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Los dos partidos a los que no les conviene gobernar (y uno de ellos liderará la oposición)
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Esteban Hernández

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Los dos partidos a los que no les conviene gobernar (y uno de ellos liderará la oposición)

Hay dos partidos que necesitan llegar a La Moncloa como sea y otros dos a los que sobre todo les gustaría liderar la oposición. Una tendencia que definirá las negociaciones postelectorales

Foto: Pablo Iglesias y Albert Rivera, dos hombres y un destino. (EFE)
Pablo Iglesias y Albert Rivera, dos hombres y un destino. (EFE)

En lo que se refiere a la formación del Gobierno, la semana está siendo tan sin sustancia como era previsible; otra cosa es que nos entretengamos haciendo juegos políticos con las marionetas, y convirtiendo asuntos secundarios en tremendos, pero en el tema de fondo no hay demasiadas novedades. Quizá lo más relevante hayan sido las declaraciones de Villegas señalando que no ve otra fórmula que un pacto entre PP, PSOE y C's, sea en la combinación que sea, y la cada vez más extendida opinión de que nadie quiere nuevas elecciones, aunque lo mismo terminemos en ellas. Sin embargo, en este despliegue estratégico hay un asunto pendiente, tan importante como la formación que liderará el Gobierno, y que no está concitando la atención que merece. Porque lo que está en juego no es sólo cómo se articularán los pactos que llevarán a unos u otros a la Moncloa, sino que, fruto de ese reparto, también habrá actores políticos que quedarán en mucha mejor situación para perdurar. Y no, no se trata de los líderes que dentro de un año estarán al frente de los partidos, sino de las formaciones mismas.

Un Gobierno PSOE-Podemos sería una espléndida ocasión para el crecimiento de los de Rivera. Es improbable, pero les vendría estupendamente

Aspirando a la oposición

En realidad, hay dos partidos que aspiran a gobernar y otros dos a los que sobre todo les gustaría liderar la oposición. Para Podemos, la situación ideal sería el de un pacto entre los otros tres grandes partidos nacionales, en la combinación que se quiera. Esa coalición prosistema le dejaría como único líder de la oposición, con tiempo para asentarse y crecer de una manera mucho menos atropellada (y menos dependiente de sus múltiples socios) que la que ha tenido hasta ahora. Ese deseo provoca también que sus posiciones negociadoras puedan ser mucho más firmes, dado que formar parte del Gobierno ahora le puede perjudicar mucho más que beneficiar. No es extraño que pida mucho, porque poco tiene que ganar por ese camino. Ignoro si Iglesias cuenta con una voluntad firme de llegar a La Moncloa como vicepresidente, pero el sentido estratégico apunta a que le sería mucho más provechoso liderar la segunda línea, y ya sabemos cómo es Iglesias con la estrategia.

Sin embargo, también a Ciudadanos le resultaría tremendamente práctico ir a la oposición. Rivera podría exhibir sus dotes parlamentarias, contaría con más tiempo y más opciones de desarrollo, especialmente porque sacar de los sillones azules del Parlamento a los populares les resultaría catastrófico a éstos. Un partido con un líder débil, con la corrupción de telón de fondo, con peleas internas por el poder, con muchos de sus cuadros quedándose sin cargos oficiales y con una necesidad urgente de renovación que sería complicada de realizar con el equipo actual, implica una posición de partida mucho más débil que la de Ciudadanos, lo que haría inevitable que parte de sus votantes se fueran con la formación naranja. Los de Rivera tienen una posición interesante en esa pelea: tienen las manos limpias, y dado que se trata de un partido construido desde cero en el que el líder lo es todo, están mucho más cohesionados. Aquí no hay baronías, ni deudas personales que impidan la salida de uno de sus miembros cuando haya sido pillado en algo inconveniente. Un Gobierno PSOE- Podemos sería una espléndida ocasión para el crecimiento de los de Rivera. Es improbable, pero les vendría estupendamente.

De los cuatro grandes partidos, hay dos que a medio plazo serán los dominantes y los otros dos se convertirán en residuales

Los otros dos partidos, los principales, están justo en la situación inversa: su única tabla de salvación, para ellos y más aún para sus líderes, es alcanzar el Gobierno, lo que les proporcionaría el oxígeno necesario para recomponer una situación difícil. Son formaciones que están perdiendo votantes y poder, que están seriamente deterioradas por las prácticas de años anteriores, y donde las tensiones internas se han vuelto habituales. Son partidos a los que el poder les da cohesión y a los que la derrota tiende a quebrar; de hecho, el PSOE aún no ha superado el fracaso de Zapatero, y desde entonces no ha hecho más que ir cayendo en simpatizantes y en presencia social. Es un partido que va hacia abajo. A los populares les ocurre algo muy similar, y a ambos permanecer en el Gobierno les permitiría detener la sangría y, en el caso de que en algún momento se produjera una recuperación económica, capitalizarla frente a sus rivales.

La supervivencia

De modo que las negociaciones también deben ser entendidas en esa clave. Hay gente que necesita mucho más que otra alcanzar el objetivo, lo cual les puede llevar a hacer muchas más concesiones que aquellas que les serían convenientes. Pero, en todo caso, no olvidemos el telón de fondo: además del Gobierno, se están jugando la supervivencia. De los cuatro grandes partidos, hay dos que a medio plazo serán los dominantes y los otros dos se convertirán en residuales, y sus estrategias deberán equilibrarse para compaginar lo urgente con lo importante. Claro que lo normal en el juego político es que todo el mundo se centre en lo inmediato y se olvide del futuro, que suele estar muy lejos, por lo que es probable que acaben haciendo, como tantas otras veces, lo que menos rentable les resulta a medio plazo.

En lo que se refiere a la formación del Gobierno, la semana está siendo tan sin sustancia como era previsible; otra cosa es que nos entretengamos haciendo juegos políticos con las marionetas, y convirtiendo asuntos secundarios en tremendos, pero en el tema de fondo no hay demasiadas novedades. Quizá lo más relevante hayan sido las declaraciones de Villegas señalando que no ve otra fórmula que un pacto entre PP, PSOE y C's, sea en la combinación que sea, y la cada vez más extendida opinión de que nadie quiere nuevas elecciones, aunque lo mismo terminemos en ellas. Sin embargo, en este despliegue estratégico hay un asunto pendiente, tan importante como la formación que liderará el Gobierno, y que no está concitando la atención que merece. Porque lo que está en juego no es sólo cómo se articularán los pactos que llevarán a unos u otros a la Moncloa, sino que, fruto de ese reparto, también habrá actores políticos que quedarán en mucha mejor situación para perdurar. Y no, no se trata de los líderes que dentro de un año estarán al frente de los partidos, sino de las formaciones mismas.

Ciudadanos Moncloa