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Pensionista y entre rejas
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Javier Molina

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Pensionista y entre rejas

Será por haber cruzado los 40 que estoy más sensible a todo el tema de la jubilación, a las noticias sobre la pensión pública que no tendremos y a la forma de optimizar la planificación

Foto: Pensionistas (Efe)
Pensionistas (Efe)

Hace unos meses, en esta misma sección, divagaba sobre una ocurrencia llamada “tontina” que, sólo con el nombre, ya causaba esa mezcla de curiosidad y rechazo. La primera, pues podría ser una posible forma de pensión futura y, el rechazo, por ir contra el sistema “natural” que todos conocemos.

Será por haber cruzado ya los 40 (y unos pocos más de nada) que estoy más sensible a todo el tema de la jubilación, a las noticias sobre la pensión pública que no tendremos (al menos, como la hemos visto hasta ahora) y a la forma de optimizar la planificación de la pensión (desde luego jamás en un fondo de pensiones por su baja expectativa de rentabilidad).

Y en este orden de cosas, esta semana me he encontrado con dos informes que aún me han dado más que pensar sobre el futuro que nos espera. El primero, una guía para la jubilación de JP Morgan, al más estilo “marketing” de Wall Street y el segundo, totalmente opuesto, sobre el incremento del número de pensionistas japoneses que acaban en la cárcel.

JP Morgan en su análisis de lo que debiera hacer un futuro pensionista, parte del principio de que, a largo plazo, hay que estar invertido siempre y bien diversificado. Para ello se apoya en la rentabilidad del S&P entre 1996 y 2015 y muestra que, en ese período, 10.000 dólares invertidos serían ahora 48.230 dólares. Sin embargo, el estar fuera de mercado, por las causas que sean, y haberse perdido los 30 mejores días del índice, en esos 19 años, supondría tener hoy 9.908 dólares.

Y luego continua explicando las bondades de la diversificación. Con un riesgo similar, obtenemos una rentabilidad media superior.

En base a esas premisas, JP Morgan invita a que se ahorre lo máximo y cuanto más pronto mejor. Asume que 10.000 dólares ahorrados cada año durante 40 (de los 25 a los 65, lo que supone 400.000 dólares), en una cartera similar a la de arriba, con una tasa de rentabilidad media del 6,5% dará un valor de la cartera, a la edad de jubilación, de 1.870.000 dólares. Si empezamos a ahorrar, para el plan de pensiones, a los 35 años y hasta los 65, suponen 300.000 dólares que nos darían unos 920.000 dólares al final. Y así iría disminuyendo al disminuir el tiempo de ahorro.

Asumiendo una esperanza de vida acorde con el siguiente gráfico, donde al menos uno de los dos componentes de una pareja de jubilados tiene una probabilidad del 74% de vivir hasta los 85 años, el caso de haber ahorrado desde los 35 años a las tasas anteriores, le supondría (sin reinvertir el montante resultante, a efectos de simplificar), disponer de unos 46.000 dólares al año hasta esa edad de 85 años (920.000/20).

La idea, siendo obviamente buena y recomendable, adolece de varios problemas. Primero, que no tengo yo muchos amigos que puedan ahorrar, con 25 años, 10.000 dólares anuales. Y si sigo con el ejemplo, tampoco tengo muy claro que pueda incluir a ningún amigo que, con 35, pueda destinar esos 10.000 dólares al ahorro. Con lo que esta premisa deja mucho que desear a la hora de hacer un cálculo correcto.

En segundo lugar, ese cálculo asume rendimientos anuales compuestos, lo cual es totalmente incorrecto. Esos sólo se dan en activos como los bonos o los depósitos a plazo. En el caso de las acciones no nos vale. Si la rentabilidad media del S&P era del 8,18% en el periodo antes mostrado, no se ha obtenido un 8,18% cada año. La caída en cualquiera de los años, reducirá el efecto de los rendimientos compuestos. Es decir, el asumir que los rendimientos son compuestos sólo es correcto si la media se mantiene y no hay impacto de años negativos. Para recuperar la media, se precisará de un dato positivo mucho mayor que compense las caídas.

En tercer lugar, y como ya he venido comentando en tribunas anteriores, es muy importante el momento de entrada en mercado para empezar a ahorrar. Nada tiene que ver el ahorrador que empezó con el S&P en los 1200 puntos con un inversor que empieza a ahorrar con un S&P en 2050 puntos. Y ello sin olvidar que, si seguimos la recomendación de JP Morgan y colocamos los ahorros en una cartera de fondos diversificados, los resultados que nos prometen con los datos de hoy, desgraciadamente, nada tendrán que ver con los reales.

Y todo esto no tiene mucho sentido para un pensionista japonés. Vamos, que JP Morgan no creo que cuente estas historias en aquel país. De haberse invertido en mercado local, los números no dan y, el pobre pensionista japonés no ha sacado nada de su inversión para la jubilación. Basta con mirar el siguiente gráfico del Nikkei para entender rápidamente lo que comentamos.

Tomando una pensión base de unos 7.000 dólares por año, podemos intuir rápidamente que el pensionista japonés que no cuente con ingresos adicionales, no parece tenga mucha renta disponible una vez empiece a cubrir sus gastos. Y eso nos mueve hacía un dato infausto: los mayores de 60 años son los que más delitos cometen en Japón.

Un 35% de los robos menores cometidos son por parte de ese grupo de la población, lo que supone, además, un incremento del 20% sobre los datos de 2001. Del mismo modo, la cantidad de mayores de 60 años enviados a prisión se ha doblado y un 40% han repetido esos delitos hasta 6 veces. Se trata de entrar en la prisión como forma de supervivencia.

Si consideramos esa pensión mínima y escasos ahorros del pensionista, sacamos que los costes de vida del mismo (gastos médicos, comida, alquiler y suministros) exceden en cerca del 20% lo que ingresa al año. Eso hace que, cada vez más personas mayores de 60 años, cometan esos delitos para acabar en la cárcel donde todos esos gastos están cubiertos.

No voy a entrar en la deflación del país, los más de 20 años de subidas salariales mínimas, el bajo consumo ni otros factores económicos de Japón pues, el objetivo, era mostrar la otra cara de la moneda y concluir que, sin duda, tendremos que ahorrar pensando en la jubilación.

Ni tan bonito como los pintan los amigos del sector bancario, ni tan duro como parece ser para una parte de los pensionistas japoneses.

Pero este ahorro sí tendrá que ser en los mercados de acciones (una buena parte) pero ello tiene que ser basado en argumentos sólidos y en función de una disciplina clara. Hay que saber gestionar la volatilidad, el timing y la psicología inversora para que, al final, prevalezca esa forma de actuar y se consigan los objetivos previstos.

Hace unos meses, en esta misma sección, divagaba sobre una ocurrencia llamada “tontina” que, sólo con el nombre, ya causaba esa mezcla de curiosidad y rechazo. La primera, pues podría ser una posible forma de pensión futura y, el rechazo, por ir contra el sistema “natural” que todos conocemos.

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