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Los políticos españoles aniquilan a Kafka
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Alberto Santamaría

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Los políticos españoles aniquilan a Kafka

Kafka en la política española. O cómo el uso indiscriminado de la expresión 'kafkiana' no tiene sentido más allá de mostrar la nulidad de los políticos

Foto: Alberto Fabra y Rita Barberá (EFE)
Alberto Fabra y Rita Barberá (EFE)

Hace ya unas cuantas décadas Leo Strauss utilizó la expresión 'reductio ad hitlerium' como una forma de definir una falacia basada en que "cuando una discusión se alarga demasiado, siempre aparecerá quien acuse de fascismo hitleriano a su contraparte". Es sencillo observarlo. En realidad tiene mucho de la falacia ad hominem. Dos personas discuten y en cuanto uno argumenta desde una posición cuestionable, el otro lo acusa de "hitleriano" o "nazi", o "fascista". Tal falacia por tanto ejerce un doble movimiento: por un lado, legitima a quién lo emite, y, por otro, deslegitima a su oponente. Lo curioso es que esta falacia puede observarse en muy diversos niveles.

En la política española lo habitual es lo que podemos denominar 'reductio ad kafkianum', donde Kafka, sin embargo, pinta bien poco.  Se trata de una forma de argumentar donde aparece un Kafka sin Kafka. Lo de menos es si “lo kafkiano” se amolda a un modo literario de entender el problema (no se trata de El proceso), sino de que la simple mención, la sencilla expresión “es kafkiano”, sea eso lo que sea, levanta una polvareda que desbarata cualquier discusión, inoculando el virus de lo ridículo.

Cuando un político no sabe como argumentar ante su oponente, recurre a lo 'kafkiano'

Lo que vengo a decir es que entre nuestros políticos ha surgido la versión "pachanga" de aquella falacia de Leo Strauss, que consiste en que cuando un político no sabe como argumentar ante su oponente, o no sabe qué decir, o no entiende el contexto del debate, o, simplemente, debido a su carácter "retard", no sabe qué decir, la salida es o bien "esto es una situación kafkiana" o "veo kafkiano que…", y así el debate puede cerrarse sobre sí, dejando al emisor feliz,  soplando ufana, pero ridículamente, sobre el cañón de su revólver dialéctico.

Festival de los horrores diallécticos

placeholder Soraya Sáenz de Santamaría

En 2008 Soraya Sáenz de Santamaría decía: "Es absolutamente kafkiano que las víctimas tengan que soportar la presencia de un terrorista como De Juana Chaos". Poco tiempo después, Laura Mintegui (Bildu) usaba exactamente la misma expresión. Preguntada por una intervención de Arnaldo Otegi sobre su papel en el final de ETA, afirma: "A mí me parece que está mucho más cercana a la verdad esa declaración que otras declaraciones que he oído por las cuales el PP se atribuye el final de ETA, […] algo absolutamente kafkiano y paranoico". 

En cualquier caso, si hacemos un barrido cuantitativo, el uso del 'reductio ad kafkianum' es muy elevado por parte de los habitantes del planeta Génova 13. El 27 de febrero de 2009 Rita Barberá decía: "Estamos bajo sospecha porque este kafkiano procedimiento sigue en manos de quien ya tenía que haberse inhibido". Y ese mismo día, un poco más tarde, insistió en la "situación de indefensión en la que este proceso kafkiano nos ha introducido al Partido Popular".

También 2009, desde el PP valenciano, se decía para hablar de Gürtel y en concreto de la dimisión de Bárcenas: "Es kafkiano que este caso en nuestra Comunidad acapare, de manera tan desproporcionada, la atención de algunos medios. Revela que estamos frente a una campaña político-mediática organizada. Es propio de un país tercermundista la utilización de las instituciones públicas: Policía o Fiscalía del Estado. Y la campaña mediática se basa en la filtración de un secreto de sumario. Ese es el único delito probado". "Resulta kafkiano escuchar consejos de Barreda, quien ha sido el presidente de la región y ha puesto en riesgo la viabilidad económica de Castilla-La Mancha, con políticas de recortes y metiendo la mano en los bolsillos de los funcionarios”, decía  la diputada regional del Grupo Parlamentario Popular, Cesárea Arrendó

En todas partes cuecen habas

placeholder Rafael Velasco

Pero este uso del reductio ad kafkianum no cae sólo de un lado. Rafael Velasco, del PSOE Andalucía, decía lo siguiente sobre el PP: "Parece un poco kafkiano, incongruente y no acorde a la coherencia que deben tener los políticos que quien no ha reconocido nunca la deuda histórica, sea quien se presente ahora ante los tribunales”.

Por su parte, Cayo Lara, en marzo de 2012, veía “kafkiano que nuestro BCE no compre la deuda de los países, y se le da dinero a la banca para que haga de intermediaria, especulando y ganando dinero a costa de los ciudadanos".

Hasta el díscolo Rogelio Estrada lo utilizaba: "Me parece kafkiano que el Partido Popular me pida disciplina de voto. Cuando me presenté a las elecciones, lo hice como independiente".

