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Los 22 de Vicente son todos poetas
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Alberto Olmos

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Los 22 de Vicente son todos poetas

22 poetas reúne el ensayista cordobés Vicente Luis Mora en 'La cuarta persona del plural', volumen que amplía el formato literario polémico por excelencia: la antología

Foto: Vicente Luis Mora
Vicente Luis Mora

Posición o audiencia dice Julien Gracq en 'La literatura como bluff' que puede conseguir un escritor. Un poeta, sin duda, sólo puede alcanzar una posición, esto es, reconocimiento, y son las antologías las que van aupando o descabalgando ambiciones. Por eso son tan divertidas.

Hace unos meses tuve en mis manos 'El canon abierto: última poesía en español' (Visor, 2015), compilación elaborada por Remedios Sánchez García. 40 poetas de España y América Latina eran señalados como los mejores de la actualidad. Remedios Sánchez pidió el voto a doscientas personas, mayormente del mundo académico. Su intención (tan buena) era huir de acusaciones de sectarismo, pues no elegía ella a los poetas, los elegía, digamos, el pueblo. El resultado fue una de las antologías más delirantes e insolventes que he leído en mi vida (y trato de leerlas todas).

¿El motivo? Atendiendo a las biografías de los poetas, uno veía enseguida que nadie votaba en realidad una obra, sino a un jefe: bastaba dirigir un festival aquí o allá, una revista, o ser profesor universitario (preferentemente en Granada) para que decenas de personas a las que habías invitado al festival, a tu revista o a tu facultad te dieran su plácet.

Un millón de poetas buenísimos

placeholder 'Tras(lúcidas)', antología de poesía femenina de Marta López Vilar
'Tras(lúcidas)', antología de poesía femenina de Marta López Vilar

Otra cosa que pasa con las antologías es que, entre que sale una y sale otra, decenas de poetas antes ignorados se han vuelto imprescindibles. Marta López Vilar acaba de reunir en '(Tras)lúcidas' (Barleby Editores) a 29 poetas mujeres y españolas que son la pera. Me admira que sea difícil encontrar 29 grandes poetas en la historia de la literatura universal y Marta López haya encontrado 29 sólo en nuestro país, y exclusivamente mujeres.

Sólo han pasado cinco años desde que esta misma editorial encargó a David González la antología 'La manera de recogerse el pelo', donde aparecían 13 poetas mujeres que también eran la pera. En cinco años hemos pasado de 13 a 29, lo que podría dar la impresión de que cada vez hay más buenas poetas. Y no: cada vez hay otras buenas poetas. Sólo una de las 13 de David González está entre las 29 de Marta López.

Por no hablar de las ausencias, quid sangriento de toda antología de poesía que se precie. Ni Elena Medel ni Luna Miguel ni Yolanda Castaño -cito, digamos, a las tres poetas más conocidas y perseverantes de nuestro país; Raquel Lanseros sería otra- figuran en '(Tras)lúcidas'.

Los 22 de Vicente

placeholder 'La cuarta persona del plurarl', de Vicente Luis Mora
'La cuarta persona del plurarl', de Vicente Luis Mora

Y en estas viene Vicente Luis Mora y se despacha a gusto en 'La cuarta persona del plural' (Vaso roto), subtitulada “Antología de poesía española contemporánea (1978-2015)”, un trabajo a años luz de todo lo que vengo citando. Cosa seria, vamos.

Tan seria que Mora lo presenta con un prólogo de cien páginas donde no falta ni una sola referencia a nadie que haya pensado algo en la historia de la teoría literaria y de la estética en los últimos 2000 años. Sólo ese prólogo -pasajes un tanto ásperos al margen- ya es de por sí una auténtica proeza, quizá el mejor ensayo de su autor.

En él viene a decirnos dos cosas: que la poesía oficial es un bluff y que los poetas buenos son complejos. Sin citar a Luis García Montero, Mora radiografía con cianuro aquellos años felices de la poesía de la experiencia (década de los noventa) donde “formas culturales de perfil bajo” triunfaron gracias a “buenos contactos políticos”, lo que provocó que “a las editoriales que amparaban esta corriente llegaran incesantes subvenciones públicas” sobre todo en “premios cuyos fallos solían ser bastante predecibles.”

Tomando a Harold Bloom como guía del gusto, Vicente Luis Mora ha ungido de grandeza a 22 poetas al calor de un discutible concepto: la originalidad, y en virtud de una práctica del hecho poético que fomente dificultad de lectura, exigencia intelectual. “Son los nuestros tiempos donde se ha puesto precio a la cabeza de lo difícil.”, se lamenta el antólogo.

Me gusta que 'La cuarta persona del plural' se tome tan en serio a sí misma, porque de álbumes de cromos o maniobras mafiosas propuestas como “antología de poetas” ya hemos tenido bastantes

Por ello, es raro que luego uno lea, en el primer poeta seleccionado (Rikardo Arregi) versos de este tenor: “Tú elegiste nacer como una estrella/ de rock y dar conciertos por el mundo,/ y al momento te plantaste delante, simulando un punteo de guitarra (…) Cuando llegó mi turno / para mi vida póstuma elegí ser aquella guitarra entre tus brazos.” ¿Tanta teoría y tanto perfume del pensamiento (“ironía dañada”) para leer una cursilada de pupitre de COU?

No pocos de los poemas que leemos en esta recopilación nos apelan desde el ingenio, como es sabido, la más barata de las inteligencias literarias. “Nos matamos trabajando/ para construir cementerios” (Jorge Riechman).

La cosa empieza a mejorar cuando entra en escena Vicente Valero (poeta por el que siento especial predilección, sea dicho). “El pensamiento más profundo de un cazador es su disparo”. Esto ya es otra cosa, obviamente, “memorable speech”, que definiera Auden; y sigue así con Diego Doncel, Álvaro García (“Una piedra cansada poco a poco,/ que bota cada vez con menos ímpetu/ y termina rindiéndose a ser piedra”), José Luis Rey y ese poema espectacular de María do Cebreiro que es 'Crecente'.

Por supuesto, hay poetas que no me han gustado nada, pero me ha gustado incluso que no me gustaran, que Vicente Luis Mora se arriesgue y apueste, cite y niegue, y que 'La cuarta persona del plural' se tome tan en serio a sí misma, porque de álbumes de cromos o maniobras mafiosas propuestas como “antología de poetas” ya hemos tenido bastantes.

Posición o audiencia dice Julien Gracq en 'La literatura como bluff' que puede conseguir un escritor. Un poeta, sin duda, sólo puede alcanzar una posición, esto es, reconocimiento, y son las antologías las que van aupando o descabalgando ambiciones. Por eso son tan divertidas.

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