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Impotencia, coraje, indignación y, al final, reconocimiento
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Ángel Rodríguez

A bote pronto

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Impotencia, coraje, indignación y, al final, reconocimiento

Justificar con explicaciones futbolísticas lo injusta que fue la eliminación del Málaga en Dortmund es tarea complicada, sobre todo cuando el humo todavía me sale de

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Impotencia, coraje, indignación y, al final, reconocimiento

Justificar con explicaciones futbolísticas lo injusta que fue la eliminación del Málaga en Dortmund es tarea complicada, sobre todo cuando el humo todavía me sale de la cabeza. El equipo de Pellegrini me carga de razones a la hora defender que mereció meterse en unas históricas semifinales de Champions. Por su valentía, por su personalidad, por su planteamiento, porque dominó a un rival presuntamente superior. Así que por todos estos motivos no recurriré a la excusa del arbitraje. 

Del escocés Craig Thomson simplemente diré que le superó el partido. La UEFA no puede designar para un encuentro de esta importancia y categoría a un colegiado que desaparece en los momentos clave. Durante la segunda parte se olvidó de su función de juez. Las tarjetas debió dejárselas en el vestuario permitiendo el juego duro de los alemanes. Se tragó el silbato en flagrantes fueras de juego tanto en  el gol de Eliseu como en el que dio la clasificación al Borussia. Primero cuatro alemanes en posición ilegal en el balón colgado y lo mismo Felipe Santana cuando, sobre la raya, se cargaba antirreglamentariamente la gesta del Málaga. Porque sin un juez en el campo, el equipo que más tenía que perder era el andaluz, ya que mayoritariamente tuvo el marcador a su favor. Poco podían perder los alemanes. 

No creo que el árbitro tuviese la orden de cargarse al Málaga para evitar tres equipos españoles en semifinales. No estuvo a la altura de los dos grandes equipos que estaban enfrentándose. En un espectáculo digno del mejor fútbol de Europa. Por eso quiero dejar a un lado los errores del árbitro. Prefiero justificar mi indignación, mi calentura, en la impotencia que produce haber dominado al gallito en su corral. El potencial del Borussia encogió ante la organización malaguista. Ocasiones repartidas que se encargaron de abortar dos porteros salvadores

Un ilusionado Málaga se había plantado en el BVB Stadion de Dortmund con la confianza de seguir haciendo historia. Planteando un partido de tú a tú, de equipo importante que aspira a todo. Dominando al que para muchos era la revelación de esta competición, incluso para poder ganarla. Los jugadores de Pellegrini llevaron el peso del partido. Marcaron el ritmo. Estuvieron mejor colocados que el rival. Se adelantaron hasta en dos ocasiones en el marcador. Pero no remataron. Faltó el tiro de gracia. La crueldad se empeñó en acompañar en el viaje de vuelta a una afición malaguista que debe estar orgullosa de su equipo. El Málaga CF ha colocado con letras de oro el nombre de su ciudad en el mapa futbolístico mundial. Tras la impotencia, el coraje y la indignación, llegará el reconocimiento

El partido del Real Madrid era otra historia. Un encuentro marcado por la goleada de la ida. Ni siquiera el tempranero tanto de Cristiano Ronaldo frenaba a la irracional hinchada turca. Sabían que pasar era misión imposible, pero querían marcharse con una victoria honrosa ante el club más poderoso del momento. Lo consiguieron. Incluso en el momento de mayor desconcierto madridista algunos confiaron en el resurgir del imperio otomano. Pero todo quedó en un sueño que CR7 se encargó de romper para escaparse como el máximo goleador de la competición. Ya lo consiguió con el Manchester United. Esa temporada Cristiano se proclamó campeón de Europa. Pero eso ya es historia. La 'Décima' está más cerca aunque otros también ven sus orejas

Justificar con explicaciones futbolísticas lo injusta que fue la eliminación del Málaga en Dortmund es tarea complicada, sobre todo cuando el humo todavía me sale de la cabeza. El equipo de Pellegrini me carga de razones a la hora defender que mereció meterse en unas históricas semifinales de Champions. Por su valentía, por su personalidad, por su planteamiento, porque dominó a un rival presuntamente superior. Así que por todos estos motivos no recurriré a la excusa del arbitraje.