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El cambio cultural es posible… con el líder adecuado
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Sonia Franco

Pase sin Llamar

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Sonia Franco

El cambio cultural es posible… con el líder adecuado

Lo primero que pensé al conocer a Mamen hace ya siete años es que era una líder nata. Su energía y su entusiasmo resultaban contagiosos y

Lo primero que pensé al conocer a Mamen hace ya siete años es que era una líder nata. Su energía y su entusiasmo resultaban contagiosos y daban ganas de seguirla al fin del mundo. Mi admiración fue creciendo al ver cómo conciliaba de maravilla su papel de CEO de una gran empresa con su tarea de madre de tres, sin descuidar su faceta como persona y como mujer. Fue un placer trabajar en su equipo.

La semana pasada comí con ella. Hacía dos años que no nos veíamos.

–¡Y qué dos años, Sonia! –me dice.

–Cuenta, cuenta.

Y me contó como un buen día se dio cuenta de que la empresa no iba por el camino adecuado para afrontar los nuevos retos que plantea el mercado y decidió darle la vuelta a la situación. Trazó un plan que incluía grandes cambios y se lo expuso a su equipo directivo. Todos estuvieron de acuerdo en remar en la nueva dirección.

Su actitud extremadamente protectora con el equipo había llevado a los directivos a una situación en que no asumían decisiones individualesPero pasaban los meses y Mamen no percibía verdaderos cambios. En el fondo, todo seguía igual. En vez de culpar a su equipo de no cumplir sus instrucciones, Mamen hizo un enorme esfuerzo de autocrítica: ¿Y si la que estaba fallando era ella? ¿Y si era su estilo de gestión el que impedía el cambio en la organización? Su conclusión fue que, en cierta medida, era así. Su actitud extremadamente protectora con el equipo había llevado a los directivos a una situación en que no asumían decisiones individuales, sino compartidas con ella, lo que frenaba su crecimiento profesional. Y, aunque Mamen funcionaba como equipo con cada uno de los directivos, ellos no se sentían cohesionados entre sí.

–Entendí que la primera que tenía que cambiar era yo –afirma Mamen.

De la noche a la mañana, modificó las estructuras de reporte, promovió las reuniones del equipo a calzón quitado, nombró responsables para nuevos e innovadores proyectos… Y las cosas empezaron a moverse. Con algunas excepciones. Y Mamen vio claro que las personas que no pudiesen adaptarse a la nueva situación tendrían que dejar la empresa.

–Fue una de las decisiones más difíciles y dolorosas de mi vida.

Un paso adelante

Ahora las cosas fluyen de otro modo. Se han cambiado la misión, la visión y los valores para adaptarlos a los nuevos tiempos. La intranet ha dejado de ser un instrumento con el que los de arriba informan a los de abajo para ser una herramienta de comunicación transversal. Mamen propone retos e involucra a toda la organización para conseguirlos. Si un empleado tiene una idea, se debate si se pone o no en marcha. Y si sale adelante, se le informa del estado en que se encuentra el proyecto en cada momento.

Lo que Mamen ha conseguido es un cambio cultural. Ha logrado que los empleados dejen de pensar en vender productos a unos clientes anónimos para sentir que ofrecen experiencias a unos usuarios con cara y ojos que forman parte de una gran comunidad.

El cambio ha dejado de ser una opción para convertirse en el pan nuestro de cada díaElla es consciente de que todavía queda mucho camino por recorrer y de que el éxito de su nueva estrategia aún está por ver. Pero sabe que ahora cuenta con una organización preparada para afrontar el nuevo paradigma corporativo, en el que el cambio ha dejado de ser una opción para convertirse en el pan nuestro de cada día. Y que son las compañías que se adaptan a este nuevo entorno las que tienen más posibilidades de triunfar, las que cuentan en sus filas con trabajadores que no sólo poseen unas habilidades profesionales determinadas, sino una actitud positiva hacia el aprendizaje y que son capaces de adaptarse a las nuevas maneras de hacer las cosas.

Dar un salto cultural semejante en tan poco tiempo y en un país tan resistente al cambio como el nuestro es una labor titánica. Si Mamen no hubiese tenido la humildad suficiente para hacer autocrítica, confianza en su equipo para dejarle opinar y equivocarse, mano de hierro para prescindir del personal no adecuado y el convencimiento de que dejar las cosas tal como estaban no era una opción, nada de esto hubiese pasado. Y la suya sería una empresa más esperando a la deriva a que los acontecimientos se la llevasen por delante. Pero no. Su compañía ha atravesado el rubicón del siglo XX para abrazar de una vez por todas el siglo XXI.

Lo primero que pensé al conocer a Mamen hace ya siete años es que era una líder nata. Su energía y su entusiasmo resultaban contagiosos y daban ganas de seguirla al fin del mundo. Mi admiración fue creciendo al ver cómo conciliaba de maravilla su papel de CEO de una gran empresa con su tarea de madre de tres, sin descuidar su faceta como persona y como mujer. Fue un placer trabajar en su equipo.