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David Lagercrantz no mató a Stieg Larsson
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Peio H. Riaño

Animales de compañía

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Peio H. Riaño

David Lagercrantz no mató a Stieg Larsson

Tampoco escondió su cuerpo, como puede verse en la portada de la nueva entrega 'Millennium'

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“La maestría de David Lagercrantz es de sobra conocida y ha demostrado su perspicacia y empatía al dar voz a gente como Göran Kropp, Alan Turing y Zlatan Ibrahimovic. No podemos pensar en un mejor autor para este proyecto”. Antes de entrar a examinar los importantes matices que los herederos de la fortuna y de la marca Stieg Larsson –su padre y su hermano- deslizan para dar potestad al nuevo autor de la serie Millennium, un favor: ¿podría alguien crear la entrada en Wikipedia en español de David Lagercrantz? Gracias.

En la versión inglesa, contrastada con la propia web del autor sueco, dice que en su anterior vida fue un redactor de sucesos y crímenes en el tabloide sensacionalista de centroderecha Expressen. Su primer libro aparece en 1997, una biografía del montañero sueco Göran Kropp. En el año 2000 la del inventor Hakan Lans, en 2011 la del futbolista Zlatan Ibrahimovic y entre medias la de Alan Turing (aunque novelada).

Lagercrantz asegura que firmó el contrato para escribir un libro de encargo, continuación de una saga original de un autor fallecido, “por pura pasión”

Si no tiene experiencia como autor de novelas, ¿a qué se refieren los dueños de Stieg Larsson con eso de “la maestría de sobra conocida”, la “perspicacia” o la “empatía”? No importa, son argumentos de venta para reforzar la venta del nuevo producto. Es más, ¿habrá sido este autor y no un negro de este el responsable de la cuarta parte de la saga? Tampoco importa, porque David es un fantasma, un señuelo, un nombre en una portada, como cualquier otro.

Con un poco de suerte interpretará a la perfección el papel del escritor en la pista de baile y bajo los focos, y contará en entrevistas grabadas en su buhardilla con parqué y alfombras orientales que para escribir este libro debía tenerlo en su “sistema sanguíneo”. Los productores saben que David -hoy él, mañana otro- envuelve bien la mística de la escritura, promociona y hace de la epifanía de las letras un drama de bambalinas adictivo: cuenta que un día le dio un ataque en medio de la noche, “la cabeza no me paraba de dar vueltas”.

Pura marca

David -como otros tantos- es bueno interpretando ese papel, por eso puede asegurar que firmó el contrato para escribir un libro de encargo, continuación de una saga original de un autor fallecido, “por pura pasión”. “Acepté por pura pasión”. Esos son los términos que excitan a los productores: “pasión”, que si además es “pura”, unos cuantos miles de libros más. Esa es la ley, nunca hay suficiente gasolina cerca del fuego. Porque la “pura pasión” es algo de verdad, algo en lo que creer, algo que se puede tocar, algo que no tiene nada que ver, por ejemplo, con el “puro marketing”...

Su padre, su hermano y la agente editorial han demostrado que no hacen falta escritores, ni receta del ‘best seller’, ni siquiera la crítica unánime a favor

La industria cultural, como cualquier otra, prioriza el símbolo sobre el contenido y la función, es decir, crea franquicias y extiende la marca y el producto más allá de sus fronteras. Stieg Larsson y novela negra nórdica son de los reclamos más efectivos que la industria editorial ha inventado en la última década. Quien lo haga no es trascendente para el éxito comercial. Si la trama de intriga no es lo suficientemente compleja, si Lisbeth Salander es algo más débil que antes o si Blomkvist bebe vino en lugar de whisky son aspectos hueros para el rendimiento.

Lagercrantz no mató a Larsson, ya estaba muerto. Su padre, su hermano y la agente editorial han demostrado que no hacen falta escritores, ni receta del ‘best seller’, ni un buen título, ni siquiera la crítica unánime a favor. Basta con un buen plan de marketing que sea capaz de imponer lo que se debe consumir. Ni la demanda es necesaria, ahora todo es oferta.

Como dicen los herederos: “Los lectores de todo el mundo podrán vivir nuevas aventuras con Lisbeth Salander y Mikael Blomqvist. Sabemos que muchos de ellos han estado esperando para poder hacerlo”. Y ajustan el lanzamiento mundial a la fecha histórica, el décimo aniversario del lanzamiento de la saga.

Larsson cumplía con el papel que se esperaba de él: “Un narrador explicativo que lo cuenta todo dos veces abusando de los resortes de la novela de misterio”, ha escrito Marta Sanz sobre las tres primeras de Millennium.

Llegará el día -¿no lo es ya?- de las novelas a la carta. Como es necesario saturar el mercado, se necesita la marca del autor y producir en cadena para satisfacer. Que el mercado atienda de inmediato las demandas del público y sin tener que tragarse el ego suspicaz de un autor. Un día en el que las novelas se escribirán en la planta de marketing o en el sótano, en largas mesas de escritores en B. Por si no lo han entendido todavía: nadie es insustituible, nadie imprescindible, ni siquiera Stieg Larsson.

“La maestría de David Lagercrantz es de sobra conocida y ha demostrado su perspicacia y empatía al dar voz a gente como Göran Kropp, Alan Turing y Zlatan Ibrahimovic. No podemos pensar en un mejor autor para este proyecto”. Antes de entrar a examinar los importantes matices que los herederos de la fortuna y de la marca Stieg Larsson –su padre y su hermano- deslizan para dar potestad al nuevo autor de la serie Millennium, un favor: ¿podría alguien crear la entrada en Wikipedia en español de David Lagercrantz? Gracias.

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