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El nacimiento de una escritora (patrocinada)
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Peio H. Riaño

Animales de compañía

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Peio H. Riaño

El nacimiento de una escritora (patrocinada)

Es el sueño de muchos al alcance de pocos: 150.000 euros por una primera novela. El pasado 15 de octubre asistimos al nacimiento de una estrella,

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Es el sueño de muchos al alcance de pocos: 150.000 euros por una primera novela. El pasado 15 de octubre asistimos al nacimiento de una estrella, que llega del cine para ser una escritora con patrocinio. Nunca antes se vio un aterrizaje forzoso tan espectacular y aparatoso: directamente, sin escala, desde el despacho donde se gestionan los presupuestos públicos a favor de la industria cultural a una empresa misma de la industria cultural, en menos de dos años.

Ni siquiera la cacareada aparición de la novela que los libreros madrileños acaban de señalar como la mejor escrita del año: Intemperie, del novato Jesús Carrasco, un don nadie con un manuscrito zurcido durante años, mientras se tambalea por un salario en agencias de publicidad de mala muerte. En estos momentos roza los 40.000 ejemplares vendidos y un sinfín de traducciones por todo el mundo.

Ambos son autores del mismo grupo, Ángeles González-Sinde publicará en el sello Planeta y Carrasco lo hace con Seix Barral, pero adivinen cuál es la diferencia. Exacto, ella formó parte de un Gobierno y, claro está, de la clase política. Es una persona famosa y Planeta ha hecho su apuesta correcta. El día de autos reconoció ante los más de mil comensales del paripé, que había estado muchas veces en esa cena y que le encantaba volver cada año, con la sana esperanza de algún día improvisar un discurso como autora premiada. “Y me esforcé mucho por conseguirlo”, dijo. Creo que nunca llegaremos a saber cuánto, aunque empezamos a imaginárnoslo.

Novelista, no político

No, Carrasco tampoco ha ido a la cena del Planeta. Todavía. Puede que ocupe mi lugar después de este artículo. Y como no fue se perdió a una guionista y directora (con dos premios Goya en su casa), que pasó a dirigir la Academia antes del Ministerio, sin cambiar el aguerrido discurso antipiratería, y de ahí a novelista en ciernes. Novelista, no político. Ojo, no confundir con novelista no político, que todavía no hemos tenido la ocasión de leer El buen hijo, y no sabemos si hay un deseo de intervención social en la vida novelada de Vicente: “Un hombre de 36 años que vive y trabaja con su madre viuda en el negocio que ella regenta, hasta que una serie de sucesos lo llevan a sentirse insatisfecho y a querer escapar de ese asfixiante entorno”. La cursiva es del autor de este artículo, la sinopsis del Jurado del Premio Planeta. A priori, la vida de Vicente es una vida… Es una vida.

Un momento de la gala del pasado Premio Planeta. En esas estamos, no sabemos si la ministra de Cultura entre 2009 y 2011, en el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, es novelista o exministra. Ella asegura que su paso por la política le ha dejado “heridas” sin cicatrizar, que intenta “curar” con las escritura. “La escritura es muy buena medicina”, dijo con lo que dejó ver que necesita cuidados paliativos para salir a flote de su otra vida. El tratamiento no es la novela, la novela es el disfraz.

Empeñó sus palabras en hacer ver que aquello, “la política”, fue poco menos que una locura transitoria, algo que no se puede rechazar, porque no es lo mismo que te llame el presidente de una empresa a que lo haga el de tu país. A saber. Ella ya no es aquella. “He vuelto a mi oficio de escribir, de contar historias”.

Ética y estética

Es importante que olvidemos su pasado político, porque es la única manera de que este arranque como novelista sea más estético y ético de lo que es. No sabemos si ha vuelto por sus lares o a por su Lara, pero Planeta ha premiado sus servicios, como escritora claro, con 150.000 euros. Rafa Reig escribía en la que es su mejor novela, Autobiografía de Marilyn Monroe (Lengua de Trapo), que la evolución de una identidad es una matanza imborrable: “Dicen que la vida discurre en zigzag y que cada paso que damos va causando muertes. Al final de cada vida va quedando un ejército de cadáveres, todos vagamente parecidos a nosotros: cada uno de ellos es alguien que hubiéramos llegado a ser y no fuimos. Cada vida cumplida nos cuesta una matanza, una verdadera carnicería de otras vidas posibles para nosotros mismos. Para lograr una vida, una sola vida, tiene que morir toda una humanidad”.

La identidad es un problema no resuelto en Ángeles González-Sinde, que acerca su pasado más inmediato a una vulneración de la ley de incompatibilidad, por haber decidido recibir una satisfacción de 150.000 euros de una empresa que se beneficiaba de sus decisiones, en el marco de actuación política, desde subvenciones a leyes. No han pasado dos años, pero ¿y? ¿Bastarían con tres, diez, veinte? Probablemente, no.

Nadie defrauda, todos defraudadores

Es este un momento en el que ya no nos defrauda nada. Ni el novelista que en cinco años ha pasado de escribir la mejor novela de su generación a disfrazar la nueva con porno para reventar la burbuja de los lectores, ni el político que acaba en Endesa, Bankia o Iberdrola como consejero delegado. El escándalo moral ha bajado tanto el listón, que la decadencia es turismo de pulsera.

Javier Gomá explica en el suplemento Cultura/s de La Vanguardia que las consecuencias de una actuación ética son insondables en la educación sentimental de los otros, y que somos conscientes de ese poder sobre los demás. “Cada cual siente en su conciencia el imperativo de producir con su propia vida un impacto positivo, civilizador y ejemplar en su círculo de influencia”. Entonces, ¿en qué estaría pensando Sinde cuando enseñó el manuscrito al editor? A las esperanzadoras palabras del filósofo habría que añadir que somos tan conscientes de ese poder y sus consecuencias, que la conciencia ética es calderilla seca comparada con el beneficio propio.

