Es noticia
"No entiendo cómo Nigeria presume de ser rico teniendo tanto pobre y siendo tan sucio"
  1. Deportes
  2. 'Cruzar África en moto'
Fran Pardo

'Cruzar África en moto'

Por

"No entiendo cómo Nigeria presume de ser rico teniendo tanto pobre y siendo tan sucio"

.

Foto:

Hoy es 8 de mayo y he realizado el kilómetro 10.000 desde mi salida de Comillas. Sin embargo, en lugar de alejarme cada vez me veo más cerca de mi pueblo. Concretamente de El Guadalupe -el lugar con mejor felling de la villa- sentado y disfrutando de un té con hielo y contando mis batallitas a mi brother Isidro, mientras Fran Pardo Jr se monta su propia aventura por el local. Pensar en estos buenos momentos que paso en mi lugar favorito me ayudan a relajarme y soltar la tensión que vas acumulando en la aventura.

Después de asustar a los trabajadores de la frontera indicando que pasé por Guinea Conakry -uno de los allí presentes, Billy El Niño, enganchó un termómetro láser y me disparó sin piedad para comprobar mi temperatura nada más decirlo- dejéBenin y puse mis pies en Nigeria e hice un paréntesis en mi aventura. Lo único que quiero es pasar de puntillas por este país. Logré la amistad de un policía para que me indicara en mi mapa –viajo sin GPS- qué zonas son las de riesgo. Qué casualidad: toda mi ruta está dentro de la considerada zona de peligro. “Gracias por relajarme”. Y así, como un flan, abandono Benin para adentrarme por Nigeria. Veo controles de policía, armados hasta los dientes y con el dedo en el gatillo, una imagen que se me queda grabada en la retina para ‘relajarme’ más. Alea jacta est. Me pongo el casco y arranco.

Anochece, mi moto no anda, estoy calado…

Hace tiempo que no viaja conmigo Montoro, pero este día fui acompañado de Murphy para saltarme la primera norma de seguridad: estar en el hotel antes de que anochezca. Atravesar Lagos me cuesta tres horas –es la ciudad con mayor caos que he conocido en mi vida- y, para rematar la faena, a 40 kilómetros de mi destino –Benin City- se cae el cielo. A partir de aquí conduce Murphy: trato con poca fortuna de ponerme al chubasquero antes de calarme y al rato me veo en una piscina en mitad de la carretera donde, por si hubiera poco líquido elemento, me termina de duchar un camión que cruza a mi lado. Rematamos la faena: a Lydia II, mi moto, le entra agua y a 200 metros se para… Son las 17 horas, comienza a anochecer, mi moto no anda, estoy calado y me faltan 40 kilómetros para llegar a mi destino. Ah, y estoy en Nigeria, país donde actúa Boko Haram. ¡No va más!

Sé que ningún mecánico va a venir a estas horas, así que busco un camino para camuflar la moto y montar mi tienda de campaña. En ese momento, se me pasa por la cabeza que, quizás, por arte de magia, ahora arranque la moto… y diez minutos más tarde estaba de camino hacia Benin City. Hay que pelear todos los días para lograr tu meta y, en África, esa lucha es infinitamente mayor que en Occidente. Al llegar a mi destino, estando en Nigeria, no voy a andar con tonterías de mirar precios, aunque tampoco voy a perder la buena costumbre de negociar. Finalmente descanso en uno con buena seguridad y parking interior.

De Benin City salgo a las seis con la idea de llegar a la frontera. Qué risa: me quedé a 300 kilómetros, en Calaba. Crucé el país por el sur para embelesarme con el paisaje marcado por el delta. Sin embargo, cada vez que me tropezaba con una ciudad esa agradable sensación se llenaba de porquería. No logro comprender cómo Nigeria presume de ser un país rico teniendo tanta pobreza y siendo tan sucio. Al lado de estas urbes, Nuakchot (capital de Mauritania y la más sucia del mundo, hasta ese momento) es una ciudad limpia.

Es domingo y hoy tengo que cruzar sí o sí a Camerún. Durante mi tránsito por Nigeria no comuniqué en ninguna red social mi posición o que estaba en estas tierras por motivos de seguridad. Ya tenía ganas de contar mis últimas peripecias y, cómo no, la tensión subió pronto, al comentarme que la frontera con Camerún llevaba cerrada ocho meses por el Ébola. Después de tres horas de negociación en el lado camerunés y tras hacerme un puñado de amigos en la frontera, de mi boca sale que “la gente de Nigeria no me había gustado mucho”. Les dio un ataque de risa, aseguraron que Camerún me gustaría más… y me abrieron las puertas. Y Camerún me encantó.

El día que me bautizaron como 'white man'

Camerún me ha dado algo especial, es otra onda. La mejor gente hasta el momento que he conocido en esta aventura, su bondad está a la altura de la infinita belleza de su paisaje. Rumbo a Yaounde disfruté y me sentí grande haciendo kilómetros por un terreno en el que mucha gente me saludaba gritando a mi paso: “¡White man!”.

En Yaounde visito la embajada de Gabón, donde me piden 78 euros por el visado, y si lo quiero para el día siguiente 30 euros más. Viendo cómo están los precios me (des)informo en internet y leo que en la frontera me pueden hacer la visa. Por lo que conduzco plácidamente hasta ella por una carretera inmejorable y allí me dicen: “No hay visa”. En lugar de enfadarme e insistir, esta vez prefiero decir lo que me dé la gana sin importar el resultado. Me hago el tonto, les enseño el mapa para enseñarles el camino que voy a hacer para evitar Gabón y les muestro mi visa de Congo. Ya puestos, grabo un vídeo despidiéndome de ellos al grito de “¡orbua Gabón!”. Con una sonrisa de oreja a oreja retorno a Ebolowa para cambiar las gomas y aligerar el peso porque el camino va a ser duro: pistas y barro. ¡Más aventura!

Hoy es 8 de mayo y he realizado el kilómetro 10.000 desde mi salida de Comillas. Sin embargo, en lugar de alejarme cada vez me veo más cerca de mi pueblo. Concretamente de El Guadalupe -el lugar con mejor felling de la villa- sentado y disfrutando de un té con hielo y contando mis batallitas a mi brother Isidro, mientras Fran Pardo Jr se monta su propia aventura por el local. Pensar en estos buenos momentos que paso en mi lugar favorito me ayudan a relajarme y soltar la tensión que vas acumulando en la aventura.