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Los expatriados son felices en España, pero nos ponen verdes
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Sonia Franco

Pase sin Llamar

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Sonia Franco

Los expatriados son felices en España, pero nos ponen verdes

Soy una ávida lectora de prensa extranjera desde hace muchos años, pero desde hace unos pocos me revuelve las tripas el modo en que nos tratan

Soy una ávida lectora de prensa extranjera desde hace muchos años, pero desde hace unos pocos me revuelve las tripas el modo en que nos tratan algunos medios, sobre todo anglosajones. Desde que se abrió la veda y España dejó de pertenecer al selecto club de la primera velocidad mundial, los titulares desprestigiándonos o demostrando lástima por nuestra situación se suceden a la velocidad de la luz. Por eso, rescato con agrado un  artículo del Daily Telegraph: ‘España es el destino más feliz para los expatriados’.

Basado en un estudio del banco Lloyds TSB International en el que se pide a mil británicos que viven en los diez destinos más populares que juzguen sus viviendas, resulta que el 75,9% de los que habitan en España afirma ser más feliz de lo que lo era en Reino Unido. Nuestro país se sitúa en el puesto más alto del ránking frente a otros que, como Nueva Zelanda, salen con más puntos en oportunidades financieras o calidad de vida. ¿Por qué?

­­–Vivir en una tierra de arena y sol, vino barato y siestas pone sonrisas en muchas caras.

–Su estilo de vida al aire libre, valores familiares tradicionales y optimismo hace que sea un país fácil.

–Las personas se cuidan unas a otras y realmente viven el momento.

–Los extranjeros parecen seguir valorando las cosas que nosotros olvidamos hace mucho tiempo.

La lectura del artículo me deja un sabor agridulce. Ahí están todos los tópicos (sol, vino y siesta) que tanto nos cuesta superar y que tan poco ayudan a la Marca España. Pero también están todas esas cosas por las que somos famosos (optimismo, gusto por las cosas pequeñas, saber vivir) que parece que estamos perdiendo a medida que se alarga la crisis.

Aún confusa, llamo a mi amigo John, empresario inglés afincado en España desde hace más de diez años, y le pregunto por su opinión.

–“Yo sigo siendo muy feliz aquí. Pero encuentro que los españoles estáis demasiado pesimistas, así que prefiero salir con mis amigos ingleses. Y apenas leo la prensa, porque es alarmista y  deprimente”.

¡Vaya! Así que para ser feliz como expatriado en España hay que rodearse de otros extranjeros y evitar leer sobre lo que está pasando…

–“No sólo eso” –prosigue John– “También hay que olvidarse de la burocracia, de la corrupción, del estilo autoritario de las empresas, del nepotismo a la hora de hacer negocios, de la picaresca de la gente… Pero mi balance es bueno. Muchos días salgo del trabajo despotricando, pero cuando llego a casa ya se me ha olvidado”.

O sea, que a pesar de todos los esfuerzos de los últimos años, España no ha conseguido superar su imagen de toda la vida. Ya se vio con las famosas palabras de aquel embajador estadounidense en un foro de la OCDE: “España sólo vale para el flamenco y el vino tinto”.La palabra España es tabú. Todos nuestros esfuerzos se centran en convencer de que no vamos a poner un duro en el país en los próximos años

¿Cómo salir de este atolladero? Lo primero, decidiendo nosotros mismos cómo queremos ser percibidos como país, sin dejar que sean otros, como la prensa anglosajona o los políticos extranjeros en campaña (de Sarkozy y Monti a Romney y Obama), los que moldeen nuestra imagen. Desde la Administración se han puesto en marcha iniciativas interesantes, sí, pero nos sigue faltando definición: debemos decidir de una vez qué modelo productivo queremos para el futuro, creérnoslo a pies juntillas y pelear por él.

Mientras tanto, hay algo más que nuestros líderes empresariales pueden hacer. Entender que no basta con reunirse en Madrid, hacer grandilocuentes declaraciones de intenciones o encargar estupendos informes sobre el valor de la Marca España. Cuando se sale ahí fuera a vender nuestras empresas, no ayuda que los que las dirigen se alejen todo lo que pueden de aquello que huele a España. Hace poco me lo reconocía un ejecutivo de los habituales en road shows con inversores extranjeros:

–“La palabra 'España' es tabú. Todos nuestros esfuerzos se centran en convencer de que no vamos a poner un duro en el país en los próximos años. De lo contrario, los mercados te penalizan de inmediato”.

Así es difícil que levantemos nuestro país. Somos grandes en gastronomía, triunfamos en los deportes, somos líderes en energías renovables… Pero no nos lo acabamos de creer y somos presa fácil para que otros se ceben con nuestras debilidades.Yo sigo siendo muy feliz aquí. Pero encuentro que los españoles estáis demasiado pesimistas, así que prefiero salir con mis amigos ingleses

Como la prensa anglosajona. No estaría mal que, en vez de dedicarse a criticar a España y decirle lo que tiene que hacer, se fijase un poquito más en su propio ombligo: ¿Acaso no tiene Reino Unido la deuda más importante del mundo? El sistema financiero de Estados Unidos y su creación de las hipotecas subprime, ¿no fueron el origen de esta crisis? Ah, claro, de eso también se habla en los periódicos, pero con fina ironía. La mala milk la dejan para España.

Querido John, estoy encantada de que estés tan a gusto en nuestro país y de que te dejes aquí los dineros. Pero lo estaré más cuando dejes de mirarnos por encima del hombro. He dicho.

Soy una ávida lectora de prensa extranjera desde hace muchos años, pero desde hace unos pocos me revuelve las tripas el modo en que nos tratan algunos medios, sobre todo anglosajones. Desde que se abrió la veda y España dejó de pertenecer al selecto club de la primera velocidad mundial, los titulares desprestigiándonos o demostrando lástima por nuestra situación se suceden a la velocidad de la luz. Por eso, rescato con agrado un  artículo del Daily Telegraph: ‘España es el destino más feliz para los expatriados’.