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Raphael dinamita los duelos de folclóricas
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Carlos Prieto

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Raphael dinamita los duelos de folclóricas

El cantante se ríe del divismo y de sí mismo en el nuevo filme de Álex de la Iglesia

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Se abre el telón y aparece Raphael. Está hastiado, alienado, deprimido. Su carrera de ídolo de la canción ligera empieza a no tener sentido, y se plantea una decisión drástica: cortarse la coleta. Entonces baja a la sala de cine que tiene en su chalé y se pone a ver una actuación triunfal de… Raphael. Pero ni siquiera eso le anima. Se cierra el telón. ¿Cómo se llama la película? Al ponerse el sol.

Este fascinante ejercicio de autoconsciencia pop fue rodado por Mario Camus en el remoto 1967. Raphael tenía 24 años. En otras palabras: no es que Raphael lleve medio siglo en la cresta de la ola, es que lleva medio siglo reflexionado sobre su figura de divo pop.

Y en 2015, cuando la posibilidad de dejar la música es ya una realidad biológica, ha llegado la hora de cerrar el círculo reflexivo: en Mi gran noche -nueva comedia enloquecida de Álex de la Iglesia presentada hoy en el Festival de San Sebastián- Raphael interpreta a Alphonso, una estrella cuyo egocentrismo llega al punto de atentar contra la integridad física de sus compañeros/rivales. O sea, que Raphael se burla en el filme tanto del divismo del pop como de sí mismo. Lo que, a nivel simbólico, vendría ser una astuta forma de poner fin a su carrera. "Sin sentido del humor no se puede vivir", ha contado Raphael en rueda de prensa. "Raphael hace aquí de Darth Vader", añadió Álex de la Iglesia.

Raphael hace de Darth Vader en el filme

No es nada personal

Que un titán de la canción ligera se ría del divismo es un hasta aquí hemos llegado/ya no puedo ir más allá en toda regla. Y lo es por un motivo:

Decía el filósofo César Rendueles en una entrevista con este periódico que “tu jefe no te tiene manía ni es un psicópata, resulta que su trabajo consiste en exprimirte como una uva”. La versión pop de este no es nada personal, son sólo negocios sería la siguiente: acusar a una estrella del pop de exceso de divismo es como acusar a un bombero de apagar fuegos o a Messi de meter demasiados goles por la escuadra.

Acusar a una estrella del pop de exceso de divismo es como acusar a Messi de meter demasiados goles

Llega un momento en el que un cantante triunfa tanto que su carrera deja de ser un asunto estrictamente musical para convertirse en show business. Ya no vale con cantar, hay que dar espectáculo, y pocas performances pop tan espectaculares como lo que en España denominamos duelos de folclóricas. No es casualidad que Raphael/Álex de la Iglesia reserven una de las pullitas de Mi gran noche para su histórico archirrival en el mundo de los monstruos latinos de la canción ligera:

-¿Ha oído usted a Enrique Iglesias?

-No.

-El hijo de Julio Iglesias…

-No conozco a ningún Julio Iglesias.

En una palabra: enorme. Contexto: Julio Iglesias y Raphael llevan medio siglo negando que haya ninguna rivalidad entre ellos. Como bien saben los expertos en duelos de folclóricas, negar la rivalidad es una eficaz y aviesa manera de intensificar la misma.

Recuerden, por ejemplo, un antológico programa televisivo de hace unos años en el que Raphael y Julio (este último en su clásico estado pirado/pedo), cantaban juntos al tiempo que negaban su rivalidad entre risas; entre risas, sí, quizá porque ni ellos mismos se creían lo que estaban diciendo en alto:

Raphael: La gente piensa que tú yo nos llevamos fatal. ¡Yo no sé por qué! Por qué será eso, dime, cuéntame…

Julio: No, no, no, la gente sabe que yo te quiero muchísimo desde hace muchos años.

Ahora que Raphael ha decidido poner un broche de oro a su carrera parodiándose a sí mismo, quizá no le importe que le refresquemos la memoria sobre este asunto. Nosotros tampoco sabemos por qué el pueblo piensa que Julio y Raphael se han llevado fatal, pero tenemos una hipótesis: ¿Tendrá algo que ver con ciertas declaraciones ochenteras de Raphael cuando Julio estaba en su mayor momento de gloria planetaria? Hemeroteca:

"Hace quince años Julio Iglesias me llevaba las maletas y me llamaba maestro... Me parece extrañísimo que una persona que no sabe vocalizar haya podido cuajar en una nación donde la música es toda una reina... Canto cien veces mejor que él, y mis actuaciones son divertidísimas, y las suyas, aburridísimas".

Que se llevan de miedo, vaya.

De la Iglesia escribió el personaje de Alphonso pensando en Raphael. "Si llega a decir que no, nos hunde". Medio en broma medio en serio, el director ha dicho esta mañana que la única alternativa posible hubiera sido Julio Iglesias. "Lo pensé, y luego me dije, no, no, no". Carcajadas en la sala.

Como la cabra tira al monte, el modo en que Raphael/Álex de la Iglesia han decidido reírse y quitar hierro a estas rencillas no deja de ser el último capítulo de una impagable lucha entre divos que esperemos que no acabe nunca: “No conozco a ningún Julio Iglesias”. ¡Weah!

Se abre el telón y aparece Raphael. Está hastiado, alienado, deprimido. Su carrera de ídolo de la canción ligera empieza a no tener sentido, y se plantea una decisión drástica: cortarse la coleta. Entonces baja a la sala de cine que tiene en su chalé y se pone a ver una actuación triunfal de… Raphael. Pero ni siquiera eso le anima. Se cierra el telón. ¿Cómo se llama la película? Al ponerse el sol.

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