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Un francés explica el regalo que Podemos ha hecho a Rajoy (y a Albert Rivera)
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Esteban Hernández

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Un francés explica el regalo que Podemos ha hecho a Rajoy (y a Albert Rivera)

Un libro del politólogo francés Gäel Brustier da cuenta de los cambios en el mundo conservador, que no están llegando a España. Aquí somos otra cosa

Foto: Un manifestante en las marchas convocadas en París por Manif Pour Tous. EFE/EPA/ETIENNE LAURENT
Un manifestante en las marchas convocadas en París por Manif Pour Tous. EFE/EPA/ETIENNE LAURENT

El problema a la hora de comprender el éxito de Podemos tiene mucho que ver con la incapacidad de dejar de lado los análisis puramente partidistas, que tienden a obviar los elementos más importantes. Si lo hiciéramos, no sólo se entenderían las dimensiones reales del partido de Pablo Iglesias, sino que se harían evidentes cuáles son las tendencias y las aspiraciones de cambio social que le han impulsado.

Sería conveniente, para quienes quieran aprender algo de la experiencia, que dejen de ver al partido liderado por Pablo Iglesias como un conjunto de discursos tejidos con lugares comunes, algunos temas populares y mucha televisión. Quizá fuera para la derecha mucho más provechoso caer en la cuenta de lo que la experiencia de Podemos significa y de las lecciones que pueden extraer de ella. Es lo que ha hecho con gran acierto, desde ese espacio político, un analista perspicaz como Rafa Rubio, y es lo que le convendría hacer a un partido en el poder que trata de coser los rotos de la corrupción y de demonizar al adversario mucho más que de caer en la cuenta de dónde está y qué le espera.

Entre otras cosas, porque Podemos ha puesto sobre la mesa el enorme cansancio respecto de los dos partidos mayoritarios que vive nuestra sociedad, y que, aun afectando más a los socialistas, está tocando de lleno a unos conservadores que salvan las encuestas por la cocina. Siendo realistas, la mayor baza del partido español de derechas es aprovechar la cuesta abajo del PSOE y recoger todo el temor a que Podemos pueda llegar al poder, que es acuciante en algunos sectores, y no la generación de ilusión o de compromiso entre sus seguidores.

La revolución conservadora

Puede ser interesante, en este sentido, reparar en los movimientos que se están produciendo en Francia. La aparición de un libro como Le Mai 68 conservateur. Que restera-t-il de la Manif Pour Tous ? (Éditions du Cerf), obra del politólogo Gaël Brustier, del Centro de Estudios de la Vida política (Cevipol) de la Universidad de Bruselas, pone sobre la pista de algunos cambios que están aconteciendo en la derecha. Brustier recoge la experiencia de un movimiento cristiano, que se ha convertido en una fuerza callejera importante, Manif pour tous, y que se movilizó especialmente contra el matrimonio homosexual, para señalar cuáles son las nuevas vías de acción.

Brustier cree que se está librando un nuevo combate cultural, y que un 'gramscismo' de derecha, radical y conservador, puede ser muy útil. Sus palabras suenan familiares en la España de 2014, en especial cuando dice que se está librando un combate por la hegemonía cultural. No es raro, pues, que Brustier hable de que el “Podemos es un fenómeno muy interesante” y que está siguiendo con atención lo que ocurre en España. Al fin y al cabo, el partido de Pablo Iglesias surgió de los movimientos sociales y cobró una articulación política consistente, como está intentando que ocurra con Manif Pour Tous. De su seno ha salido una corriente en la UMP, de nombre también bastante conocido por aquí, Sens Commun (Sentido Común), instigada por líderes jóvenes que están intentando dar un giro al dubitativo partido conservador. En abril pasado, el diputado de la UMP, Philippe Gosselin, cuando afirmó ante miembros de Manif Pour Tous que “sólo ahora he podido entender el regalo que la izquierda nos ha hecho”.

La calle pide cambio

Más allá del contenido concreto de sus propuestas, y de la viabilidad de su opción, Brustier ha comprendido que estamos en un momento de cambio que se está llevando a cabo en distintos terrenos, y que no es posible seguir haciendo las mismas cosas que antes. Las formas de relación, las propuestas y los ejes han variado.

Esa necesidad de cambio está siendo percibida por una parte mayoritaria de los españoles. La propuesta de Podemos se articula desde esa variable, la que los visualiza como una opción clara contra las formaciones dominantes. Pero, en el otro lado del espectro político, mucha gente de derechas, particularmente activa desde que se han dado cuenta de que el partido de Pablo Iglesias no se va a desinflar, también desea un cambio, cansada de las actitudes y de las personas que dirigen los grandes partidos.

La derecha política no ha percibido esta sensación social. Siguen anclados en modos antiguos de comunicación y en campañas negativas, porque no se han dado cuenta de que hacen falta nuevas ofertas y de nuevos clivajes para activar a sus electores. Creen, y en cierta medida tienen razón, que la opción del miedo basta, y que muchos de los votantes, puestos a elegir entre el PP y Podemos, apostarán por los primeros. Quizá sea cierto, pero también lo es que será un voto nada convencido, y por tanto, mucho más débil.

Albert Rivera en el horizonte

La calle, también la de la acera derecha, piensa de otra forma. Cada vez más existe la sensación entre sus votantes de que se necesitan nuevas temáticas y nuevos líderes, además de otra comprensión de la sociedad. Muchos votantes del PP están cansados del PP y del PSOE, y sueñan con la llegada de aire fresco. La idea de un partido alejado de la corrupción, que incorpore modernidad y que esté a la altura de los tiempos es una aspiración cada vez mayor en ese estrato político. Es muy poco probable que se produzca, pero no por falta de deseo.

La gran jugada, en ese sentido, debía haber sido la de Albert Rivera, pero ha perdido gran parte de sus opciones, en buena medida por falta de ambición. Si hubiera tenido más arrojo, se habría desarrollado en España hace tiempo, se habría comido a UPyD, y tendría a buena parte de la derecha urbana de su lado. Ahora lo tiene mucho más difícil, porque tiene que recuperar el tiempo perdido y ha de hacerlo en una coyuntura desfavorable. Pero eso no quita para que sea evidente que el PP precisa de un líder como Albert Rivera: necesita nuevas personas, nuevas ideas en comunicación y nuevas perspectivas políticas. Si la derecha hubiera aprendido algo del éxito de Podemos, lo tendría claro.

No lo ha hecho, y sigue anclada en la sorprendente antigüedad de sus actitudes y de sus propuestas, dando señales evidentes de su incapacidad para comprender al adversario, que es su incapacidad para comprender nuestro tiempo. Mejor para Podemos. Algunos han cambiado, otros siguen viviendo del miedo, pero eso funciona sólo durante un rato.

El problema a la hora de comprender el éxito de Podemos tiene mucho que ver con la incapacidad de dejar de lado los análisis puramente partidistas, que tienden a obviar los elementos más importantes. Si lo hiciéramos, no sólo se entenderían las dimensiones reales del partido de Pablo Iglesias, sino que se harían evidentes cuáles son las tendencias y las aspiraciones de cambio social que le han impulsado.

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