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Sandra Barneda se identifica con el enigma del perro semihundido de Goya
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Peio H. Riaño

Un Prado al día

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Peio H. Riaño

Sandra Barneda se identifica con el enigma del perro semihundido de Goya

La periodista y escritora adivina en la misteriosa imagen del pintor aragonés "una metáfora de cómo uno puede llegar a construir su propio mundo"

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Vale. Las ilusiones nos hacen prescindir de la realidad. De toda garantía real. Si nuestra investigación sobre los secretos del mundo progresa muy lentamente y la ciencia abre más interrogantes, cómo cerrar los que son indemostrables. Qué camino hay que coger para entender lo que la ciencia no puede explicar y se nos muestra como un enigma. Quién puede responder a esto: ¿qué hace ese perro ahí? Ni siquiera está semihundido.

Quizá por eso, porque es una ilusión que desborda los marcos de nuestra explicación, resulta tan atractiva esta pintura que Goya trazó en una de las paredes de su casa de campo, llamada la Quinta del Sordo, y que una vez se arrancaron de los muros y se trasladaron al museo se les dio el nombre de Pinturas Negras. Quizá por eso Sandra Barneda (Barcelona, 1975) se siente atraída por el fascinante chucho que mira arriba. ¿A qué?

Es un punto de luz en ese túnel de los horrores en el que entras cuando pasas a la sala donde están el resto de pinturas

La periodista y escritora explica que es un cuadro que le ha perseguido siempre: “Toda mi vida, porque me recuerda a la curiosidad y a la inocencia. Me parece un acertijo. Por eso no me parece una Pintura Negra. Es un punto de luz en ese túnel de los horrores en el que entras cuando pasas a la sala donde están el resto de pinturas. Es Saturno devorando a su hijo la que más me gusta, pero no sería un cuadro que elegiría en estos momentos, porque sobrecoge. El perro es lo más esperanzador de toda la sala y con eso sí me identifico. Me produce mucha calma”.

Barneda alude en varias ocasiones al vínculo emocional que se establece entre la pintura y el que mira. La pintura capaz de alterar el ánimo: de la calma al estremecimiento. El ánimo capaz de alterar la pintura: del estremecimiento a la calma. El arte baila lejos de sus autores y los traiciona con quien les mire. Los pintores lo asumen –algunos–porque el empeño por explicar lo inexplicable produce monstruos ridículos. Esa necesidad de definir para comprender, esa necesidad de limitar: “perro semihundido”, ¿por qué?

Mira el perro, ¿hacia dónde mira? Hacia la nada, hacia lo que tú quieras imaginar

“Puede llegar a ser obsesiva. Mira el perro, ¿hacia dónde mira? Hacia la nada, hacia lo que tú quieras imaginar. Es una metáfora de cómo uno puede llegar a construir su propio mundo. Es un perro sin maldad. No está alerta, no corre peligro, no es de raza. Las Pinturas Negras no se agotan”, explica la autora de La tierra de las mujeres (SUMA). “Me parece una pintura muy avanzada para su época. Aunque aparezcan menos cosas de las que originalmente pintó Goya, creo que es muy conceptual desde su creación. Ha pasado a la posteridad como un preludio de lo que serían las Vanguardias”, añade. En sus primeras visitas al Prado con su padre, pintor, el perro siempre estaba ahí.

También eligieron su favorito:

Fernando Trueba-Las meninas(Velázquez)

Manuela Carmena-Los duques de Osuna y sus hijos(Goya)

Luis de Guindos-El descendimiento(Roger van der Weyden)

Isabel Coixet-Duelo a garrotazos(Goya)

Julián Hernández-La extracción de la pieda de la locura(El Bosco)

Javier Pérez de Andújar-Santo Domingo y los albigenses(Berruguete)

José Ignacio Goirigolzarri-Las meninas(Velázquez)

Antonio Garrigues Walker-El jardín de las delicias(El Bosco)

Eduardo Mendoza - El caballero de la mano en el pecho (El Greco)

Vale. Las ilusiones nos hacen prescindir de la realidad. De toda garantía real. Si nuestra investigación sobre los secretos del mundo progresa muy lentamente y la ciencia abre más interrogantes, cómo cerrar los que son indemostrables. Qué camino hay que coger para entender lo que la ciencia no puede explicar y se nos muestra como un enigma. Quién puede responder a esto: ¿qué hace ese perro ahí? Ni siquiera está semihundido.

Pintura Sandra Barneda Francisco de Goya Museo del Prado
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