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Cómo Raffaella Carrà trastornó al Vaticano y abrió el camino a Miley Cyrus
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Carlos Prieto

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Cómo Raffaella Carrà trastornó al Vaticano y abrió el camino a Miley Cyrus

Rafaella Carrà regresa con un nuevo disco de baile. Repasamos sus hitos como pionera de lo que ahora es tendencia: el escándalo porno-pop

Foto: Rafaella Carrà, diva del pop
Rafaella Carrà, diva del pop

En el mundo del pop, el más tonto hace relojes. ¡Y hastamúsica electrónica!Uno de los mandamientos de la industria del show business es que el artista debe reinventarse cada cierto tiempo para seguir vendiendo su mercancía. Cambios de estilo que a veces son tan postizosque podrían calificarse de gatopardismo pop. O la secreta influencia del chotis sobre el pop business: el arte de dar pasos sin moverse del sitio.

¿El truco más habitual del siglo XXI para rejuvenecer carreras artísticas a la deriva? Darle una capa dance a tus canciones, con mayor o menor fortuna, de U2 a La Unión, pasando por cualquier artista mundial con cara de dinosaurio.

Y en esas que esta semana aterrizó en EspañaRaffaella Carrà (Bolonia, 1943) presumiendo de lifting electrónico en forma de nuevo disco: Replay.

En efecto, ahora es cuando este artículo debería decir algo así como : LaCarrá recurriendo a la electrónica cual advenediza cualquiera. ¡Pero no!

Porque mucho antes de que a un avezado productor noventero se le ocurriera empezar a reflotar carreras tirando de dance, LaCarrà ya había puesto patas abajo las discotecas de media Europa. Desatandoel quilombo en fiestas, cruceros, boites, clubs de neones y hasta en tu mismísima cocina.

Y nos quedamos cortos. No solo es que LaCarrá tenga derecho de pernada sobre los tuneados dances mercenarios, es que las grandes divas pop de la actualidad deberían pagar derechos de autor a Raffaella cada vez que mueven el culo.

Sí, amigos, Raffaella Carràes la madre del porno-pop. Y Milley Cyrus(aunque seasin saberlo)una vil imitadorade la diva italiana.

Una cosa está clara: Raffaella lo hizo primero. Antesde que el porno-pop se convirtiera en tendencia mundial, LaCarrà ya había hecho sudar al viejo continente con sus tórridas letras sobre fogosos amantes sureños,sus coreografías demenciales y sus escalofriantesvideoclips psicodélicos:

Los setenta fueron de Raffaella,subida a la ola de la música disco, que había explotadoen EEUU de la mano de los pepinazos de Diana RossoChic y de los pantalones apretados deJohn Travolta.

No obstante, antes de convertirse en la reina del mambo televisivo y discotequero, Raffaella pasó fugazmente porHollywood, etapa en el que merece la pena detenerse. La chiquillaestaba destinada a ser una estrella pop, pero no como cantante, sino como actriz. Corrían los años sesenta y Hollywood vivía su particular fiebre italiana, con divas como Gina Lollobrigida ySofía Lorenpartiendo la pana en Los Ángeles. Rafaella firmó con un gran estudio y llegó a compartirreparto con Frank Sinatra enEl coronel Von Ryan (Mark Robson, 1965).

placeholder Frank Sinatra y Rafaella Carrà, duelo de titanes

Pero a la muchacha no acabó de convencerle el asunto, y regresó a Italia para hacerse una carrera de mujer orquesta: presentadora de televisión, bailarina y cantante. Todo al mismo tiempo.

Su reinado como diva televisivadel formato variètès se inició en 1970 de la mano de la RAI y el show nocturno Canzonissima 70, que presentó durante cinco años.

Entre sus hitos de aquella época destacan el lanzamiento de su primer single (Ma che musica Maestro) y la osadía de enseñar el ombligoen la televisión italiana.

La cantanteprovocó incluso una pequeña/grancrisis entre la RAI y el Vaticano, que movió sus hilos para retirar de la parrilla a LaCarrà trassuhistórica coreografía televisada delTuca Tuca.

El casodisparó la popularidad internacional de Rafaella. Moraleja histórica: una décadaantesde que Madonnachocara con el Vaticano por Like a Prayer ysentara las bases de la industria del porno-pop, Raffaella Carrà ya estaba protagonizando jugososescándalos musicales erótico/festivos.

La fiebre rafaellista se desató finalmente a mediados de los setentacon enloquecidos himnos generacionales como Rumore (atentos a la apoteosis del croma en estevideoclip) y Hay que venir al sur (1978), eufórico rodillo disco/funkydonde LaCarrà cantaba que"sin amantes" su"vida" erainfernal" y advertía sobre lo bien que lo pasaba uno en el sur de Europa.

Quién sabe si el actual resentimiento económico centroeuropeo hacia las costumbresdisolutas del sur de Europano empezaría cuando un alemán escuchó por primera vezHay que venir al sur y estuvo a punto de explotarle la cabeza. ¿Raffaella Carrà contra la Troika? En cualquier caso, ¡qué mala es la envidia luterana, amigos!

Canciones que cuatro décadas después siguen provocando las mismas reacciones endorfínicasen las pistas de baile: abrazos, congas, corbatas en la cabeza y pérdidas absolutas de papeles. En definitiva: el delirio. Máximo respeto a Raffaella.

En el mundo del pop, el más tonto hace relojes. ¡Y hastamúsica electrónica!Uno de los mandamientos de la industria del show business es que el artista debe reinventarse cada cierto tiempo para seguir vendiendo su mercancía. Cambios de estilo que a veces son tan postizosque podrían calificarse de gatopardismo pop. O la secreta influencia del chotis sobre el pop business: el arte de dar pasos sin moverse del sitio.

Música Rafaella Carrà Miley Cyrus
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