'The Walking Dead' ha vuelto… Y Negan sacó su 'Lucille'

Un total de 203 días después, 'The Walking Dead' ha regresado a la parrilla televisiva para seguir jugando con sus espectadores. Para devolverles al clima de terror que Negan había creado en el último episodio, la serie de FOX invierte un cuarto de hora en desvelar la intriga con la que los seguidores de la serie han tenido que vivir medio año: ¿quién era la víctima del nuevo enemigo del grupo de supervivientes encabezados por Rick?

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Mucho se ha especulado, porque de eso vive la serie, sobre quiénes iban a ser los elegidos. Maggie aparecía como principal favorita en las apuestas, tanto por embarazo, poco compatible con el apocalipsis zombi, como por los compromisos profesionales de la actriz que la interpreta, Lauren Cohan.

Greg Nicotero, 'showrunner' a cargo de la serie, se había referido a las víctimas de Negan en plural, algo que no descartaba a la embarazada. Pero el creador no jugaba con ese matiz, y en medio de la tensión y la desesperación generada por la maldad de Negan, vemos que el grupo pierde a dos de sus componentes.

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Dos peor que uno

El pelirrojo y bigotudo Abraham Ford, que se incorporó a la historia en la cuarta entrega, es el primero en encontrarse con la brutalidad de Lucille, el bate con púas que Negan utiliza para acabar con sus víctimas. A pesar de que el personaje interpretado por Michael Cudlitz no pierde ni un ápice de su mala leche, y no desaprovecha la oportunidad de expresarle a Negan lo que siente por él, su participación en la serie termina ahí. Una baja que sienten en lo más hondo de su corazón Sasha, su nuevo amor, y Rosita, la mujer que le acompaña desde que se incorporaron al grupo de Rick. Y una pérdida que acusará el grupo cuando se trate de emplear la fuerza bruta. Pero poco más.

Consciente de ello, y tal vez como engaño para aquella parte de la audiencia que pensase que la brutalidad de Negan era más un mito que una realidad, los creadores han dejado que el personaje intepretado por Jeffrey Dean Morgan siguiese dando rienda suelta a su vertiente más violenta, y se deshiciese de otro superviviente. Con más enjundia y valía que Abraham. Tanta como la que puede tener uno de los tres personajes protagonistas desde el inicio de la producción, que junto a Rick y su hijo Carl habían logrado sobrevivir juntos desde el comienzo de la historia en Atlanta: Glenn. Y por si el sufrimiento no hubiera sido suficiente, mientras que con Abraham los planos se limitan a ser sangrientos, pero no detallados, con Glenn el espectador tiene el enorme placer de comprobar qué sucede en una cabeza humana cuando es golpeada con un bate a gran velocidad. Gracias, Nicotero, era un plano sin el que no podríamos vivir.

Un poco de terror psicológico

Para descubrir quiénes son las víctimas de Negan y su bate, la acción acompaña a Rick en su viaje con el temido personaje, que lo arrastra a la caravana para conducirle a su propia misión redentora. A base de provocaciones y humillaciones, el que una vez fuera líder del grupo se ve sometido a los deseos del desequilibrado y voraz asesino, que como ya había amenazado, está dispuesto a convertir su vida en un infierno. Y después de deshacerse de dos de sus miembros más valiosos, en lo que a poder de combate se refiere, Rick tiene que sufrir cómo Negan le obliga a enfrentarse a un grupo de zombis en medio de la niebla.

Cuando logra salir airoso de esa absurda misión, en la que Negan lo único que busca es conseguir que Rick sienta verdadero terror por él, la pesadilla aún no ha terminado. Porque Negan necesita ver en Rick respeto y sentir que las muertes de sus compañeros han servido para hacer desaparecer cualquier atisbo de lucha que el antiguo 'sheriff' estuviese planeando. Algo que, como no ha logrado con su paseo, buscará utilizando al miembro del grupo más preciado para Rick, su hijo Carl. Afortunadamente, y cuando el episodio está a punto de convertirse en una orgía sangrienta, que quizá resulte excesiva para buena parte de la audiencia, el sanguinario líder decide echar el freno.

Pero la piedad no es un término que Negan conozca, y antes de abandonar a Rick y los suyos en el bosque, y marcharse con todos sus hombres, decide minar un poco más la fuerza bruta del grupo. Para lograrlo, y para mantener la amenaza bien presente tanto en la audiencia como en los supervivientes, ordena a sus hombres que suban a Daryl a una camioneta. Y amenaza con cortarlo en pedazos si Rick no trabaja para él tal y como espera que lo haga. El verdadero terror no reside en que esto suceda, sino en el hecho de que las esperanzas de salvación y venganza del grupo pasan por, entre otros, dos hombres como Aaron y Eugene, que si algo han demostrado en las últimas temporadas es que no están hechos para el apocalipsis.

¿Un nuevo comienzo?

Antes de despedirse de ellos, aún temblorosos por el terror experimentado a lo largo de toda la noche, Negan exclama un sentido y reconfortante “bienvenidos a un nuevo comienzo”. Que no por anunciado resulta más creíble o importante que los nuevos comienzos que el grupo, y la serie, han experimentado anteriormente, ya sea con la aparición de el Gobernador, la llegada a Terminus o su estancia en Alexandria. Puede ser más sangriento, más terrorífico de lo que podría parecer Deanna Monroe, o más inquietante que el Gobernador. Pero no es más que el comienzo de otra historia en la que los personajes deberán rehacerse y unir fuerzas para resarcirse, y seguir adelante en un viaje sin destino, en el que el fin último es sobrevivir sin estar al servicio de nadie, ni vivir en la perpetua lucha.

He aquí una historia cargada de trampas, que vive de las filtraciones y las especulaciones de la red y se conforma con la violencia como única innovación

Después de siete temporadas en las que el fenómeno no ha dado signos de agotamiento, es de esperar que de aquí a diciembre, cuando llegue el parón habitual, los personajes, y los espectadores, se recompongan del traumático inicio. Y así, todos lleguen al episodio previo al descanso con fuerzas renovadas para afrontar una nueva amenaza y plantear un nuevo 'cliffhanger' al espectador. No podemos descartar que, como hace un año, los creadores se atrevan a jugar un poco más con la audiencia, con muertos no muertos y contenedores milagrosos. La serie regresará en febrero, para despedirse con un nuevo e impactante final que será convenientemente alimentado durante seis meses. Y que pase la siguiente temporada, que ya está confirmada.

Pedirle a una producción que se encuentra en su séptima temporada que trate de distanciarse de aquello de lo que se ha alimentado durante tanto tiempo puede ser absurdo. Casi tanto como esperar que a la audiencia le valga, a perpetuidad, una historia cargada de trampas, que vive de las filtraciones y las especulaciones de la red y se conforma con la violencia como única innovación. El mayor interrogante de 'The Walking Dead' ahora mismo es saber quién se rendirá antes, si la historia y sus creadores o la audiencia. Esperemos que para contrarrestar el cansancio, Ezequiel y su tigre aparezcan pronto. O, si no, que simplemente la especie humana se limite a extinguirse. Que ya hemos sufrido bastante.