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Carlos Matallanas

Mi batalla contra la ELA

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El sistema digestivo y la alimentación, en el punto de mira

Cada vez más investigadores intuyen que ahí se encontrarán respuestas muy importantes para enfermedades graves sin tratamiento, como es la ELA

Foto: Ilustración: Jesús Learte Álvarez.
Ilustración: Jesús Learte Álvarez.

Esta semana no vamos a concretar demasiado, simplemente apuntaré un tema para que sirva de reflexión inicial. Ha de ser así puesto que, de momento, la ciencia no es capaz de profundizar mucho más. Pero los indicios que se van conociendo en los últimos tiempos no paran de poner al sistema digestivo y a la alimentación en el punto de mira. Cada vez más investigadores intuyen que ahí se encontrarán respuestas muy importantes para enfermedades graves sin tratamiento, como es la ELA.

No cesan de aparecer estudios que evidencian el papel fundamental que juega en nuestra salud la microbiota, que es el conjunto de microorganismos, entre ellos bacterias, que habitan en nuestros intestinos y que son fundamentales en la digestión. La conexión entre un desequilibrio de este sistema con los problemas de salud es cada vez más clara. Ahora bien, se está muy lejos todavía de poder conocer en qué medida y qué tipo de bacterias faltan, superpueblan o actúan incorrectamente de tal manera que llegan a desencadenar o ser colaboradoras de una patología compleja. De hecho, falta por conocer al detalle la gran mayoría de la composición de la microbiota.

Es de gran complejidad, pero cada vez parece más probable que muchas patologías sin relación aparente puedan ser explicadas a través de la microbiota

Eso no quita para detectar anomalías ahí y vincularlas a evidentes problemas de salud, de lo más diverso. Hace unos días, en la revista 'Science', se publicaba el último gran estudio al respecto, que confirma de nuevo la citada vinculación y, además, relaciona la utilización de algunos medicamentos de uso común como causa de la pérdida de diversidad microbiana, lo que sería foco de enfermedades. En distintos laboratorios, no solo se están buscando relaciones con ELA, alzhéimer o párkinson, también en otras patologías tan diversas como diabetes o la enfermedad por VIH.

Es un paso más en la investigación que en los últimos años se hace teniendo como objetivo descifrar esas conexiones que aún a la ciencia se le escapan. El sistema digestivo es nuestra puerta de contacto con el exterior, y no solo sirve para aportarnos los nutrientes necesarios para subsistir, sino que además tiene otras relaciones de gran importancia con el resto del organismo, sin ir más lejos, con el sistema inmunológico.

Alimentarse con responsabilidad

De momento, no hay que alarmarse ni dar por sentadas ideas que son todavía líneas de investigación. Desde esta modesta tribuna, trato de explicar a grandes rasgos lo que voy entendiendo del tema en cuestión. Es de gran complejidad y llevará años de investigación, pero cada vez parece más probable que muchas patologías sin relación aparente con los intestinos puedan ser explicadas y tratadas a través de la microbiota. Y, cómo no, la alimentación juega aquí un papel protagonista.

Hay que tener cuidado en este punto, porque existen demasiados mitos o creencias acerca de la dieta. Como siempre, el respaldo científico marca el rigor de una afirmación que alabe o tumbe las características de un alimento o una costumbre alimenticia. No vale todo y hay mucho gurú que puede ser hasta peligroso para la salud.

No se trata de erradicar todos los placeres, sino simplemente usar para nuestro bien la gran gastronomía que por suerte tenemos a mano

Si bien también es cierto que una tarea muy complicada es cambiar hábitos que ya sabemos que son perjudiciales y que, además, cuestan millones de euros a la sanidad pública. Las cifras crecientes de obesidad infantil son alarmantes, y es foco de problemas de salud graves y muy caros para las arcas del Estado. Hay que combatirla desde la educación, enseñando a alimentarse con responsabilidad hacia la vida de uno mismo. No se trata de erradicar todos los placeres, sino simplemente usar para nuestro bien la gran gastronomía que por suerte tenemos a mano en este país.