No lo ha hecho por dinero. Porque cuando las personas se comprometen en una actividad que consideran intrínsecamente valiosa, ofrecerles dinero por ella puede debilitar su motivación al depreciar su interés. Ángeles González-Sinde expresó su orgullo y alegría por ser finalista. Además, como no renunció a su indemnización tras el cambio de Gobierno, todavía cobra su sueldo como exministra, hasta diciembre de 2013, algo menos de 60.000 euros por cada uno de los dos años dictados por ley.

Ángeles González-Sinde y Clara Sánchez. (Efe)Pero es innegable que el efecto corrosivo del dinero cambia el carácter de los bienes y las prácticas sociales que gobiernan. Michael J. Sandel lo dice en su extraordinario libro Lo que el dinero no puede comprar. Los límites morales del mercado (Debate): “A primera vista, parece que hay una clara distinción entre dos tipos de bienes: las cosas que el dinero no puede comprar (como los amigos y los premios Nobel) y las cosas que el dinero puede comprar, pero respecto de las cuales cabe argumentar que no debe (como los riñones y los niños)”. Para el filósofo norteamericano observa una conexión entre los casos obvios en los que el intercambio monetario arruina el bien que se vende (los riñones), y los casos controvertidos en los que el bien sobrevive a la compra, pero lo hace degradado o corrompido o rebajado de valor (la amistad).

Ser o no ser

Quizá lo haya hecho por la gloria y las fotos como novelista, no como guionista. “Sé que hay mucha gente que piensa que los guionistas no somos verdaderos escritores”, afirmó. No sé, la cosa ya está superada desde que Albert Espinosa demostrase con Si tú me dices ven lo dejo todo… pero dime ven (Grijalbo) que ser guionista no es ningún problema para triunfar como novelista.

Tampoco podemos saber cuáles son sus gustos como lectora, porque lo único que aventuró a balbucear públicamente es que lee “bastantes mujeres novelistas, muchas anglosajonas, en los últimos años también a muchos anglosajones y me gusta leerlos en el idioma original”. Hace algunos años, en una de las entrevistas con Ángeles González-Sinde la ministra aproveché para recomendarle un libro impactante que acababa de comerme: El niño perro (Salamandra), de la australiana Eva Hornung. Al parecer tuvo que dejarlo porque le resultaba demasiado duro.

Quizás lo aceptara por volver a los periódicos casi dos años después. Pero en su nueva identidad, que empezó a construir nada más subir al escenario, rodeada de José Manuel Lara Bosch y de Artur Mas i Gavarró, debía aclarar que, a pesar de la cortina de humo política que nubló su sentido creativo durante dos años, se sentía “segura con la mecánica de la literatura”. Nunca había dejado de sentir la pulsión del escritor, a pesar del ruido a su alrededor.

“Comencé la escritura de esta novela hace ya varios años. Pero la tuve que guardar en el cajón cuando acepté ser ministra”, explicó ante la prensa. Es el relato de una escritora frustrada y maltratada por una misión pública ingrata. Contó que durante algún tiempo sentía que la historia se le escapaba, que la perdía, pero que abandonó su cargo justo a tiempo para retomarla y ponerse a ella sólo si tenía la certeza de tener, uno, tiempo, dos, recogimiento, tres, soledad.

Bueno, y cuatro, la paga de dos años del Gobierno, que ayuda al tiempo, el recogimiento y la soledad del escritor remunerado, que no tiene que preocuparse por sobrevivir con anticipos cada vez más miserablesy encontrar trabajos que le permitan vivir y desempeñar su maestría en las letras, como el de autor de discursos para políticos. Ella misma lo resumió de esta manera aquella noche: “Cuando eres un mercenario de la escritura siempre es más importante lo que te encargan”.

La línea política

Es imposible no pensar en novelistas de la talla de Luisgé Martín, el autor de las palabras de Sinde como ministra, quien ponía la retórica a las ideas del gabinete. Aunque desde el Ministerio insistieron en que el del Premio Cervantes 2010 a Ana María Matute (este) se lo escribió ella misma. Martín es uno de esos novelistas que comen con los discursos y se alimentan con sus libros, la clase trabajadora de la novela, peleando cada libro y rascando un 8% del PVP de cada libro vendido.

Marta Sanz escribía hace unas semanas sobre los atributos narrativos de Luisgé en este periódico, al hilo de su libro de relatos Todos los crímenes se cometen por amor (Salto de Página): “Su imaginación calenturienta; su conocimiento de las fuentes, del origen aleccionador del apólogo; y su capacidad para escribir sus relatos con palabras comovenérea, salacidad, coligióodesafueros. Sin despeinarse. Y sin que el lector las sienta como retórica atirantada.La prosa de Martín es limpia y precisa, y tiene un tono que a veces esvintage,sensual, cruelmente cómico”.

A pesar del énfasis de Sanz, es probable que usted nunca haya leído una de sus novelas, libros de viaje o relatos –¡hágalo!- que repueblan las librerías. Y lo que es innegable: no ha leído ninguna novela (de adultos) de la exministra.

Es el sueño de muchos al alcance de pocos: 150.000 euros por una primera novela. El pasado 15 de octubre asistimos al nacimiento de una estrella, que llega del cine para ser una escritora con patrocinio. Nunca antes se vio un aterrizaje forzoso tan espectacular y aparatoso: directamente, sin escala, desde el despacho donde se gestionan los presupuestos públicos a favor de la industria cultural a una empresa misma de la industria cultural, en menos de dos años.

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