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La fenomenal vida sin política de Enrique Vila-Matas
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Alberto Olmos

Mala Fama

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La fenomenal vida sin política de Enrique Vila-Matas

Autor de culto cuya obra puede analizarse desde varios ángulos, llama la atención su desapego político. RTVE le acaba de dedicar una edición de su programa 'Imprescindibles'.

Foto: Un joven Vila-Matas en un momento de 'Imprescindibles'
Un joven Vila-Matas en un momento de 'Imprescindibles'

Aprovechando que todo el mundo está hablando de política, vamos a hablar de Enrique Vila-Matas, el autor apolítico por excelencia. Seguramente habrá quien crea que nadie puede ser apolítico, y menos si su trabajo consiste en lanzar palabras y relatos al espacio público, pero lo cierto es que uno lee la obra completa de Enrique Vila-Matas, y cientos de sus artículos, y no encuentra ni una sola referencia a la realidad cotidiana, al precio del pan.

Uno lee la obra completa de Enrique Vila-Matas y no encuentra ni una sola referencia a la realidad cotidiana, al precio del pan

Vila-Matas encontró esta neutralidad relativamente pronto: con su libro 'Historia abreviada de la literatura portátil', un catálogo de epifanías literarias que encauzó su obra hacia la metaliteratura, la metaficción, el ensayo sobre arte conceptual y la "alta poesía". Entre el '¿Qué hacer?' (1902) de Lenin y el "No hay nada que hacer" de 'Esperando a Godot' (1952), se extiende el periodo histórico que dio carta de naturaleza al "compromiso" de los escritores, con Sartre como santo patrón del remordimiento de conciencia. Todo ese tramo de politización de las letras es sobreseído en la obra de Enrique Vila-Matas, que con 'Bartleby y compañía' y 'El mal de Montano' se asentó en su propio mundo paralelo, un mundo -en muchos casos- mejor que el nuestro.

Hacer el tonto

Detallaba Dalí en su autobiografía cómo se convirtió en un payaso. Decía que él nunca fue normal, pero que no eran tan anormal como llegó a vérsele. El caso era que la anormalidad suya natural le llevaba a vivir experiencias enriquecedoras y a ver el mundo desde otro punto de vista, de modo que decidió forzar esos comportamientos estrafalarios, hacer el tonto para que la vida le devolviera alguna verdad nueva.

Detallaba Dalí en su autobiografía cómo se convirtió en un payaso. Decía que él nunca fue normal, pero que no eran tan anormal como llegó a vérsele.

Algo así encontramos en los inicios de Enrique Vila-Matas, devoto por cierto de la obra literaria de Dalí. En 'Extraña forma de vida', el documental que RTVE emitió recientemente sobre Vila-Matas dentro de su espacio 'Imprescindibles', se explora con generosidad esta etapa inaugural de locura autocontrolada.

El propio autor, grabado en París, relata algunas de sus aventuras ilógicas, como una ocasión en la que decidió colar en su agenda el nombre de una mujer, y un número de teléfono, y dejar la libreta sobre una mesa con la intención de que su esposa la encontrara y se mosqueara. Finalmente llamaron al número inventado para la broma, y preguntaron por el nombre falso que Vila-Matas había escrito en una página cualquiera de su agenda. Al otro lado de la línea, alguien les dijo que esa persona inexistente se ponía enseguida.

Siempre era felicitado al día siguiente por las declaraciones tan explosivas que sacaba a los actores

También da cuenta este estupendo documental de las numerosas entrevistas a actores y directores extranjeros que Vila-Matas realizó, o bien inventándoselas en su integridad, o bien traduciendo entrevistas del inglés -idioma que no conocía- a la buena de Dios. Siempre era felicitado al día siguiente por las declaraciones tan explosivas que sacaba a los actores.

Ignacio Martínez de Pisón, Cristina Fernández Cubas y Masóliver Ródenas aportan a 'Extraña forma de vida' numerosos datos sobre estos inicios tan subversivos (en la propia película, Vila-Matas habla con una soltura juvenil encantadora), repaso que completa una -en verdad- apabullantemente atractiva colección de fotografías de la época, donde Enrique Vila-Matas posa siempre como el hombre más moderno de Occidente.

Sin premios oficiales

En el documental, Vila-Matas visita a Miquel Barceló, que le hace un retrato urgente y poco vistoso. El arte contemporáneo -principalmente el arte conceptual- ha acabado protagonizando los últimos libros de nuestro autor ('Kassel no invita a la lógica', 'Marienbad eléctrico'), después de una decena de novelas dedicadas a las curiosidades y misterios de la literatura. Se diría que esas obras han funcionado como calentamiento para el salto final, que es un salto al vacío del arte, a la propia vida como la obra artística que uno no desea terminar nunca.

Enrique Vila-Matas, que no sé si vota ni a quién, que no escribe sobre esta actualidad de encuestas absurdas y tertulianos multitarea, es uno de los dos o tres escritores vivos en español más importantes de nuestro tiempo, traducido a decenas de idiomas y galardonado en varios países. Sin embargo, nunca ha recibido un premio oficial en España, y eso que hay unos cuantos: premio Nacional, premio Cervantes, premios Príncipe de Asturias...

Esta dejación institucional quizá sea una señal bastante más significativa de compromiso personal

Esta dejación institucional, que muchos pueden pasar por alto, quizá sea -volviendo a la política- una señal bastante más significativa de compromiso personal que, justamente, exhibir sensibilidades sociales a condición de canjearlas de inmediato por premios imponentes, como vemos en general en el listado de ganadores de los galardones mencionados.

“Tengo mi propia política porque no creo en el gobierno”, cantaba un rapero ya olvidado. Quizá lo apolítico -a la manera Vila-Matas- acabe convirtiéndose en la auténtica nueva política.

Aprovechando que todo el mundo está hablando de política, vamos a hablar de Enrique Vila-Matas, el autor apolítico por excelencia. Seguramente habrá quien crea que nadie puede ser apolítico, y menos si su trabajo consiste en lanzar palabras y relatos al espacio público, pero lo cierto es que uno lee la obra completa de Enrique Vila-Matas, y cientos de sus artículos, y no encuentra ni una sola referencia a la realidad cotidiana, al precio del pan.

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