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La campaña electoral hace añicos a las 'celebrities' culturales
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Carlos Prieto

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La campaña electoral hace añicos a las 'celebrities' culturales

De los patinazos de la escritora Marta Rivera de la Cruz al gatillazo de la plataforma cultural del PSOE

Foto: Paco Clavel y Marta Rivera de la Cruz
Paco Clavel y Marta Rivera de la Cruz

Lo que mal empieza... mal acaba. Pedro Sánchez protagonizó en noviembre uno de esos actos de precampaña que tan bien se le suelen dar al PSOE: juntar a rostros populares para escenificar el apoyo de la cultura a los socialistas. Pues bien: el evento fue un pequeño desastre. El mismo partido que convenció a Pedro Almodóvar, Joan Manuel Serrat, Joaquín Sabina, Miguel Bosé, Boris Izaguirre, Jesús Vázquez, Ana Belén y Concha Velasco para que apoyaran a Zapatero, tuvo que conformarse esta vez con la serie B cultural: Xavier Sardá, Forges, Alejo Stiviel, Paco Clavel...

Que los tuyos de toda la vida no respalden tu candidatura, no parecía un buen presagio; y en efecto, no lo fue: la campaña de Sánchez va a la deriva desde entonces.

Ocurre que el gatillazo cultural del PSOE presagió otra cosa:no iba a ser la mejor campaña para 'celebrities' culturales y fichajes estrella.

La nueva política ha llevado a la política (profesional) a personas ajenas al mundillo. Hasta ahí bien. Pero al mismo tiempo, los nuevos electores parecen desconfiar de los rostros populares que se pasan a la política. Como si la nueva política fuera para la gente normal y las 'celebrities' culturales no tuvieran el estatus de gente normal (recuerden: los rostros populares no se comieron un colín durante el 15-M).

No diga VIP, diga gafe

El caso es que tanto los vips culturales como los fichajes estrella están protagonizando algunos de los grandes desastres políticos y cómicos de la campaña.

El gafe cultural lo encabeza ahora mismo la escritora, periodista y tertuliana Marta Rivera de la Cruz, número tres de Ciudadanos por Madrid y fichaje estrella personal de Albert Rivera. La actuación de Rivera de la Cruz en el debate a nueve de TVE fue tan errática que se convirtió en la comidilla viperina en Twitter.

No había acabado el debate y ya se estaban aireando tuis de Rivera de la Cruz donde la escritora patinaba de lo lindo en cuestiones como la violencia machista. La cosa acabó de mala manera: con uno de esos lamentables linchamientos por un tuit sobre el Holocausto sacado de contexto: “El Holocausto tiene explicación política”, escribió Rivera de la Cruz en 2014. Un linchamiento, por cierto, tan injusto y lamentable como el sufrido por Guillermo Zapata en su momento.

Pero lo importante aquí no es el tuit sobre el Holocausto, ni siquiera ver a la turbamulta digital liquidando otra carrera política, sino otra cosa: igual no fue buena idea que Marta Rivera de la Cruz defendiera las políticas de Ciudadanos en un debate electoral (está muy verde y parece decir todo el rato lo primero que se le pasa por la cabeza, burradas incluidas, totalmente a lo loco). Si Ciudadanos lograra mantener despierto a Albert Rivera 24 horas al día (y encadenado a un plató), quizá le iría mejor. Su banquillo hace aguas.

Regeneración, el musical

La maldición que afecta a las 'celebrities' culturales y a los fichajes estrella comenzó en precampaña, con el escándalo protagonizado por la escritora y periodista Irene Lozano, que saltó de UPyD al PSOE. Resumiendo: Pedro Sánchez intentó regenerar el PSOE a golpe de rostro popular y salió escaldado y entre gritos de “transfuguismo no, gracias”.

A Podemos tampoco parece haberle salido bien su política de fichajes estrella (en su caso, no vinculados a la cultura), ya que casi todos sus rostros populares podrían quedarse fuera del Congreso, según el CIS. Tres cuartos de lo mismo le ocurre al PSOE: la ex militar Zaida Cantera podría no entrar en el Congreso. Y de lo de la corredora Marta Domínguez y el PP mejor ni hablamos…

El gafe se ha extendido también a la farándula cultural. La 'celebritie' y escritora Carmen Lomana, candidata del partido de extrema derecha VOX, arrancó la campaña pidiendo el voto para, ¡tachán!, ¡el PP!; en lo que quizá sea el colmo... Vale que los partidos se adapten a las particularidades de esos espíritus libres llegados desde la cultura, la farándula y las profesiones liberales, pero oigan, todo tiene un límite: pedir el voto para el propio partido es lo mínimo exigible. Si nuestros fichajes estrella quieren desvariar en televisión, que desvaríen (y así nos echamos todos unas risas), ¡pero que luego metan el voto correcto en la urna, demonios!

Lo que mal empieza... mal acaba. Pedro Sánchez protagonizó en noviembre uno de esos actos de precampaña que tan bien se le suelen dar al PSOE: juntar a rostros populares para escenificar el apoyo de la cultura a los socialistas. Pues bien: el evento fue un pequeño desastre. El mismo partido que convenció a Pedro Almodóvar, Joan Manuel Serrat, Joaquín Sabina, Miguel Bosé, Boris Izaguirre, Jesús Vázquez, Ana Belén y Concha Velasco para que apoyaran a Zapatero, tuvo que conformarse esta vez con la serie B cultural: Xavier Sardá, Forges, Alejo Stiviel, Paco Clavel...