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¿Qué haría si se encuentra a un medallista y su trofeo en el metro de Londres?
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José Félix Díaz

El Palco Olímpico

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José Félix Díaz

¿Qué haría si se encuentra a un medallista y su trofeo en el metro de Londres?

No suele ocurrir todos los días. Hasta diría yo que entra dentro de lo improbable, de lo caso milagroso, pero en ocasiones los milagros existen como

Foto: ¿Qué haría si se encuentra a un medallista y su trofeo en el metro de Londres?
¿Qué haría si se encuentra a un medallista y su trofeo en el metro de Londres?

No suele ocurrir todos los días. Hasta diría yo que entra dentro de lo improbable, de lo caso milagroso, pero en ocasiones los milagros existen como sucedió en la tarde-noche del jueves en el metro londinense. Uno va leyendo el periódico, repasando lo del próximo día, “me voy primero a Wimblendon, no que va a llover, mejor a las chicas del waterpolo…” y así hasta que se cruza un medallista olímpico… con su trofeo colgado del cuello. Y es que el venezolano Rubén Limardo tuvo a bien subirse en el metro al poco de proclamarse campeón olímpico en la especialidad de espada. El tirador sudamericano tenía que ir al centro a un compromiso diplomático-deportivo y acudió al transporte público como mejor manera de hacerlo. Los que pasaban por su lado no se lo creían, pero ahí estaba y enseñando la medalla de oro a todo aquel que se lo pedía. Repartió fotos, sonrisas y asumió una cuota importante de riesgo. Pasear de noche con una medalla olímpica por el metro. ¿Era consciente Hugo Chávez del posible sabotaje político que podría sufrir su ciudadano?

Seguimos con los presidentes y su gusto por dejarse ver en las competiciones deportivas. Cierto que los allí presentes representan al país en cuestión pero a veces el político en cuestión copa más protagonismo que el propio deportista. Hablamos de Putin y su presencia en el tatami de pabellón Excel. Cinturón negro de judo, el presidente ruso no dudó en bajar al tatami para besar y achuchar a Tagir Khaibulaev, campeón en la categoría de menos de 100 kilos y tercer oro para Rusia en la disciplina. De perder habría sido capaz de hacerle una llave ahí mismo, tal y como bajó, no lo duden. Cameron a su lado aguantando todo. Lo que hay que hacer para quedar bien pensaba el inglés. Horas antes, el propio Putin fue el que se colocó el kimono y se puso a hacer ejercicios como su fuera a competir. Como si tal cosa. Al ruso le gusta el espectáculo y es otro que también ha prometido buscar la organización de los Juegos como ha hecho con el Mundial, conseguido para el 2018, por cierto.

Los ingleses, más finos ellos, son más del gusto de otro tipo de deportes. Hablo de los miembros de la Casa Real. Kate Middleton y el Príncipe Guillermo son muy de estar apoyando a los suyos pero se dejan ver en deportes más finos. Se les ha visto en el concurso completo de hípica, en la natación y en el tenis apoyando a Murray haciendo, incluso, la ola al ritmo que le marcaba el resto de la grada en un gesto que rompe el glamour que arrastra la consorte. Por cierto, la prima de Guillermo, Zara Philips, ganó una medalla, caballo de por medio. Nada que ver con la hija de Amancio Ortega dueño de Zara. Marta no es olímpica pero tiene un club de saltos para ella.

No suele ocurrir todos los días. Hasta diría yo que entra dentro de lo improbable, de lo caso milagroso, pero en ocasiones los milagros existen como sucedió en la tarde-noche del jueves en el metro londinense. Uno va leyendo el periódico, repasando lo del próximo día, “me voy primero a Wimblendon, no que va a llover, mejor a las chicas del waterpolo…” y así hasta que se cruza un medallista olímpico… con su trofeo colgado del cuello. Y es que el venezolano Rubén Limardo tuvo a bien subirse en el metro al poco de proclamarse campeón olímpico en la especialidad de espada. El tirador sudamericano tenía que ir al centro a un compromiso diplomático-deportivo y acudió al transporte público como mejor manera de hacerlo. Los que pasaban por su lado no se lo creían, pero ahí estaba y enseñando la medalla de oro a todo aquel que se lo pedía. Repartió fotos, sonrisas y asumió una cuota importante de riesgo. Pasear de noche con una medalla olímpica por el metro. ¿Era consciente Hugo Chávez del posible sabotaje político que podría sufrir su ciudadano?