Es noticia
Rabietas: ¿cuándo dejan de ser normales y se convierten en un problema?
  1. Alma, Corazón, Vida
  2. Relación Padres e Hijos
Iratxe Sánchez

Relación Padres e Hijos

Por

Rabietas: ¿cuándo dejan de ser normales y se convierten en un problema?

La rabieta se define como una forma de expresión basada en un fuerte ataque de ira que incluye protestas, lloros, e incluso pataletas. Es un tipo

Foto: Rabietas: ¿cuándo dejan de ser normales y se convierten en un problema?
Rabietas: ¿cuándo dejan de ser normales y se convierten en un problema?

La rabieta se define como una forma de expresión basada en un fuerte ataque de ira que incluye protestas, lloros, e incluso pataletas. Es un tipo de reacción característica de niños entre 16 meses y 3 años, aunque a veces pueden mantenerse en el tiempo y darse incluso en la adolescencia.

Ciertos factores como la edad, el nivel de estrés, su estado de salud o su disposición general, así como las reacciones de los padres, también pueden influir para que un niño pueda tener una rabieta. Por otra parte, hay niños cuyas emociones son más intensas y, por tanto, tienden a tener rabietas con más frecuencia. Sea por una causa u otra, sabemos que algo le está pasando a nuestro hijo y debemos atender su necesidad, pudiendo enseñarle otra forma de expresión que consideremos más adecuada.

Los padres sabemos que las rabietas ocasionales se consideran parte del proceso normal de maduración de un niño y se originan por la frustración de nuestros hijos por no poder imponer su voluntad, ya que a esta edad el niño se encuentra atrapado en sus propias contradicciones y tiene que enfrentarse a sus padres para intentar reafirmarse, es algo normal.

Aquí es donde a los padres nos surgen las primeras dudas. ¿Cómo debo reaccionar ante las rabietas? ¿Estoy actuando de forma adecuada? ¿Qué puedo hacer para evitarlas? ¿Debo acudir a un profesional? ¿Cómo abordo estas reacciones para que no se conviertan en un problema de conducta?

Aunque resulte paradójico, nos ayudaría entender las rabietas como signos positivos y expresivos de una personalidad en formación. No obstante, resulta complicado vérselas ante estas situaciones en las que nuestros hijos, a pesar de la inmadurez e impulsividad propias de la edad, intentan comunicarse, imponer sus necesidades, su vitalidad y su desacuerdo como pueden. Por una parte, no debemos ni queremos sofocar la expresividad del niño y por otra, tampoco dejar a nuestro hijo a merced de sus impulsos. Así que: ¿qué hacemos?

Para entender mejor cuáles son las causas de la temida rabieta, podemos hablar de las que están basadas en la frustración y el enfado. Éstas surgen por el enfado de nuestro hijo, sabemos que es normal y que no sabe mostrarlo de otra forma, por lo que tenemos la oportunidad de enseñarle con nuestro ejemplo, además de con palabras, que pueden expresar su enfado de una forma más adecuada. 

También podemos hablar de las rabietas de nuestros hijos basadas en la confusión. Éstas surgen cuando nuestros hijos no se esperan que suceda algo, un cambio o una situación diferente. Por ejemplo, está jugando y tenemos que hacer la compra, así que tiene que dejar de divertirse para vestirse. Ante situaciones como estas podría ayudarnos el avisarle con antelación, de forma progresiva, antes de que se termine la actividad. La estrategia podríamos generalizarla al resto del día, ya que con rutinas establecidas conseguiremos generar en nuestros hijos una mayor confianza y seguridad.

Sabemos que somos el modelo que nuestros hijos siguen y copian, así que tenemos que intentar mantener la calma, ayudándoles a expresar con palabras sus sentimientos y elogiándoles cuando logren dominarse, ya que están aprendiendo. Aunque se equivoquen, es importante que sepan que también pueden hacerlo bien, que estamos ahí para reconocérselo y que nos sentimos orgullosos.

Cuando ponemos límites, a veces dudamos ¿es mejor que le diga que no, o tampoco es tan importante? Poner límites a nuestros hijos es la mejor manera de enseñarles que en la vida las cosas no son siempre aquí y ahora. Es importante que aprendan esta lección para que estén preparados para otras situaciones en las que su voluntad no se hará realidad.

No tengamos miedo a los límites, ya que cuando son claros y coherentes, establecidos desde la firmeza y el afecto, son sanos, sinónimo de amor y contención. Puede ayudarnos ofrecerles alternativas, ya que dándoles a escoger pueden expresar mejor sus deseos. Por ejemplo: ¿prefieres un plátano o una manzana? En definitiva, intentar anticiparnos a las rabietas de nuestros hijos parece la mejor forma de evitarlas.

Además de poder anticiparnos a estas reacciones y de aprender estrategias para afrontarlas de la manera más adecuada, es fundamental que cubramos las necesidades de nuestros hijos, a partir de una base de educación positiva basada en el cariño, la atención, los elogios, etc. Esta es necesaria para un adecuado desarrollo de su personalidad y, por tanto, de la adecuada comprensión y expresión de sus emociones.

De igual modo que tratamos de buscar formas para que nuestros hijos sufran menos rabietas, es importante velar por nosotros mismos. Nos puede ayudar evitar estar demasiado estresados o cansados, dándonos espacio para cuidarnos y cubrir nuestras necesidades, no sólo como padres sino también como personas. Todo el tiempo que invirtamos para nuestro cuidado será positivo para afrontar los problemas de comportamiento de nuestros hijos y, con toda seguridad, nos ayudará a llevar a cabo una educación positiva.

Por último, y no por ello menos importante, poder consultar con un profesional cuando las rabietas se mantienen y no las conseguimos controlar. Puede ser la mejor solución.

Ánimo papás, la vida está para que aprendamos, nos equivoquemos y podamos rectificar. Es justo lo que nuestros pequeños necesitan aprender para cambiar las rabietas por otra conducta. Quiero terminar con una cita que dice: “Trata a un hijo como es y seguirá siendo así, trátalo como puede llegar a ser y se convertirá en lo que puede llegar a ser”. Es necesario que enseñemos a nuestros hijos a descubrir lo valiosos y únicos que son.

La rabieta se define como una forma de expresión basada en un fuerte ataque de ira que incluye protestas, lloros, e incluso pataletas. Es un tipo de reacción característica de niños entre 16 meses y 3 años, aunque a veces pueden mantenerse en el tiempo y darse incluso en la adolescencia.