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Los gráficos que invitan a pensar que Wall Street sí debería caer
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Javier Molina

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Los gráficos que invitan a pensar que Wall Street sí debería caer

Son muchos los frentes abiertos que, pese a que pueden seguir así, al final tienden a los fundamentales, que indican que el riesgo es mucho mayor que la rentabilidad

Foto: Bolsa de valores de Nueva York. (EFE)
Bolsa de valores de Nueva York. (EFE)

No es fácil encontrar en un mismo medio opiniones enfrentadas tan fundamentadas como las que vengo manteniendo con Carlos Doblado. Como en la vida, ante un mismo escenario, son diversas las formas de ver y analizar las situaciones con el objetivo de buscar un posicionamiento correcto consecuente. Y en este momento de mercado, mientras que Carlos tiene una versión alcista para el S&P, la mía es totalmente contraria pese a lo que comentó Warren Buffett el otro día. Según él, si los tipos de interés en USA siguen en 0 otros 50 años, el Dow Jones se irá a los 100.000 puntos.

A ese respecto, solo podemos analizar una economía y su índice de referencia para ver, a simple vista, que esa afirmación no se ha probado como correcta. Fíjese en el caso de Japón. Y pese a que el caso de Estados Unidos es diferente, pues su población no está en decrecimiento ni envejeciendo al modo japonés (el caso europeo se puede empezar a parecer) los tipos en cero no ayudarán a incrementar más los beneficios empresariales al entrar nueva competencia en un entorno de muy suave crecimiento de la demanda, con sus implicaciones sobre la economía.

Volviendo al inicio, son varios los motivos que me llevan a este grado de escepticismo. Cierto es que, en ese ultimo mes, me he perdido un buen tramo al alza y que a día de hoy no puedo más que admitir esa situación. Pero mi estrategia de inversión se proyecta en un horizonte temporal más amplio y, salvo que los hechos demuestren lo contrario, hay que mantenerla mientras tenga sentido.

El mercado se sostiene gracias a la intervención masiva de los bancos centrales

Y los eventos sobre los que sustento mi teoría no han cambiado. De facto, se van agravando con el paso del tiempo y vienen a reforzar mis ideas. Desde mi punto de vista, el mercado se sostiene gracias a la intervención masiva de los bancos centrales. Esto nos ha llevado a una nueva dimensión cuyos resultados finales no tenemos muy claros. Valga como ejemplo, las dudas del banco central de Japón respecto a los tipos negativos y las distorsiones que éstos pueden crear en la economía. De otro lado, sigo pensando que la economía mundial no lo está haciendo tan bien como nos venden desde Wall Street. Los resultados empresariales, de media, no están saliendo bien y veo las proyecciones, año sobre año, de los próximos trimestres con crecimiento negativo. Sólo el mercado de empleo parece aguantar el tipo y es lo que nos quieren hacer ver pues, hasta en eso, hay cierto truco.

Fíjense en el siguiente gráfico y la divergencia de estos últimos años.

La línea roja muestra el porcentaje de población que tiene un empleo. La azul, la velocidad a la que el dinero cambia de manos. La correlación entre esas dos variables era, hasta el 2010, muy alta. Sin embargo, desde entonces se ha roto esa relación positiva por varias causas. De un lado, desde la crisis del 2009, los sueldos han caído entre un 5 y un 20% en función de su clase social y respecto a su cesta de la compra. Y, pese a los tipos de interés en 0, las familias intentan ahorrar lo que pueden. Eso nos da como conclusión que cada vez hay menos renta real disponible y que la población media es más pobre. Si miramos ese dato, fíjese como la clase media ha pasado del 53% del 2008 al 44% en 6 años. A ese ritmo de caída, en 30 años ya no hay clase media... La clase baja ha pasado en ese período del 25% al 40%. Con esos datos, ya ven que algo no funciona bien en este modelo económico y que esas políticas expansivas que sustentan a los mercados no parece que impacten en la economía real.

Uno de los ratios que también me gusta observar, para ubicarme en la ecuación rentabilidad/riesgo que asumo como inversor, es el “Tobin´s Q ratio”. Éste se obtiene de dividir el total valor del mercado entre el valor total de las empresas que lo componen. La información la proporciona la Reserva Federal y, pese a que tiene un retraso de unos meses, nos da pistas sobre aquella ecuación. A día de hoy, pese a no estar en zonas muy elevadas, sí me dice que el riesgo que asumo al comprar ese activo es alto respecto a la media y, por tanto, la rentabilidad que puedo obtener es relativamente baja. En otras palabras, que no compro barato para intentar vender caro sino más bien todo lo contrario.

Y no hace falta volver sobre datos de PER, sobre la deuda disparada a todos los niveles por esa política económica expansiva, el efecto de las recompras de acciones propias en los beneficios por acción, etc. Son muchos los frentes abiertos que, pese a que es verdad que pueden seguir así durante un tiempo, al final se tiende a los fundamentales. Y esos nos indican que, a estas alturas, el riesgo es mucho mayor que la rentabilidad que se puede obtener.

Analice sus decisiones de inversión en base a sus propios criterios. Ya ve que cada analista expone sus razones y, ciertamente, pueden ser correctas aún teniendo implicaciones contrarias. Yo me mantengo en mis argumentos y sigo apostando por la caída de Wall Street.

No es fácil encontrar en un mismo medio opiniones enfrentadas tan fundamentadas como las que vengo manteniendo con Carlos Doblado. Como en la vida, ante un mismo escenario, son diversas las formas de ver y analizar las situaciones con el objetivo de buscar un posicionamiento correcto consecuente. Y en este momento de mercado, mientras que Carlos tiene una versión alcista para el S&P, la mía es totalmente contraria pese a lo que comentó Warren Buffett el otro día. Según él, si los tipos de interés en USA siguen en 0 otros 50 años, el Dow Jones se irá a los 100.000 puntos.

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