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Propongo que los gañotes se asocien y tengan sus derechos
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José Félix Díaz

El Palco Olímpico

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José Félix Díaz

Propongo que los gañotes se asocien y tengan sus derechos

Uno cuando aparece en este tipo de acontecimientos lo hace cargado de ilusión con lo que tiene por delante, al fin y al cabo

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Propongo que los gañotes se asocien y tengan sus derechos

Uno cuando aparece en este tipo de acontecimientos lo hace cargado de ilusión con lo que tiene por delante, al fin y al cabo uno se siente un privilegiado primero por eso mismo, por trabajar y después por hacerlo en algo que te gusta. Pura vocación. El problema es cuando llegas, vas con la lengua fuera de un lado a otro en busca de la noticia, y por el camino te vas encontrando a cientos de esos que aparecen con la mejor de sus sonrisas, la que debe producir ser un invitado con todo pagado, vamos un gañotero más. Ayer estaban por todos lados.

O no saben disimular su condición de personas que han venido con la gorra puesta o no hacen nada para esconder esa condición. La verdad es que en ocasiones es complicado hacerlo cuando siguen a una señorita que luce un cartel de Visa (por citar a uno de los patrocinadores de los Juegos y quizás el más activo) de dos metros de altura y caminan en fila, como los niños en la guardería. Les falta ir de la mano para volver a la niñez. Algunos se despistan y por aquello de quedar bien con el que patrocina el viaje, se colocan la chaqueta, pero todos sabemos que el viaje les ha costado cero euros. En total son 25 las empresas que colaboran con los Juegos, así que imaginen.

Londres lucía ayer un aspecto extraño, nada habitual. Calles desiertas o poco transitadas desde primera hora de la mañana. Dicen que los que viven en la ciudad han abandonado Londres buscando un retiro más tranquilo durante los próximos 16 días, pero los que se han quedado puedo decir que lucen con orgullo la condición de ciudad olímpica que brilla desde ayer a las doce de la noche. Se les notaba en la cara. Mostraban orgullosos su condición de ingleses y de ser el centro del mundo. Y es que lo quieran o no algunos, no hay nada igual, ningún acontecimiento se acerca a lo que son los Juegos Olímpicos. Ojala Madrid, mi ciudad, pueda presumir algún día de lo mismo.

Uno cuando aparece en este tipo de acontecimientos lo hace cargado de ilusión con lo que tiene por delante, al fin y al cabo uno se siente un privilegiado primero por eso mismo, por trabajar y después por hacerlo en algo que te gusta. Pura vocación. El problema es cuando llegas, vas con la lengua fuera de un lado a otro en busca de la noticia, y por el camino te vas encontrando a cientos de esos que aparecen con la mejor de sus sonrisas, la que debe producir ser un invitado con todo pagado, vamos un gañotero más. Ayer estaban por todos lados.