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Talegón, Roures y los marcianos troskos, breve historia de las escisiones de izquierdas
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Carlos Prieto

Animales de compañía

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Talegón, Roures y los marcianos troskos, breve historia de las escisiones de izquierdas

Las escisiones vuelven a ser tendencia entre el 'rojerío'. Repaso a una práctica política con una larga tradición cultural (y humorística) a sus espaldas. De las purgas estalinistas a los extraterrestres rojos

Foto: Beatriz Talegón
Beatriz Talegón

En las últimas semanas estamos asistiendo a una nueva edición de uno de los mayores festivales políticos del mundo (por tradición, por quilombo y por espectáculo): las escisiones de la izquierda.

Primero vino la decisión de Podemos e IU de presentarse por separado a las elecciones. Y ahora hemos asistido al numerito de Beatriz Talegón: se fue del PSOE, creó el partido Somos Izquierda, dio su apoyo a la plataforma electoral Por la Izquierda (auspiciada por los progres Gaspar Llamazares y Baltasar Garzón), se ofreció a ser la candidata presidencial de la misma y, siete días después de este anuncio, cargó contra Por la Izquierda por querer “destrozarlo todo” y no querer la unidad real de la izquierda (correcto: nada mejor que una buena escisión para reforzar la unidad de la izquierda).

La proliferación de partidos de izquierdas (léase partidos a la izquierda del PSOE) se ha convertido ya en un 'hit' folclórico en Twitter, donde ha triunfado una página que permite crear tu propio partido electoral de izquierdas para las elecciones. Es hacer 'click' y surgir un nuevo partido: Convergencia de izquierda, Venceremos juntos, Ganemos toma la palabra, Venceremos la izquierda, En común por el cambio y Unión del pueblo por el cambio… son algunos de los partidos fundados por este reportero en los últimos veinte segundos.

La chufla está garantizada

La escisión es una práctica política con una larga tradición cultural a sus espaldas. Legado cultural, por cierto, con fuerte tendencia al humor, quizá debido a lo absurdo de muchas de las luchas cainitas que trae consigo una buena escisión. Ya saben: diferencias nimias, bronca grande (o el humor como choque de contrastes).

El ejemplo más evidente y popular es el gag de los Monty Python sobre la bulla entre el Frente Judaico de Liberación y el Frente de Liberación de Judea (y su incapacidad para luchar unidos contra el Imperialismo Romano).

Otro referente cultural ineludible es 'Redemption' (1990), novela en la que el escritor y militante anglopakistaní Tariq Ali ajustó cuentas cómicas con las diversas familias del trotskismo británico.

Ali fue entrevistado en La Tuerka hace unos meses por Pablo Iglesias, secretario general de Podemos, que le preguntó por la tendencia a la escisión cómica del trotskismo. Merece la pena reproducir dicho extracto:

"Estuviste muy ligado a grupos trotskistas. En 1990 escribiste 'Redemption', donde ironizabas sobre esas tradiciones. ¿Por qué el trotskismo sigue prestándose a tantas bromas pese a sus elementos heroicos?

Muchos de nosotros formábamos parte de esos grupos, pero incluso estando ahí podía ver su lado gracioso: un pequeño grupo de personas que creía poder hacer la revolución en el mundo… Era una utopía muy noble, sí. En Gran Bretaña había tres o cuatro grupos trotskistas...

En España también; tres, cuatro o cinco…

Luchaban los unos contra los otros. Yo me fui en 1980. Dije que ya no podía aguantar más, que no estábamos en contacto con la realidad. No entendíamos lo que estaba pasando en el mundo. Así que me fui. Me eché a un lado y me puse a escribir libros y a rodar películas... Uno de los líderes del grupo trotskista más sectario murió y en su funeral hubo un enfrentamiento entre dos facciones de su grupo. Su cuerpo estaba ahí y luchaban por saber quién le iba a enterrar (risas)… Tardé dos semanas en escribir 'Redemption', que empieza con esa lucha en el funeral y va hacia lo surrealista. Fue la manera de purgarme de este tipo de políticas y de su modo de funcionar".

No obstante, cuando la izquierda se obceca y se enrosca en su propia escisión, no hay cómico que pueda parodiarla.

