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Un paquete de ¿Fluimucil? que pone bajo sospecha la carrera de Wiggins y todo el Sky
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Jesús Garrido

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Jesús Garrido

Un paquete de ¿Fluimucil? que pone bajo sospecha la carrera de Wiggins y todo el Sky

Cuando Wiggins ganó el Tour en 2012 era una heroicidad, y lo sigue siendo. Pero una entrega personal sospechosa en el Dauphiné 2011 jamás explicada hace dudar de todo

Foto: Bradley Wiggins se aleja del ciclismo, pero no mucho (Ed Sykes/Reuters).
Bradley Wiggins se aleja del ciclismo, pero no mucho (Ed Sykes/Reuters).

Todo ciclista tiene una parte descentrada en su cerebro que le incita a hacer lo que hace. Hablo incluso de los cicloturistas que sin obtener nada a cambio, más que una inexplicable pero enorme satisfacción personal, se lanzan a la carretera a recorrer cientos de kilómetros y subir puertos que les superan. Los profesionales van mucho más allá. Dedican buena parte de su vida a un sacrificio altísimo en el que llevan su cuerpo a límites no conocidos en otros deportes extremos, y solo unos pocos alcanzan el reconocimiento y, con ello, el dinero suficiente para poder decir que ha merecido la pena verdaderamente. El resto simplemente disfruta del sufrimiento, le hace más fuertes. Bradley Wiggins iba a ser de los segundos, y acabó siendo de los primeros.

Partimos de una base para hacer la afirmación nada desdeñable de que iba a ser un corredor normalito que se resume en que es británico. ¿Qué han hecho los británicos con la bicicleta? Más bien poco, prácticamente nada si hablamos ya del ciclismo en carretera. No es lo suyo. Y mira que hay buenas carreteras en el Reino Unido y rutas y sendas excelentes para la práctica de la bicicleta, pero no les había dado por ahí. Hasta hace algo más de una década, cuando de repente se empezaron a tomar en serio el mundo de las dos ruedas sin motor y empezaron a surgir corredores británicos o con antecedentes británicos (entiéndase Australia como ejemplo por Cadel Evans) capaces de competir con ciclistas de países con gran tradición.

Oros en pista, amarillo en París

Uno de ellos era Sir Bradley Wiggins. Este hombre con aspecto de bajista de banda de 'britpop' apuntaba a buen ciclista, pero la pista era su lugar. O eso parecía. Sus números en los velódromos eran de primerísimo nivel, por lo que su destino parecía reservado en exclusiva a esa superficie o, como en el caso de otros ciclistas que han realizado el trasvase hacia el asfalto, dedicarse casi en exclusiva a luchar por los sprints y las contrarrelojes. Al final, tienen hecha su estructura para ganar ese tipo de etapas. La montaña no está reservada para ellos.

A su amigo y compañero de aventuras sobre la madera, Mark Cavendish, el terreno elevado le suponía un suplicio. A Wiggins también... al principio. De repente, no se le dio ni tan mal. Pasado un tiempo, que 'Wiggo' ganara el Tour de Francia es considerable una de las hazañas de las últimas décadas en el ciclismo mundial, solo comparable a que Tom Dumoulin hubiera completado el milagro de ganar la Vuelta 2015. Un campeón del mundo de madison que llevaba toda la vida dedicado principalmente a la pista, la cual dominaba como nadie, ganaba el Tour, y qué Tour. Ganó por delante de Froome y Nibali, los dos siguientes ganadores de la ronda francesa. Y como en el ciclismo la duda es perenne y rodea a todo aquel que obtiene un éxito inesperado, todos empezaron a señalar a Wiggins.

placeholder Cavenish y Wiggins, el día que se proclamaron campeones del mundo de madison (Matthew Childs/Reuters).
Cavenish y Wiggins, el día que se proclamaron campeones del mundo de madison (Matthew Childs/Reuters).

Las dudas sobre el Sky

La duda sobre el Sky siempre ha estado presente, pero nunca (y digo bien, nunca) ha habido una sola prueba feaciente que demostrase algún tipo de acto ilícito por parte del equipo británico, por lo que su dominio internacional no debía cuestionarse por motivos de supuesto dopaje físico ni mecánico. Sobre este último surgió la polémica también en el Tour 2013, cuando Froome rompió a todos sus rivales en la ascensión al Mont Ventoux. Sus datos de vatios y pulsaciones, filtrados por unos 'hackers', no se correspondían, supuestamente, con el estado natural de alguien limpio, ya fuera física o mecánicamente. No pasó a mayores aquello, no había ni la más mínima prueba que sirviese para atestiguar que el keniata se había beneficiado externa e ilícitamente.

El tiempo ha venido a demostrar que lo de Froome no fue una casualidad inhumana, sino que es, en la actualidad, el ciclista más fuerte del mundo. El caso de Wiggins es diferente por lo extraordinario que resulta su trasvase victorioso de la pista a la carretera... y porque un detalle ha hecho tambalearse los cimientos del mejor equipo del planeta. No es un asunto menor. Esta vez hay una prueba. ¿Qué es la prueba y qué supone? Eso está por aclarar. Pongamos los hechos por delante.

