿acaso la pueden mirar sus estudiantes de 16 y 17 años sin verla desnuda? Y en lo que respecta a las chicas, ¿es alguien que puedan respetar como educadora, alguien a quien puedan imitar?”

En un pasado, la participación de Deweese en esta clase de revistas habría pasado desapercibida, salvo en caso de casualidad máxima. Sin embargo, hoy en día, gracias a internet, lo más probable es que el pasado termine saliendo a la luz. Por ahora, el colegio simplemente ha manifestado que se trata de un “asunto personal” en el que no va a entrar.

Los límites del escote

La segunda historia se ha producido en Turquía, un país en el que el 99% de sus habitantes son musulmanes, una religión que propugna que las mujeres han de portar una ropa modesta que no revele su figura ante ojos extraños.

Por eso, la aparición de la presentadora Gozde Kansu con un escote que le llegaba hasta el ombligo ha terminado con su carrera en el programa de televisión Veliaht. En este caso, las críticas no han sido realizadas por el público, sino por las altas instancias políticas. Más concretamente, por el portavoz del conservador Partido de la Justicia y el Desarrollo (el AKP, por sus siglas en turco) en el poder, que ha calificado la aparición como “inaceptable”, según informa France 24.

El partido turco en el poder ha calificado la vestimenta como 'inaceptable'

La productora del programa afirmó en un primer momento que Kansu quizá no estaría disponible para futuros programas debido a su apretada agenda, pero posteriormente confirmó su marcha definitiva. Hüseyin Çelik, portavoz del AKP, dijo que el vestido era “extremo” y añadió que “nosotros no intervenimos en contra de nadie, pero esto es demasiado”. En un tweet posterior, señaló que no había “nombrado ningún programa ni persona”, y que había sido la cadena la que había “dado nombres”.

Estas dos historias dan pie a una profunda reflexión sobre los límites de la privacidad y la responsabilidad personal. ¿Si alguien realiza bien su trabajo, influye en ello que en un pasado se haya fotografiado desnuda? ¿No es responsabilidad de los padres evitar el acceso a determinadas páginas de sus hijos? ¿Si una cadena de televisión te empuja a llevar prendas provocativas, es únicamente responsabilidad de la presentadora? ¿Puede un partido político señalar lo que se puede y lo que no se puede llevar? Lo que está claro, tanto en un caso como en otro, es que las señaladas y culpabilizadas han sido las dos mujeres, las auténticas víctimas en estos episodios.

Resulta sorprendente que en una sociedad en la que vivimos constantemente bombardeados por imágenes sugerentes o eróticas, en la que se explotan hasta la sociedad los encantos de los cuerpos femeninos, se siga haciendo gala de un pensamiento conservador por el cual las mujeres que se han servido de su apariencia en su carrera profesional han sido mancilladas para siempre. Y no todas, claro: únicamente aquellas que han enseñado un poco más de lo que debían.

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