Situémonos: 1938, Trotsky funda la IV Internacional, organización mundial de partidos comunistas que en las siguientes décadas se convertiría en la casa común del 'rojerío' antiestalinista: de los purgados por el Padrecito a los descontentos, pasando por todos los partidos troskos regionales que uno pudiera imaginar.

El enemigo común unía, sí, pero no tanto como para que la IV Internacional no se transformara en una frenética máquina de generar escisiones internas; por los motivos más variopintos, y siempre tras discusiones en las que salían a colación sofisticados conceptos políticos como “la revolución en un solo país es imposible” o “es la hora de purgar a estos perros reformistas pequeñoburgueses”.

Desde mediados del siglo XX, cada Congreso de la IV Internacional se convirtió en un festival de la escisión. Hablamos de decenas y decenas de nuevas tendencias internacionales, muchas de las cuales siguen activas. Es inútil demorarse en explicaciones cuando hay un hilarante chiste que explica todo el quilombo de un modo breve y contundente:

¿Qué es un trotskista? Un partido.
¿Y dos trotskistas? Un partido y una corriente.
¿Y tres trotskistas? Un partido, una corriente, y una escisión.
¿Y cuatro trotskistas? La IV Internacional.
¿Y cinco trotskistas? Nunca se ha visto tal cosa.

Agrupémonos todos

En la IV Internacional militaron en algún momento desde Jaume Roures, dueño de Mediapro, hasta el Camarada Posadas. Sin duda alguna, ustedes preferirían que habláramos ahora de Roures, pero eso es porque no conocen la historia de Posadas. Atentos:

El Camarada Posadas -nombre real: Homero Rómulo Cristalli Frasnelli (Argentina 1912- Italia, 1981)- era un líder sindical argentino que se afilió en 1941 a la IV Internacional. Doce años después, la IV Internacional se escindió en dos: el Secretariado Internacional, apoyado por los posadistas, y el Comité Internacional. En 1962, el Camarada Posadas se escindió del Secretariado Internacional para fundar su propia versión de la IV Internacional: la Internacional Posadista.

Si creen que todo esto ya es suficientemente loco, es porque no se imaginan las peculiares características políticas que iría tomando el posadismo con el paso de los años: “Llamamos a los seres de otros planetas a colaborar con los habitantes de la Tierra para suprimir la miseria. Deben usar sus recursos para ayudarnos”, bramó Posadas en uno de sus carismáticos discursos a la militancia. Sí, amigos, Posadas no solo estaba convencido de la existencia de los extraterrestres, sino que creía que los marcianos eran más comunistas que Willy Toledo. Y es que, pensaba Posadas, solo una sociedad comunista avanzada sería capaz de implementar la tecnología necesaria para construir naves espaciales y sables láser.

Llamamos a los seres de otros planetas a colaborar con los habitantes de la Tierra para suprimir la miseria. Deben ayudarnos

Palabra de Posadas: “Al capitalismo no le interesan los ovnis. Ése es el motivo por el que los extraterrestres que nos visitan no regresan. Además los marcianos no están interesados en la burocracia soviética por falta de perspectiva”, contaba el bueno de Posadas. No obstante, la comunión entre extraterrestres y humanoides proletarios estaba al llegar: Los marcianos se quedarían a vivir en el Planeta Tierra cuando “la burguesía colapse y triunfe la Huelga General”.

Sí, suena a que me estoy inventando todo esto, pero no: lo escribió el Camarada Posadas en un ensayo cuyo título podría ser el más disparatado de la historia de las ideas políticas: 'Los platillos volantes, el proceso de la materia y la energía, la ciencia, la lucha de clases revolucionaria y el futuro social de la humanidad' (1968). Oh, yeah.

Vale, escindirse no parece la mejor manera de unir fuerzas electorales; pero oigan: si tu potencial aliado cree que estamos al borde de una invasión alienígena roja, quizá sea sensato ir a las elecciones por separado. Piénsenlo… Dicho lo cual, quizá sea el momento de zanjar este artículo, porque mucho más lejos ya no puede ir...

En las últimas semanas estamos asistiendo a una nueva edición de uno de los mayores festivales políticos del mundo (por tradición, por quilombo y por espectáculo): las escisiones de la izquierda.

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