Criterium du Dauphiné de 2011. Wiggins ya se ha asentado en el Sky como el jefe de filas y Christopher Froome es su principal aliado. En el Dauphiné todo marcha de maravilla y Wiggins se postula para ganarlo contra todo pronóstico. Esa victoria final se confirma como el despunte definitivo de Bradley sobre el asfalto. Pero algo pasó que alteró la normalidad y que cinco años y medio después sigue sin haber sido aclarado. Wiggins en persona recibió un paquete en su hotel proveniente de Inglaterra (según una investigación del 'Daily Mail', de la Federación británica de ciclismo), que había llegado en avión a Ginebra y, desde ahí, trasladado en coche por Simon Cope, un asistente de la Federación, del Sky y luego del Team WIGGINS, hasta La Toussuire, donde acababa una etapa del Dauphiné. Es decir, se había mostrado mucha preocupación para que ese paquete de contenido desconocido llegase a manos de 'Wiggo'.

"Me dijeron que era Fluimucil"

Esto provocó la apertura de una investigación por irregularidades que sigue su curso en la actualidad sin ningún tipo de avance. Lo único que sí se ha producido y enormemente es el crecimiento de la sombra sobre el Sky y su director, Dave Brailsford, que apenas ha colaborado con la investigación. "Era Fluimucil", se limitó a decir cuando fue citado a declarar en el Parlamento británico. Un mucolítico aceptado por la Agencia Mundial Antidopaje (AMA) que, en teoría, necesitaba Wiggins por algún motivo no revelado.

El presidente de la Agencia Británica Antidopaje (UKAD, por sus siglas en inglés), David Kenworthy, respondió de manera acusativa en una entrevista a la 'BBC': "Todos podemos recordar la entrega de un paquete en Francia, quién lo pidió, la ruta que siguió, quién lo entregó, el momento en el que llegó (...) [Brailsford] no dijo 'sé que era eso', dijo 'me dijeron que era eso'", en referencia al Fluimucil. Era cierto: Brailsford dijo que así se lo había asegurado el médico del equipo, Richard Freeman. "No hay ninguna respuesta definitiva por parte de ninguno de los implicados. No sé aún qué había [en la caja] y no estoy ni cerca de averiguarlo", añadió Kenworthy.

placeholder Dave Brailsford, director del Sky, durante el pasado Tour de Francia (Yoan Valat/EFE).
Dave Brailsford, director del Sky, durante el pasado Tour de Francia (Yoan Valat/EFE).

Wiggins y Froome aparecieron en septiembre en los papeles filtrados por los 'Fancy Bears' en los que se exponía que habían recibido unas exenciones por uso terapéutico (TUE, por sus siglas en inglés). En el caso de Wiggins, se le permitió utilizar medicamentos prohibidos para tratar su alergia al polen y el asma que sufre desde hace más de una década, según contó el propio ciclista en una profundísima entrevista en 'The Guardian' poco después de que surgiera la polémica de los TUE. La cuestión, como resolvió nuestro colaborador Ignacio Romo con claridad, es que la exención por uso terapéutico, si viene acompañada de documentos médicos, no supone dopaje. Eso queda resuelto. Pero, ¿todos necesitan esos TUE que la AMA les permite? ¿Qué narices había en el paquete que recibió Wiggins en La Toussuire en 2011? ¿Por qué nadie del Sky habla claro?

Habló Froome, sí, pero únicamente para desentenderse de todo este embrollo. No le conviene verse envuelto, aún más, en temas de dopaje (pese a que nunca se ha probado nada contra él), ya que es ahora mismo la referencia mundial de las dos ruedas sin motor. "No sé lo que había en el paquete porque yo no lo vi. No sé por qué se duda de la credibilidad del Sky y por qué mi imagen está comprometida, no tengo nada que ver por ese tema", dijo el británico, que reconoció que rechazó un TUE en el Tour de 2015 pese a necesitarlo porque no le parecía "correcto a nivel moral". Vamos, otro detallito que muestra la voluntad de Froome de luchar contra el dopaje y las mentirijillas.

Wiggins dice que él necesitaba esos TUE, que no podía respirar bien, que el asma le asfixiaba. En realidad, no hay motivos para no creerle. Pero la historia del paquete del Dauphiné descoloca cualquier versión oficial, no tanto porque ocurriera el hecho en sí, sino por la falta de explicación posterior. Que han pasado casi seis años y seguimos sin saber a ciencia cierta qué era. Alguno puede pensar que a Wiggins esto ya no le afecta. Ya está retirado y a lo hecho, pecho. Pero su palmarés es envidiable y maneja un equipo profesional. Tiene mucho que perder. No hablemos ya del propio Sky, señalado por todo el planeta.

Todo ciclista tiene una parte descentrada en su cerebro que le incita a hacer lo que hace. Hablo incluso de los cicloturistas que sin obtener nada a cambio, más que una inexplicable pero enorme satisfacción personal, se lanzan a la carretera a recorrer cientos de kilómetros y subir puertos que les superan. Los profesionales van mucho más allá. Dedican buena parte de su vida a un sacrificio altísimo en el que llevan su cuerpo a límites no conocidos en otros deportes extremos, y solo unos pocos alcanzan el reconocimiento y, con ello, el dinero suficiente para poder decir que ha merecido la pena verdaderamente. El resto simplemente disfruta del sufrimiento, le hace más fuertes. Bradley Wiggins iba a ser de los segundos, y acabó siendo de los primeros.

Bradley Wiggins Chris Froome Reino Unido