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Sacúdanle a nuestras emociones, y déjense de 'chorradas' en la Fórmula 1
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Javier Rubio

Dentro del Paddock

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Sacúdanle a nuestras emociones, y déjense de 'chorradas' en la Fórmula 1

El duelo de Alonso y Vettel volvió a recordar cuál es la esencia de la Fórmula 1, maniatada por un excesivo celo por el control absoluto que mata el espectáculo

La primera vez que mi hermano y yo vimos en directo un Fórmula 1 casi nos caemosal suelo. Eramos casi unos niños. Nos acercábamos a la puerta del circuito del Jarama, y pasaron el Lotus de Mario Andretti y el Ligier de Laffitte. La velocidad nos dejó pasmados, y estupefactosel bramido de los motores.Además, los monoplazas olían por entonces, porque los motores dejaban flotando en el ambiente un aroma especial.

Me sentí totalmente identificado con Sebastian Vettelcuando el piloto alemán reconoció haberse quedado también impactado la primera vez que vio la Fórmula 1, con seis años. Según contaba, el cemento de la tribuna de Hockenheimvibraba al paso de los monoplazas por la recta, y el sonido le dejó totalmente aturdido.

La singular experiencia sensorial que proporciona siempre fue uno de los atractivos esenciales de la Fórmula 1, además de su capacidad para alterar, exaltar yvapulear nuestras emociones. Por ello,todo lo que tienda a racionalizar este deporte, a hacerlo quirúrgico y aséptico, lo mata. Yeste es el principal problema que afecta a la Fórmula 1 actual. Se está anestesiando su capacidad para emocionar eimpactar sensorialmente, en el circuito, o ante la televisión.

El duelo de Vettel y Alonso nos volvió a recordar qué hace este deporte tan grande. Y puso en evidencia elrumbo hacia el que le están llevando quienes no deberían ser tan protagonistas en la historia.“Hay demasiada gente involucrada en hacer la Fórmula 1 tan segura como en las carreteras, lo que es un error”. Niki Lauda no ha podido expresarlo mejor. Alguien que veía fallecer a colegas y amigos del volante, que vivió una experiencia traumática cercana a la muerte, tiene por fuerza una visión diferente de la competición. ParaLauda Fórmula 1 debe ser hoy como una suerte de jardín de infancia deportivo.

Nos estamos pasando de vueltas, y no precisamente con los motores. Si por la evolución de los tiempos hay que asumir –que no acatar- que los monoplazas actuales pierdan ‘testosterona’, no se la rebajemos también a los pilotos. Las conversaciones de Vettel y Alonsoen Silverstone no eran propias de ‘quejicas’, sino de pilotos luchando al límite que intentaban exprimir contra el rival las absurdas reglas que les imponen en el presente. Ese es el problema.

¿Por qué siempre hay que buscar un culpable? ¿Por qué hay que diseccionar cada maniobra, muchas veces tomadas y ejecutadas en milisegundos, para buscar responsables del resultado posterior? Este es un juego de agresividad, incertidumbre, riesgo, saltos al vacío... Hoy, le quieren poner lacitos rojos. Leer las razones técnicas para confirmar la sanción a Pérez en Canadá debería sonrojar a cualquier ‘racer’. Los burócratas y legalistas, en el asiento de un monoplaza.

Ojo, que dar rienda suelta a los pilotos en pista tampoco es de recibo. A Grosjean hubo que domarle. Hay una gran diferencia entre la capacidad de asumir y correr riesgos y hacerlo contemeridad dolosa. Sanciónese esta con dureza y sin contemplaciones. Pero entre medias, déjese un espacio nebuloso de juego, gris, dudoso, donde los pilotos puedan moverse cuando ruedan al límite. Paraexcitar así nuestras emociones, sinconvertir un circuito de carreras en una carretera de tráfico.

Entre la época de Lauda y la actual debe haber un equilibrio. La lucha por un quinto puesto entre dos campeones del mundo fue el gran alicientedelpasado Gran Premio. A Ecclestone y los equipos se les encendieron las luces ante aquel loco Gran Premio de Canadá 2010. Unos neumáticos que se degradaban más de la cuenta iluminaron al personal. El duelo Silverstone debería servir para lo mismo, porquevolvió a recordarnos dónde radicala esencia de este deporte. Que tomen nota en este sentido como lo hicieron en Canadá.

Monoplazas sin sonido, de dudosa estética, pilotos atados de pies y manos… ¿Y aún se quejan de que las audiencias caigan? Busquen el lado emocional, busquen tocarnos la fibra, como el otro día hicieron Alonso y Vettel. Y, sí, que griten entre ellos, se quejen, se peguen cerrojazos para defenderse, y metan el morro para adelantar con agresividad, y si se tocan, pues mala suerte…Igual que nuestras vidas, las carrerasno son perfectamente predecibles, seguras y controlables. Y mucho menos cuando nos movemos en el filo de la navaja persiguiendo el éxito con la adrenalina a 250 km/h.

En definitiva, déjennos anonados con el paso de un Fórmula 1, yaticénle anuestras emociones. Sigán este hilo. Y verán qué éxito…

La primera vez que mi hermano y yo vimos en directo un Fórmula 1 casi nos caemosal suelo. Eramos casi unos niños. Nos acercábamos a la puerta del circuito del Jarama, y pasaron el Lotus de Mario Andretti y el Ligier de Laffitte. La velocidad nos dejó pasmados, y estupefactosel bramido de los motores.Además, los monoplazas olían por entonces, porque los motores dejaban flotando en el ambiente un aroma especial.

Sebastian Vettel Fernando Alonso