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Peio H. Riaño

Animales de compañía

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Peio H. Riaño

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El ego de Rita Barberá ha vuelto a despertar. Durante más de cuatro años ha hibernado, pero vuelve para intentar destruir el barrio del Cabanyal

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El ego de Rita Barberá ha vuelto a despertar. Durante más de cuatro años ha hibernado, porque despierto es un monstruo de insaciable apetito, capaz de comerse el mundo entero. Bueno, no exageremos, pongamos un barrio. Un barrio valenciano, un enclave marino único, un lugar declarado Bien de Interés Cultural, único en la Tierra por su esencia modernista en las viviendas unifamiliares que se levantaron a finales del siglo XIX, decoradas con azulejería y motivos de la época. El ego de Rita Barberá es del tamaño de Godzilla y avanza sobre el tejido intrincado del Cabanyal.

La escena es espeluznante: su sombra gigante se cierne sobre el tejido urbano protegido, arranca una casa de aquí, otra de allá. Pero no es suficiente para un ego tan monstruoso, ahora quiere destruir 637 edificios de los 2.527 que hay (casi un 30%). Antes pretendía comerse 674, pero no pudo porque aquel Plan Especial de Protección y Reforma Interior de Cabanyal-Canyameral (PEPRI) fue declarado “acto de expolio” del patrimonio histórico.

Barberá, ante el clamor del pueblo que gobierna, tuvo que meterse sus “planes” ahí mismo después de que el Ministerio de Cultura, con Ángeles González-Sinde al frente, sacara adelante una orden ministerial para devolver a la oscuridad de la cueva al monstruo, mientras afuera arreciaban los casos de corrupción en su entorno. Hace unas semanas regresó de la covacha con la excusa de un “nuevo” plan. El PEPRI reformado quiere demoler 182 edificios protegidos (de los 772 que hay), antes quería tumbar con sus garras 196.

Un expolio con otro nombre

Los ciudadanos, apoyados por asociaciones -nacionales e internacionales- que defienden el patrimonio han conseguido parar a su regidora, empecinada desde hace 15 años en prolongar la avenida Blasco Ibáñez hasta el mar sobre el trazado histórico del barrio. World Monuments Fund es la referencia protegiendo pasado y hace dos días comunicó de una manera tajante que esto es “un expolio, pero con otro nombre”.

La organización aclara que la nueva propuesta municipal es “muy similar a la que en su día provocó la Orden Ministerial por expolio, e incumple de manera clara ese artículo”. Y añade que el objetivo del plan sólo es “una reforma interior ajeno a su protección”. “Sorprende por tanto esa decisión de mantener y no enmendar en contra de lo dispuesto por el Tribunal Supremo”. Por eso, World Monuments Fund lamenta y denuncia “la posible destrucción de un barrio popular protegido y renunciando al potencial patrimonial que su rehabilitación supondría para la ciudad”.

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Por Humanidad

Pero todo esto al ego desmesurado no le importa, porque en mayo hay elecciones y su dueña está en las horas más bajas de su trayectoria política, ya no tan indestructible. Ha inflado de nuevo los titulares, ha regresado a los papeles, sabiendo que para mayo no habrá nada resuelto. De momento, a finales de septiembre la regidora valorará las alegaciones contra su plan. Hace años, en el mismo proceso, le llegaron más de 100.000 de los valencianos.

España qué país, la segunda nación con más bienes declarados patrimonio de la Humanidad por la Unesco y el primero en destruirlos. El político enseña a su población que el progreso es ruina y que no hay barreras para la inversión. En el diccionario español-político, político-español hay palabras que no aparecen. No está “verdad”, ni “dignidad”, tampoco aparece “patrimonio histórico”. “Patrimonio personal” sí está.

La burbuja del progreso

Rita Barberá no es un caso excepcional. Su ego, como el de tantos otros gobernantes, es un producto de laboratorio, creado en las probetas del pelotazo inmobiliario. Conocen de sobra la trama de la película: un país quiere dejar de ser un país de camareros en la costa y el sol para convertirse en un país de inversores. Para lograrlo recurren, en el colmo de la imaginación, a la costa y el sol. El país consigue vivir como un país rico unos pocos años, pero cuando despierta de la burbuja ya ha perdido la costa y el sol.

El egocentrismo ciega y crea un lugar preferente en su contexto, sin dejarle ver que es un componente más, como lo son todos los demás. Los ataques del monstruo ego pueden convertir al Cabanyal en el Gamonal.

El ego de Rita Barberá ha vuelto a despertar. Durante más de cuatro años ha hibernado, porque despierto es un monstruo de insaciable apetito, capaz de comerse el mundo entero. Bueno, no exageremos, pongamos un barrio. Un barrio valenciano, un enclave marino único, un lugar declarado Bien de Interés Cultural, único en la Tierra por su esencia modernista en las viviendas unifamiliares que se levantaron a finales del siglo XIX, decoradas con azulejería y motivos de la época. El ego de Rita Barberá es del tamaño de Godzilla y avanza sobre el tejido intrincado del Cabanyal.

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