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El atasco y bombazo de Foo Fighters en el Mad Cool
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Víctor García

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Víctor García

El atasco y bombazo de Foo Fighters en el Mad Cool

Foo Fighters, la banda liderada por el polifacético Dave Grohl, reventó el primer día del festival madrileño Mad Cool con una sobredosis de rock a la que algunos no están acostumbrados

Foto: Dave Grohl, de Foo Fighters, en acción. (Reuters)
Dave Grohl, de Foo Fighters, en acción. (Reuters)

Quedaban 15 minutos para las 22:15 horas, cuando debían empezar a tocar, y la furgoneta que llevaba a Foo Fighters seguía atrapada en la M40. Dave Grohl, antes de lanzar su primer berrido visceral sobre el escenario, hizo algo parecido cuando veía que no llegaba a tiempo para su show. Se juntó el complejo acceso a la 'isla' donde está incrustada la Caja Mágica y que en Madrid, si caen gotas, brotan atascos. Con cinco minutillos de retraso y con el cielo despejado, la banda de Seattle saltó al escenario principal de Mad Cool. "¡Hace una noche maravillosa!", gritó Dave al poco de subirse a las tablas.

Dos horas y veinte de concierto para despachar una veintena de canciones y algún que otro minuto de charla. Fuerza, movimiento y actitud de una de las bandas que más ha crecido en la última década del panorama intenacional. El triunfo de Foo Fighters se basa en el polifacético líder Dave Grohl y su creatividad. Sin abandonar el rock ha logrado aglutinar fans de diferentes estilos. En esta primera noche de la segunda edición del festival madrileño, para muchos profanos del rock and roll fue una gran oportunidad de levantar las manos haciendo los cuernos en el entorno natural de dicho gesto. Porque con el resto del cartel, salvo Green Day, será más una pose que un sentimiento.

Voz desgarrada, pelo largo, riffs rápidos y mordiscos del batería a gran velocidad. En ocasiones, Foo Fighters se desmelena y ofrece cobijo para el amante del rock duro -como su nuevo tema, 'Run'- que este jueves tocaron. En otras, la voz se aterciopela, aparecen melodías más suaves y ahí engancha a otro tipo de público, como en el 'All My Life', 'Times Like There', 'Learn to Fly' o 'The Pretender' con los que arrasaron en la primera mitad del show. Mezclado todo lo llaman rock alternativo -una suerte de rock pop- y aparece como una continuación más 'light' del grunge que conquistó a buena parte de la juventud occidental de los 90.

Grohl no sólo se rehizo de la descomposición de Nirvana, segunda banda más importante del género tras Pearl Jam (vendía más discos que los de Kurt Cobain), sino que su grupo, disco a disco (en septiembre sumarán 9 más un EP), ha ido llegando a cotas de la banda de Eddie Vedder y desde hace un par de años ya pueden ser cabezas de cualquier festival del mundo. El de Mad Cool es un ejemplo de que igual puede encajar en un festival de rock que en uno de su primo el indie. Como dijo AC/DC en los 70: "It's a long way to the top If you wanna rock and roll"... porque la banda ha tardado más de dos décadas en tener el actual reconocimiento.

Todos de negro (en el escenario)

Vestidos todos de negro salvo el baterista Taylor Hawkins, su rock penetró en un festival de corteza indie y con cierta fama de postureo. Pocos se irían a la cama sin que las ideas de 'Grohl & Cia' calasen en sus huesos (y no el agua, como amenazaba unos minutos antes) pese a que sólo se supieran 'Best Of You', 'Everlong', 'Learn To Fly' o similar. El cóctel de ritmos, la gran puesta en escena y los estribillos suelen cautivar a la masa. Este jueves, el parking de la Caja Mágica botó en cada uno de sus temas y el Manzanares, que transcurre al lado, se hizo más pequeño en comparación con las olas de un río formado por más de 40.000 personas.

Las notas puntiagudas que salían de las guitarras de Grohl, Smear y Shiflett hacían vibrar a gente con camisa hawaiana, camisetas de marca, de tirantes... poco que ver al pase de modelos habitual de un festival de rock, donde la camiseta negra de un grupo es el color de camuflaje común y esos cuernos de los que hablábamos al principio un recurrente gesto sentimental, no una postura artificial para un selfie. Esta noche unificó a poperos, indies, rockeros y nostálgicos que portaban sus camisetas de Nirvana. Todos a saltar.

Foo Fighters no sólo es el carismático Dave Grohl (que como guitarrista, bajista, baterista y vocalista fundó el solo el grupo y un tiempo después se buscó compañeros), también lo forman el mencionado baterista Taylor Hawkins, el bajista Nate Mendel, ex de Sunny Day Real Estate, su compañero en las giras de Nirvana, Pat Smear a la guitarra rítmica y Chris Shiflett a la solista, incorporando a los shows (antes presente en estudio) los teclados de Jami Raffee. Están en un momento dulce, funcionan como una cadena perfecta y exportan rock indiscriminadamente. Acierto pleno de Mad Cool que se ha puesto un listón difícil de superar: bombas así no caen todos los años.

PD: Si a la banda sobre el escenario poco más se le pudo pedir, al concierto le faltó el funcionamiento de las dos pantallas que escoltaban al escenario (éstas sí que lucieron de negro) y algún que otro vatio de sonido.

Quedaban 15 minutos para las 22:15 horas, cuando debían empezar a tocar, y la furgoneta que llevaba a Foo Fighters seguía atrapada en la M40. Dave Grohl, antes de lanzar su primer berrido visceral sobre el escenario, hizo algo parecido cuando veía que no llegaba a tiempo para su show. Se juntó el complejo acceso a la 'isla' donde está incrustada la Caja Mágica y que en Madrid, si caen gotas, brotan atascos. Con cinco minutillos de retraso y con el cielo despejado, la banda de Seattle saltó al escenario principal de Mad Cool. "¡Hace una noche maravillosa!", gritó Dave al poco de subirse a las tablas.

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