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¿Expatriado en plena crisis? ¡Menuda suerte!
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Sonia Franco

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Sonia Franco

¿Expatriado en plena crisis? ¡Menuda suerte!

Jaime es afortunado. Tiene 26 años y lleva tres trabajando en una empresa de consultoría informática. Sus jefes están contentos y él está a gusto. Tiene

Jaime es afortunado. Tiene 26 años y lleva tres trabajando en una empresa de consultoría informática. Sus jefes están contentos y él está a gusto. Tiene novia, estudiante universitaria, y planea irse a vivir con ella después del verano. Pero ahora ha surgido lo que él denomina un “contratiempo”: su empresa abre delegación en Sudáfrica y quiere que sea uno de los cinco empleados que trabaje en la oficina de Johannesburgo.

—El problema es que no me garantizan un puesto mejor, ni siquiera el que tengo ahora, a mi vuelta. Y no le ofrecen nada a mi novia. Creo que lo voy a rechazar.

¿¿¿¿Quéeeeeee????

Ya A.C. (Antes de la Crisis), que tu empresa te propusiese ocupar un puesto de trabajo en el extranjero era una buena noticia: solía significar que confía en ti, que prevé que tu carrera en la empresa sea larga y que está dispuesta a invertir en ti, y que va a ofrecerte mejores condiciones de las que percibes en casa por el simple hecho de tener que trasladarte al extranjero. De ahí que el perfil medio del profesional expatriado sea, según un reciente estudio de Ernst & Young y el IESE, un varón de 37 años, licenciado o postgraduado que domina el inglés, y que lleva entre cinco y nueve años en la compañía. O sea, pata negra.

Pero EPC (En Plena Crisis) es aún una mejor noticia: que tu compañía decida expatriarte significa que, al menos en los próximos dos o tres años, no vas a estar entre los despedidos. ¿Que no tiene un sitio para ti a la vuelta? Bueno. A lo mejor, en tres años tampoco hay un lugar para el CEO. Quizás la empresa ni exista. ¿Que no te ofrece magníficas condiciones para tu mujer e hijos? Seguramente tampoco te las ofrece aquí y sois vosotros los que tenéis que buscaros la vida. ¿Que no te doblan el sueldo? Con la que está cayendo casi hay que conformarse con que no te lo bajen.

Las ventajas de trabajar en el extranjero

Pero esto no son más que menudencias. Las ventajas que tiene ser expatriado son innumerables. Para empezar, trabajar y vivir en un país extranjero abre la mente, proporciona visión global y te enriquece personal y profesionalmente de maneras que nunca te imaginarías en tu país de origen. Esa visión global y capacidad de adaptación son cada vez más valoradas por otras empresas a la hora de fichar nuevos profesionales, con lo cual mejora la empleabilidad. Pero lo mejor es la cantidad de cosas que se aprenden (a nivel personal y profesional), las experiencias que se viven y lo mucho que se crece. Creedme, sé de lo que hablo: viví tres años en Nueva York expatriada por una empresa española y no recuerdo mejor etapa laboral. ¡Ah! Se me olvidaba una gran ventaja: el jefe se queda en casa.

Hay más opciones que antes por la creciente internacionalización de nuestras empresasPor todo ello, creo que Jaime no debería rechazar el puesto en Johannesburgo bajo ningún concepto. Y de lo que verdaderamente debería preocuparse, además de que el proyecto sea interesante, es de recibir las ayudas básicas para que su estancia en el país de destino sea razonablemente cómoda. Y estas son un trato razonable para la fiscalidad de los ingresos (siempre existen diferentes posibilidades según el país, y la empresa debería informar para que el empleado pueda elegir), ayuda para la mudanza y el pago del alquiler, y un buen seguro de salud. Lo demás no es indispensable.

Sobre todo, teniendo en cuenta cómo está cambiando la figura del expatriado EPC. Si antes se trataba de un alto directivo con perspectivas de estancia a largo plazo, ahora se destina al extranjero a profesionales más técnicos y –esta es la mala noticia- con menos apoyo económico por parte de la empresa.

La buena noticia es que hay más opciones que antes, no sólo por el tipo de puesto, sino también por la creciente internacionalización de nuestras empresas. Así que mi consejo para los Jaimes de hoy en día es que dejen de pensar como sus padres. Lo más probable es que ni puedan plantearse lo de tener un trabajo para toda la vida en la misma empresa, el mismo sector, la misma ciudad o el mismo país. Así que es mejor que espabilen. De lo contrario, DC (Después de la Crisis) estarán perdidos.

Jaime es afortunado. Tiene 26 años y lleva tres trabajando en una empresa de consultoría informática. Sus jefes están contentos y él está a gusto. Tiene novia, estudiante universitaria, y planea irse a vivir con ella después del verano. Pero ahora ha surgido lo que él denomina un “contratiempo”: su empresa abre delegación en Sudáfrica y quiere que sea uno de los cinco empleados que trabaje en la oficina de Johannesburgo.