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Llega la Reina Sofía a Londres: limpieza en la planta tercera del hotel
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José Félix Díaz

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José Félix Díaz

Llega la Reina Sofía a Londres: limpieza en la planta tercera del hotel

Uno se acuesta roto, con varias medallas colgadas al cuello y se levanta más cerca de la monarquía. Es lo que tiene los Juegos. El miércoles

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Llega la Reina Sofía a Londres: limpieza en la planta tercera del hotel

Uno se acuesta roto, con varias medallas colgadas al cuello y se levanta más cerca de la monarquía. Es lo que tiene los Juegos. El miércoles fue una jornada apasionante de Juegos. Se inició con un paseo a las cercanías de Windsor para seguir de cerca el histórico logro de David Cal con su quinta medalla olímpica al cuello. De regreso a la City, pasé por el grandioso O2 para ver la sufrida y victoria por puntos de la selección española de basket. Si hubiera habido un vencedor por k.o. ese hubiera sido sin ninguna duda la macarra selección francesa que no sabe que hacer tras seis derrotas consecutivas ante los Gasol y compañía. En plena batalla recibimos la excelente noticia de la clasificación para la final de Joel y Brigitte. Nuevo desplazamiento en este casi, vía teleférico, al Excel. Tras el baño de oro y plata y a eso de la una y media llego al hotel tras recorrer Londres por tierra, mar y aire.

Fin del día, pienso. Al poco, dan un toque a la puerta de la habitación. Guardan silencio. Voy hacia la puerta y me encuentro una carta. Nervios, emoción. ¿Una admiradora secreta? ¿Una noticia sin remitente? ¿Un anónimo? Un mensaje de recepción. Decepción. En perfecto castellano me indican que la habitación tiene que sufrir una revisión por una avería y me invitan a cambiar de habitación a la mañana siguiente. Miro por arriba, por abajo. A un lado, al otro. El siempre presente grifo que gotea. Lo que estaba claro es que el supuesto problema de la persiana no era. No hay, no puede estar rota.

Tras dormir unas cuantas horas, bajo al hall del hotel y en el pasillo me encuentro un biombo como aislando un grupo de habitaciones. Veo mucho revuelo, más de lo habitual. Control de todo lo que se mueve. Más seguridad que nunca. Pregunto y pese al silencio de los trabajadores a uno se le termina escapando que el motivo de tantos nervios no es otro que la llegada a Reina Sofía al hotel como huésped y que obliga a la ‘limpieza’ de gran parte de la planta tres, zona elegida para el descanso de la monarca. Si es que pilla antes a un mentiroso que a un cojo...

Con la presencia real en el hotel, a uno le vienen las siguientes preguntas. ¿Bajará a desayunar al buffet? ¿Se lo llevarán a la habitación? Y si me encuentro a su majestad en el ascensor, ¿la pregunto por el tiempo, por su marido? No, mejor hablaremos de medallas, no la suya, la que nunca tuvo salvo hace dos semanas cuando Federico Trillo se la colgó del cuello cuando era de su hermano Constantín.

Uno se acuesta roto, con varias medallas colgadas al cuello y se levanta más cerca de la monarquía. Es lo que tiene los Juegos. El miércoles fue una jornada apasionante de Juegos. Se inició con un paseo a las cercanías de Windsor para seguir de cerca el histórico logro de David Cal con su quinta medalla olímpica al cuello. De regreso a la City, pasé por el grandioso O2 para ver la sufrida y victoria por puntos de la selección española de basket. Si hubiera habido un vencedor por k.o. ese hubiera sido sin ninguna duda la macarra selección francesa que no sabe que hacer tras seis derrotas consecutivas ante los Gasol y compañía. En plena batalla recibimos la excelente noticia de la clasificación para la final de Joel y Brigitte. Nuevo desplazamiento en este casi, vía teleférico, al Excel. Tras el baño de oro y plata y a eso de la una y media llego al hotel tras recorrer Londres por tierra, mar y aire.

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