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Borja-Villel, un Napoleón contemporáneo
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Peio H. Riaño

Animales de compañía

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Peio H. Riaño

Borja-Villel, un Napoleón contemporáneo

El Tribunal de Cuentas llegó al Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS) para hacer su trabajo -fiscalizar las cuentas y la gestión de la

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El Tribunal de Cuentas llegó al Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS) para hacer su trabajo -fiscalizar las cuentas y la gestión de la institución pública- y tuvo que quedarse más tiempo de lo previsto. Hace unos días el organismo ha hecho público un informe devastador con quejas de falta de colaboración y transparencia por parte de la dirección del museo, que trata de encontrar a los empleados que airean a los medios de comunicación como éste los balances y las malas prácticas de la cúpula.

Gracias a los trabajadores pudimos conocer la indecente compra del museo por 60.000 euros del archivo personal de un alto cargo del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, máximo responsable de aprobar, precisamente, este tipo de adquisiciones desde la Junta de Calificación, Valoración y Exportación de Bienes del Patrimonio Histórico. El historiador Simón Marchán Fiz colocó sus documentos en el museo dirigido por Manuel Borja-Villel. Para rizar el rizo de la ética, Marchán Fiz era uno de los cinco expertos que eligieron a Borja-Villel como director, en 2008, con el Código de Buenas Prácticas sobre la mesa.

El código hizo de su nombramiento un ejemplo de esperanza democrática al apartar los intereses de la política de la elección del cargo. Curiosamente, la evolución del que para refutadas revistas de arte es uno de los cinco grandes directores de museo del mundo ha tenido una marcha inversa a la del último emperador de Francia: Napoleón III fue del imperio autoritario (1852-1860) al imperio liberal (1860-1870). Dejó las libertades conquistadas hechas unos zorros, el Parlamento francés fue debilitado al máximo y toda la política quedó en manos del “soldadito”, como llamaban al emperador.

El Tribunal de Cuentas retrata una situación similar. En un museo el Parlamento es el Patronato y el director debe rendir cuentas ante el máximo órgano rector de la institución. Como bien se señala en el Código de Buenas Prácticas del Instituto de Arte Contemporáneo (IAC): “El órgano colegiado de gobierno de una institución artística es el Patronato”.

El poder ciega

El política lo que importa es conseguir mantener el poder político. El mejor modo de garantizar la supervivencia política es depender de pocas personas para alcanzar y conservar el cargo. Una persona tiene siempre dos razones para hacer algo: una buena razón y la verdadera razón, decía J. P. Morgan. El poder es una droga adictiva, que termina por hacer creer que la razón siempre está de parte del poderoso.

Sin embargo, el TC señala una situación de autonomía entre el director y el Patronato: “Con carácter general las sesiones [del Pleno del Patronato] se limitan a tomar conocimiento de informes previamente elaborados por el director del museo o por el gerente [Michaux Miranda] y a confirmar decisiones previamente adoptadas por estos”. Para el Tribunal fiscalizador estos hechos ponen de manifiesto “la necesidad de profundizar en el ejercicio de las funciones de asesoramiento, control y apoyo a la toma de decisiones que corresponden al Pleno”. Dejadez de funciones por una parte y usurpación de tareas por la otra, la perfecta combinación para una ciclogénesis en la gestión de lo público.

Javier Martín Cavanna, director de la Fundación Compromiso y Transparencia, explica a este periódico que el informe “pone de manifiesto la falta de control, vigilancia y supervisión por parte del órgano de gobierno, el real Patronato”. Señala que en el informe hay varias afirmaciones alarmantes: “No se han cumplido, ni siquiera mínimamente, los procedimientos y políticas relativas a la política de personal, retribuciones, estructura organizativa”. Así como que existe “una ausencia absoluta de políticas y criterios sobre gestión de la colección que afectan a temas tan importantes como las compras, cesiones, préstamos y depósitos de la colección”.

La Asociación contra la Corrupción y por la Regeneración Social (ACCORS) emitió un comunicado al hilo de la fiscalización en el que denunciaba la pasividad del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte ante el funcionamiento del museo: “ACCORS ya advirtió de deficiencias en el Museo Reina Sofía y así lo trasladó a los responsables del Ministerio, que miraron para otro lado”. Además, apunta que durante 2013 tuvieron conocimiento “de numerosas irregularidades que acontecían en el museo y que afectaban a diversas áreas”.

Patronato de paja

Por su parte, el IAC anuncia a este periódico que en su próxima asamblea analizarán el informe del Tribunal de Cuentas y harán público un comunicado sobre la situación denunciada. El Código publicado por el organismo destaca entre las principales funciones artísticas del Patronato “velar por el respeto del proyecto artístico”, “evaluar el cumplimiento de los resultados del programa de la dirección”, “conocer y autorizar las adquisiciones propuestas por la dirección”, “conocer y aprobar el programa de actividades” o “conocer y aprobar las comisiones asesoras creadas por la dirección”.

El informe del TC desvela que todas estas funciones están siendo ninguneadas por la dirección. “No se han aprobado las modificaciones en las reordenaciones de las colecciones del museo”, es decir Borja-Villel no consultó con el Pleno del Patronato. Tampoco “han existido en el ejercicio fiscalizado unos principios de dirección ni unas directrices generales de actuación aprobadas por el Pleno”.

El Patronato tampoco ha tenido noticias de un Comité Artístico creado por el director para compra de obra de arte. Este hecho condiciona la evaluación del control interno y subraya la debilidad de la gestión. “No se ha discutido ningún aspecto de las adquisiciones de obras de arte presentadas al Pleno del Patronato, en ninguna de las tres sesiones celebradas en 2013”. Simplemente, se aprobaron la totalidad de las propuestas elevadas por el director, “sin mediar exposición de los argumentos de necesidad o interés que apoyaran esas propuestas”.

Por si fuera poco, en el colmo del autoritarismo, las cuentas anuales de 2012 se publicaron sin haber sido aprobadas por el Patronato, y las del 2013... directamente se enviaron a la IGAE el 30 de julio, tres meses antes de presentarlas ante el Patronato, insistimos, el órgano que debe aprobarlas. Tampoco el TC ha podido constatar que el director del Patronato, Guillermo de la Dehesa, fuese informado de las exposiciones ejecutadas en 2013. Lo que deja claro es que Borja-Villel duplicó el precio de la entrada para ver la exposición de Dalí, sin contar con un informe del Patronato al respecto.

Otro dato significativo es la falta absoluta de equilibrio entre mujeres y hombres en la composición del Patronato: de los 17 vocales designados sólo dos eran mujeres en 2013.

El Tribunal de Cuentas llegó al Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS) para hacer su trabajo -fiscalizar las cuentas y la gestión de la institución pública- y tuvo que quedarse más tiempo de lo previsto. Hace unos días el organismo ha hecho público un informe devastador con quejas de falta de colaboración y transparencia por parte de la dirección del museo, que trata de encontrar a los empleados que airean a los medios de comunicación como éste los balances y las malas prácticas de la cúpula.

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