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¿Dónde quedó el periodismo escrito?
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Gustavo Bravo

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Gustavo Bravo

¿Dónde quedó el periodismo escrito?

Crear información es una de las tareas del periodista pero no la única. Lo es tanto como saber administrarla y contextualizarla para que los lectores sean

Crear información es una de las tareas del periodista pero no la única. Lo es tanto como saber administrarla y contextualizarla para que los lectores sean capaces de asumirla. En días como ayer (en los que la agenda aparece en rojo debido al debate sobre el estado de la Nación), los propios periodistas se ven desbordados. Primero por la información que generan los discursos de los políticos, y luego la que se suma de las interpretaciones de los analistas y la que brindan las agencias.

Con todo ello, se debe construir una portada asumible por un lector cuyo trabajo es muy distinto al nuestro. Sea el que sea, tengan por seguro que no será el de analizar, ordenar, exponer y valorar la actualidad. ¿Por qué se le obliga entonces al lector a hacer todas estas tareas?

Esto, que parece una evidencia de primero de carrera, no lo es tanto. No al menos, en la gran mayoría de los grandes diarios digitales. Que ayer sirva si no de ejemplo. Las portadas se arman con vídeos en directo, extensas crónicas descriptivas en tiempo real, apoyos, noticias relacionadas, la columna derecha para el Twitter, nubes de tags con las palabras más utilizadas por los políticos, titulares cambiantes que se actualizan al minuto… ¿Qué titular has hecho que en diez minutos ya no sirve? ¿Nos hemos vuelto todos locos?

Internet está jugando a hacer Radio, con una velocidad vertiginosa y con una pretensión de actualización que aún queda muy lejos de ser asumible por ambas partes: por la redacción, cuyos recursos humanos difícilmente pueden satisfacerla (y ampliarlos imposibilita  de momento la viabilidad de los medios), y por los lectores, que en su gran mayoría entran dos veces contadas a la web: por la mañana y después de comer.

Los grandes diarios con versión impresa se guardan sus crónicas y sus interpretaciones para el día siguiente, cuando ya no son noticia. Mientras, sus versiones digitales se limitan a la actualización constante, inabarcable e inasumible por nadie. Quizá porque como no hay papel, escribir es gratis. Sinceramente, ¿hay alguien que todavía crea que el lector medio se queda pulsando F5 para ver cómo los periodistas narran lo acontecido durante la toda la mañana?

El periodismo escrito en internet parece que sólo responde ante la velocidad. Y esta máxima arrastra a todos los medios digitales, incluido El Confidencial (aunque poco o nada tenga que ver con ellos), hacia otro gran tópico: "los medios digitales no son serios". Porque vivimos en un mundo en el que nada es lo que es, sino lo que parece. Todos en un saco en el que poco importa más allá de que el periodismo esté hecho al minuto. Con que no tenga faltas de ortografía ya vale. No hay reflexión. No hay detenimiento. Es tan efímero que todo esfuerzo ajeno al tiempo sobra, pues tanto el titular como las palabras que lo desarrollan volarán en segundos, en cuando el viento sople. En cuanto la agencia Efe se actualice. En cuanto la portada de Menéame.net cambie...

Los grandes medios digitales ofrecieron este martes una cobertura del debate sobre el estado de la Nación con mil herramientas web que la amplia mayoría de los lectores desconocen por completo y que seguramente muchos de ellos ni vieron. Los titulares, voladores. Los redactores, al minuto, sino al segundo, sino copiando y pegado de agencia.... Han emitido flashes por Twitter a la vez que Zapatero hablaba. ¿La foto? La que sea. Se escribe cuasi locutando, sin tiempo para la reflexión y releyendo lo escrito después de haberlo publicado, porque no hay tiempo.

Con la posibilidad de editar un texto hasta el infinito se ha perdido el miedo a la responsabilidad que conlleva lo que se escribe. Ya no se es esclavo de lo que se dice porque no somos dueños de nada. Vivimos de la edición constante de una actualidad cambiante. Pero sin dejar que las palabras reposen el ejercicio intelectual es nulo. Las noticias no provocan reacción alguna. Uno acostumbra a leer con frecuenca otros diarios y las noticias desaparecen antes de que diera tiempo a volver a leerlas. ¿los comentarios? con ellas. ¿Quién va a opinar de una noticia si esta desaparece y el debate se anula? Nada pervive y nada queda. Antes, los periódicos se leían con tijeras. Hoy los lectores no imprimen las noticias, no por pereza, sino porque no merece pena.

Esperemos no ser el único periódico en el que se dan cuenta.

Crear información es una de las tareas del periodista pero no la única. Lo es tanto como saber administrarla y contextualizarla para que los lectores sean capaces de asumirla. En días como ayer (en los que la agenda aparece en rojo debido al debate sobre el estado de la Nación), los propios periodistas se ven desbordados. Primero por la información que generan los discursos de los políticos, y luego la que se suma de las interpretaciones de los analistas y la que brindan las agencias.

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