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Nos hemos quedado sin Carmen

El autor de 'La verdad sobre el caso Savolta' recuerda sus últimos momentos con la editora

Foto: Carmen balcells deposita en la "caja de las letras" del instituto cervantes un legado personal
Carmen balcells deposita en la "caja de las letras" del instituto cervantes un legado personal

Comimos mano a mano, en su casa, hace apenas unas semanas. Había preparado, como de costumbre, un banquete descomunal para mí y un plato minúsculo y apenas nutritivo para ella. Como de costumbre, se comió su ración y la mitad de la mía. Estaba animada y divertida, hablamos de todo, lo pasamos bien, salí contento del encuentro. Siempre pensé que si un día escribía sobre Carmen Balcells llenaría varios volúmenes. Ahora que me pongo a hacerlo, no tengo palabras.

A los que piden que diga algo, sólo puedo ofrecerles mis disculpas. Me he quedado mudo. Mi amistad con Carmen se remonta a 1965 y ha sido y es mi agente desde hace casi cuarenta años. Durante este tiempo, nunca se me ocurrió leer una sola cláusula de los contratos que me pasaba a la firma, como nunca dejé de cumplir a ciegas los consejos que me daba, en el terreno literario y, sobre todo, en el terreno personal. Y puedo asegurar que Carmen ha intervenido en los momentos más importantes de mi vida.

Lo demás es del conocimientos general y son sólo palabras: la perspicacia como lectora, el talento para los negocios, la generosidad desbordante, la ocurrencia genial, la anécdota extravagante, la lágrima fácil, la risa constante, la autoridad intelectual y moral. Sin otro material que la inteligencia, la energía y la entrega construyó algo equivalente al imperio romano y lo mantuvo día a día y piedra a piedra. Ahora no es el momento de la historia ni de la valoración ni del elogio, sino del desconsuelo.

* Eduardo Mendoza es escritor de novelas como La verdad sobre el caso Savolta, La ciudad de los prodigios y Riña de Gatos. Durante más de cuarenta años fue representado por Carmen Balcells

Comimos mano a mano, en su casa, hace apenas unas semanas. Había preparado, como de costumbre, un banquete descomunal para mí y un plato minúsculo y apenas nutritivo para ella. Como de costumbre, se comió su ración y la mitad de la mía. Estaba animada y divertida, hablamos de todo, lo pasamos bien, salí contento del encuentro. Siempre pensé que si un día escribía sobre Carmen Balcells llenaría varios volúmenes. Ahora que me pongo a hacerlo, no tengo palabras.

Eduardo Mendoza
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