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Cuidado con los emails en el trabajo, hay que releerlos cinco veces
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Sonia Franco

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Por
Sonia Franco

Cuidado con los emails en el trabajo, hay que releerlos cinco veces

La semana pasada me contaron una historia que me hizo pensar. Un señor fue despedido de una multinacional por haber enviado un e-mail con palabras malsonantes.

La semana pasada me contaron una historia que me hizo pensar. Un señor fue despedido de una multinacional por haber enviado un e-mail con palabras malsonantes.

–¡Anda ya! ¿En Madrid?–, pregunté, escéptica.

–Que sí, que sí. No se anduvieron con chiquitas.

–La empresa sería extranjera…

–Sí, americana, pero los jefes son españoles.

¡Madre mía! ¡Con lo poco cuidadosos que solemos ser usando el correo electrónico! Seguro que más de uno de vosotros se está acordando de haber criticado al jefe por mail, de haber contestado a una oferta de trabajo desde la oficina o de haber hecho gestiones personales en horario laboral. Sí, os planteasteis hacerlo desde el Gmail o el Hotmail o el Yahoo, pero es un rollo: al fin y al cabo, la blackberry y el iPhone están conectadas a la cuenta corporativa, y así todo es más sencillo. Error, error, error.

Un estudio realizado entre 304 empresas de Estados Unidos refleja que alrededor del 50% ha despedido empleados por mal uso del correo electrónico y el abuso de Internet durante el horario laboral. Un 64% fue despedido por un e-mail que violaba las políticas corporativas, y un 62% por usar lenguaje ofensivo o inapropiado. El 25% de las compañías se ha deshecho de trabajadores por hacer un uso personal excesivo del correo electrónico, y un 22% por haber quebrantado las reglas de confidencialidad.Una de cada dos empresas monitorizan el trabajo de sus empleados

Las empresas se lo toman en serio y monitorizan el comportamiento de sus plantillas. Un 45% aplica seguimiento de contenidos, keystrokes y valoración del tiempo consumido en el teclado. Un 43% almacena y revisa los archivos del ordenador. Un 12% monitoriza blogs para seguir la publicación de contenido sobre la compañía. Y un 10%, las redes sociales.

¡Guau! ¿Y en España? El artículo 18 del Estatuto de los Trabajadores autoriza los registros sobre el empleado, en su taquilla y efectos particulares, pero sólo en determinadas circunstancias (cuando sea necesaria para la protección del patrimonio empresarial y del de los demás trabajadores), y con determinadas condiciones (dentro del centro de trabajo y en horas de trabajo; respetando la dignidad e intimidad del trabajador y con la presencia de algún representante legal de los trabajadores). De facto, parece ser que es habitual que los empresarios se consideren autorizados para intervenir el correo electrónico y los archivos personales de los trabajadores de sus empresas.

No envíes un correo sin antes releerlo tres veces

Una sentencia de noviembre de 2000 del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía da la razón a un trabajador  que denunciaba a un empresario por copiar todos sus correos y ficheros personales porque no se justificó el registro como obliga el artículo 18. Sin embargo, la resolución fue favorable al empresario, argumentando que el ordenador es un instrumento de trabajo propiedad de la empresa que no debe ser utilizado para otros fines distintos a la actividad laboral, por lo que no cabe hablar de documentos personales.

Si uno hace un mal uso del e-mail en el trabajo, deberá atenerse a las consecuencias. Pero ¿qué ocurre si no lo hace conscientemente? Mi amiga Sarah trabajaba en una empresa de publicidad en Nueva York con diez personas a su cargo. Al año de contratarla, su asistente personal la acusó ¡nada menos que de acoso sexual! Sarah, que no es lesbiana pero sí inglesa, con un humor demasiado negro para los estadounidenses, se encontró con que esta señorita había construido todo un caso contra ella desde el minuto uno de su entrada en la empresa. Y e-mails aparentemente inocentes, enviados a una compañera de trabajo por motivos laborales, se convirtieron en posibles pruebas ante un juez.

El caso nunca fue juzgado porque la compañía indemnizó a la asistente personal, que claramente consiguió lo que quería. Sarah decidió dejar la empresa, ya que su reputación había quedado tocada. ¿Su consejo?

–Releer cada e-mail que se manda desde el trabajo hasta tres veces antes de enviarlo. Si es a un jefe, cinco. Si es a un subordinado, siete. Si es personal, olvídalo: no lo mandes.

Visto lo visto, a lo mejor debíamos hacerle caso.

La semana pasada me contaron una historia que me hizo pensar. Un señor fue despedido de una multinacional por haber enviado un e-mail con palabras malsonantes.