Quizá si en algún futuro próximo se llega a poder detectar de antemano el riesgo a sufrir una enfermedad tan grave como la mía, y para evitarla haya que llevar una dieta restrictiva o precisa toda la vida, la gente sí sea más consciente y acate la prescripción médica sin rechistar. Esto de momento es ciencia ficción, pero en el riesgo cardiovascular es ya una evidencia, por ejemplo, y los médicos no paran de sorprenderse de la falta de comprensión y colaboración que encuentran entre demasiados afectados.

Cosas que no deben tomarse a broma

Es un tema peliagudo, porque afecta a las costumbres. Hace unos meses, asistimos a una burla generalizada en muchos sectores de la opinión pública después de que la OMS alertara de que el consumo de carne procesada aumentaba el riesgo de cáncer. Más allá de si la campaña para anunciar el estudio fue más o menos acertada, lo increíble es la osadía del ciudadano de a pie para cuestionar sin miramientos el trabajo de una institución científica de esa altura.

También cuando empezó a conocerse lo peligroso que era el tabaco, seguro que se alzaron voces afirmando: “¡Cómo va a ser malo si se lleva fumando toda la vida!”. Ahora ya a nadie le queda ninguna duda, pero, mientras, ha tenido que haber un proceso científico que confirme esos peligros, y después una labor de concienciación social que llega a nuestros días. Pues cuando aún no era oficial que el tabaco mataba, seguro que los médicos más avanzados, ante los primeros indicios y estudios, empezaron a recomendar dejar de fumar. No porque supieran que no fumar sanaba, sino porque ya podían aventurar que así no se empeoraba la situación. Fueron estudios sucesivos los que acabaron dándoles la razón a su olfato y a los indicios iniciales.

Cuando aún no era oficial que el tabaco mataba, seguro que los médicos más avanzados empezaron a recomendar dejar de fumar

Pues, salvando todas las distancias, en ese proceso de incertidumbre nos encontramos respecto al sistema digestivo, la alimentación y las enfermedades graves. Conviene tener cuidado y no dejarse llevar por el primero al que se le enciende la bombilla. Pero eso no quita para que, en base a lo que ya se va sabiendo, haya expertos sanitarios al tanto de estas novedades, con las que dan recomendaciones innovadoras o empiezan a fijarse en las tripas del paciente.

PD: antes de acabar, haré un comentario respecto a mi último 'post'. Ya esperaba que iba a levantar polémica, pero no tengo nada que añadir para responder a quienes piensan diferente que yo. El texto era claro y libres somos de tener opiniones enfrentadas. Ahora bien, sí deseo contestar a aquellos, no muchos, que me afearon que usara esta tribuna para hablar de actualidad política. Por los comentarios y mensajes, entiendo que la mayoría de estos son afectados de ELA que en cierta medida se han visto defraudados por mi posicionamiento en asuntos así. Lo único que puedo decirles es que me siento obligado a darle esa profundidad a este blog.

La pregunta que, con diferencia, más me han hecho desde que estoy enfermo es cómo puedo afrontar con cierta entereza una situación tan devastadora. Pues no suelo pararme a dar detalles, porque entiendo que la respuesta es compleja e intransferible, consecuencia de cómo uno sea y viniese siendo a lo largo de su vida. Sin embargo, a quienes quieran saber por qué enfoco mi enfermedad de esta manera, un artículo como el de hace dos semanas le puede dar muchas respuestas parciales. Uno ve la enfermedad y la muerte de la misma manera que ve la vida. Por eso entiendo que mis puntos de vista sobre temas como esos son muy pertinentes en esta 'Mi batalla contra la ELA'.

*Si desea colaborar en la lucha contra la ELA, puede hacerlo en la web del Proyecto MinE, una iniciativa para apoyar la investigación que parte de los propios enfermos.

Esta semana no vamos a concretar demasiado, simplemente apuntaré un tema para que sirva de reflexión inicial. Ha de ser así puesto que, de momento, la ciencia no es capaz de profundizar mucho más. Pero los indicios que se van conociendo en los últimos tiempos no paran de poner al sistema digestivo y a la alimentación en el punto de mira. Cada vez más investigadores intuyen que ahí se encontrarán respuestas muy importantes para enfermedades graves sin tratamiento, como es la ELA.

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