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“Quiero trabajar y me da igual de qué. ¿A qué crees que podría dedicarme?”
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Sonia Franco

Pase sin Llamar

Por
Sonia Franco

“Quiero trabajar y me da igual de qué. ¿A qué crees que podría dedicarme?”

Mi amiga Anita está buscando trabajo. No es que haya perdido el suyo, pero es una de las mil y una corresponsales en el extranjero a

Mi amiga Anita está buscando trabajo. No es que haya perdido el suyo, pero es una de las mil y una corresponsales en el extranjero a las que su empresa ha dejado de pagarle un sueldo fijo, por lo que cobra sólo por cada pieza que coloca.

–Sonia, no me da para vivir–, me escribía la semana pasada. –Así que estoy buscando trabajo. Me da igual que sea en España o en el extranjero. Me da igual que sea o no de periodista. Tú que me conoces bien, ¿a qué crees que me podría dedicar?

¡Uf, qué pregunta más difícil! Anita tiene don de gentes, es muy trabajadora y tiene un fachón. Ha trabajado en todo tipo de cosas, unas con mucho glamour y otras no tanto, y jamás se le han caído los anillos. Se adapta con facilidad a nuevas tareas y nuevos ambientes. Aprende deprisa. No tiene inconveniente en cambiar de ciudad o de país. No le asusta el riesgo y no busca un puesto para toda la vida. Y aún no ha cumplido los 40.

Lo comento con otra amiga, experta en recursos humanos:

–Por lo que me cuentas, Ana no debería tener difícil encontrar un trabajo. Las empresas buscan cada vez más perfiles como el suyo, personas flexibles y versátiles a las que no les asusta cambiar. La especialización ya no es tan importante. Podría desde probar suerte en Comunicación y Relaciones Públicas, a estudiar algo distinto y cambiar radicalmente de tercio. Los departamentos de recursos humanos ya no son lo que eran.

Los departamentos de recursos humanos ya no son lo que eranBueno, eso está bien. Pero me entra la duda. ¿Realmente ha cambiado tanto lo que buscan las empresas? Me lanzo a leer sobre el tema. Efectivamente. Son muchas las compañías que afirman que hoy buscan en sus trabajadores cualidades y actitudes distintas a las de hace unos años. Las que más se repiten son capacidad de aprendizaje (bueno, esto no ha cambiado); conocimientos de las nuevas tecnologías (esto sí); inteligencia emocional (no creo que mi padre sepa lo que es esto); ser rápido en la resolución de problemas (¿cómo se juzgará esto en una entrevista?); iniciativa, tesón, imaginación, creatividad…

Veo que Anita no va mal encaminada. Para facilitarle aún más las cosas, tomo prestado un test de un antiguo suplemento de El Mundo (Su Dinero). Sirve para hacer un diagnóstico de la propia empleabilidad, palabro con el que se define estar en sintonía con las demandas del mundo laboral.

Veamos. Se trata de hacerse a uno mismo una serie de preguntas:

  • Vocación: para empezar, debes preguntarte si tienes una. Lo ideal es que sí, claro, y que tu profesión se relacione con ella. Si no es así, el test recomienda que cambies de oficio. Yo no me atrevería a tanto con la que está cayendo... 
  • Competencia profesional: con ser licenciado no basta. Tampoco el talento es suficiente. Hay que actualizar conocimientos continuamente. En la sociedad del conocimiento en que vivimos, me lo creo. Idoneidad. Es aquello de la mujer del César: no basta con serlo, también hay que parecerlo. Si uno está convencido de que es la persona ideal para un puesto, debe transmitirlo a todas horas, desde la primera entrevista. Sin flaquear. 
  • En forma: esto ya me choca más: ¿hay que ir periódicamente al gimnasio para encontrar trabajo? Por lo visto hay quien opina que ayuda en un mercado laboral tan competitivo como el actual... 
  • Recursos alternativos: ser capaz de pensar fuera de la caja y encontrar soluciones a cualquier problema es de lo más valorado. No me extraña: las organizaciones se encuentran cada vez más con situaciones nuevas, a las que nunca se han enfrentado. No hay nada como convertirse en la persona a la que todo el mundo recurre cuando llega uno de esos momentos. 
  • Don de gentes: la facilidad para el trabajo en equipo, un carácter sociable y afable, dotes de comunicación... Los antipáticos y los autistas han pasado de moda. Me parece bien.

Creo que Anita va a tener fácil superar este test. Lo que no estoy tan segura es de que le sea sencillo cambiar de profesión. Para empezar, necesita un plan de acción: uno no puede presentarse a cualquier oferta de trabajo en cualquier país del mundo. Tiene que centrar el tiro y explorar dentro de sí misma. Quizá partir de una carta a los Reyes Magos (el trabajo ideal), pasando por aquello para lo que cree que está dotada, y finalizar poniendo una línea roja (nunca haría esto por nada del mundo). Y, por supuesto, escuchar a la intuición. Rara vez se equivoca.

¿Mi recomendación? Que emprenda, aunque con cabeza. Vale para ello. Pero que no pierda de vista el Periodismo, su verdadera vocación, porque ya vendrán (espero) tiempos mejores para esta profesión. Ya os contaré si me hace caso…

Mi amiga Anita está buscando trabajo. No es que haya perdido el suyo, pero es una de las mil y una corresponsales en el extranjero a las que su empresa ha dejado de pagarle un sueldo fijo, por lo que cobra sólo por cada pieza que coloca.