Miguel Ángel Revilla, antes de las anteriores elecciones regionales, decía: "En estos momentos es imposible pensar en la posibilidad de un pacto con el PP. Es imposible, absurdo y kafkiano un pacto con el PP, no hay ni conversaciones de pasillo". 

Miguel Ángel Revilla

Así mismo, Manuel Chaves (PSOE) se siente "en situación de 'indefensión' y víctima de una situación "kafkiana" por el último auto de la juez que instruye el caso de las irregularidades en los expedientes de regulación de empleo (ERE)". 

Otro caso: "PSOE tacha de 'incongruente, torpe y kafkiano' que la Generalitat suspenda la construcción del acceso a la estación AVE". Y en 2012, en Asturias, Javier Fernández, junto a Rubalcaba, sostenían "que la situación de la derecha asturiana es 'kafkiana' por sus 'fobias' entre ellos (Foro y PP) y que Asturias no se puede permitir el lujo de que entre esos dos partidos sumen veintitrés diputados (mayoría parlamentaria)". 

Antonio Castro, presidente de la Cámara del Parlamento Canario, llegó a decir: "Será kafkiano, pero lo dice el Reglamento y si no se lo saben será muy difícil trabajar aquí".

Incluso están a los que 'kafkiano' se les queda corto, como a Carlos Velásquez (PP) que califica de 'kafkiana y dantesca' una petición de la oposición.

Otras menciones memorables. José Ignacio Echaniz, del Partido Popular: “En este momento estamos soportando la kafkiana situación de que rumanos que estuvieron trabajando en España en el ámbito de la construcción y que se volvieron a su país cuando se quedaron sin trabajo, utilizan la tarjeta europea que se sacaron gracias a la española". Incluso están a los que lo de kafkiano se les queda corto, como a Carlos Velásquez, también del PP, quien recientemente señalaba que era "kafkiana y dantesca" una petición realizada por un partido de la oposición.

Pero sobre todo lo kafkiano ha alcanzado cotas elevadas en manos de Luis Bárcenas. En marzo de 2013, se despachaba con su dosis de kafkanismo al señalar que "es absolutamente kafkiano" que Ruz y Bermúdez le citen el mismo día y dice no saber qué delito se le imputa".

Es curiosamente al Partido Popular al que más le gusta usar la expresión absolutamente kafkiano como modo de penetrar en las líneas argumentales enemigas, pero para ello convierten en pelele retórico la expresión kafkiano. Y así funciona la 'reductio ad kafkianum'.

La imposibilidad de sentido

 Entonces, ¿qué es kafkiano para la política hoy? ¿Qué diferencia hay entre kafkiano, un poco kafkiano, casi kafkiano y absolutamente kafkiano? ¿Entre kafkiano y kafkiano y dantesco? La 'reductio ad kafkianum' que proponemos es esto: la imposibilidad del sentido.

¿Qué tiene de kafkiano que los rumanos utilicen una tarjeta sanitaria?

En la boca del político, kafkiano podría leerse como sinónimo de su propia estupidez. ¿Qué tiene de kafkiano que los rumanos utilicen una tarjeta sanitaria? ¿Alguien que ha sido capaz desviar millones de euros ilegalmente puede decir tan tranquilamente que esto es "absolutamente kafkiano"? ¿Puede ser absolutamente kafkiano que un etarra esté en la calle y al mismo tiempo que quienes defienden a ese etarra digan que lo absolutamente kafkiano es decir que es absolutamente kafkiano pensar que los que dicen que es absolutamente kafkiano que un etarra esté en la calle son los que más hacen por el fin de ETA?

No tiene otra vuelta de hoja: reducir el diálogo con tu oponente a una situación donde todo lo que hace el otro es kafkiano es una señal de sobresaliente estupidez. La intención al utilizar esa expresión es no decir nada, simplemente, legitimar tu posición con el objetivo de deslegitimar la contraria, y en esto, no hay político ni partido político que se salve. Si todo es kafkiano, evidentemente, nada lo es.


Alberto Santamaría (Torrelavega, 1976) es poeta. Entre sus lilbros destacan Notas de verano sobre ficciones del invierno. (Visor, 2005), Pequeños círculos. (DVD, 2009) e Interior metafísico con galletas. (El Gaviero Ediciones, 2012).

Hace ya unas cuantas décadas Leo Strauss utilizó la expresión 'reductio ad hitlerium' como una forma de definir una falacia basada en que "cuando una discusión se alarga demasiado, siempre aparecerá quien acuse de fascismo hitleriano a su contraparte". Es sencillo observarlo. En realidad tiene mucho de la falacia ad hominem. Dos personas discuten y en cuanto uno argumenta desde una posición cuestionable, el otro lo acusa de "hitleriano" o "nazi", o "fascista". Tal falacia por tanto ejerce un doble movimiento: por un lado, legitima a quién lo emite, y, por otro, deslegitima a su oponente. Lo curioso es que esta falacia puede observarse en muy diversos niveles.

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