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Dos maneras de ganar: del abrazo de Nadal a Del Potro a los gritos de 'Hulk' Djokovic
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José Félix Díaz

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José Félix Díaz

Dos maneras de ganar: del abrazo de Nadal a Del Potro a los gritos de 'Hulk' Djokovic

No son amigos. Lo eran. Compartían jefe de Prensa. Ya no. Antes siempre ganaba Nadal. Ahora es Djokovic el que lo hace y se enteran los

Foto: Dos maneras de ganar: del abrazo de Nadal a Del Potro a los gritos de 'Hulk' Djokovic
Dos maneras de ganar: del abrazo de Nadal a Del Potro a los gritos de 'Hulk' Djokovic

No son amigos. Lo eran. Compartían jefe de Prensa. Ya no. Antes siempre ganaba Nadal. Ahora es Djokovic el que lo hace y se enteran los que están en la pista disfrutando del choque y todo el mundo por sus gritos y gestos. Uno gana y abraza al rival. El otro baila, canta, grita, busca la cámara y hasta se rompe la camiseta. Uno es capaz de volver a ser el número uno. El otro lo es y lo está demostrando desde hace un año. Uno tiene un grupo a su alrededor de personas normales. Las del otro dan 'miedo', menos su novia. Uno tiene a su lado a Nadal, exjugador de fútbol. El otro a Vlade Divac, exasesor de Ramón Calderón, además de gran jugador de baloncesto. Uno respeta a todos los compañeros de profesión. El otro se ríe de ellos. Como ven son dos maneras de ver el deporte y la vida. Una la de un tipo normal. La otra la de un excéntrico que rompe los valores del tenis y del deporte. Hablamos de Rafa Nadal y Nole Djokovic.

Nadal, recién conquistada una nueva Davis para España, sentía que algo fallaba, que todavía faltaba algo por hacer. Se salió del círculo victorioso de sus amigos y compañeros para ir en búsqueda del derrotado, de un tenista que lo había dado todo primero por llegar a tiempo, por volver a ser uno de los mejores y por intentar llevar la gloria a Argentina. El número dos del mundo corrió a por Del Potro. Era el derrotado y el único que podía consolarle era él. Poco importaba lo sucedido sobre la arcilla de La Cartuja. Nadal necesitaba ayudar al derrotado. Fueron treinta segundos intensos, cálidos, nada que ver con los gritos y gestos que Djokovic mostró al mundo entero nada más derrotar al español y que han servido para abrir más distancia entre el número uno y dos del tenis.

¿Se imaginan a Federer rompiendo la camiseta y marcando músculos? No. Primero porque quizás no tenga ni los abdominales marcados. No le hacen falta. Gana, sin derramar gota de sudor alguna, y da la mano al rival. Algo que siempre ha hecho Nadal, pero que desde que Djokovic es el habitual ganador ha pasado a la historia o por lo menos antes del show que monta en cada partido. Hasta cuando estaba tirado en el suelo celebrando la victoria buscó la cámara.

 

Falta de respeto de Djokovic y su séquito

Djokovic y su séquito no respetan, han roto muchas reglas no escritas del tenis y que desde la época de McEnroe nadie se atrevía romper. Es el mejor y nadie se lo puede discutir, pero sus formas no gustan. Se ganó la fama en el circuito por sus imitaciones, luego por su calidad y ahora por ser el número uno, por sus celebraciones y por sus ya míticas dolencias de todo tipo y que solo aparecen en el momento en el que ve cerca la derrota.

Su madre fue la primera, sin rubor alguno, en anunciar el nacimiento de la era Djokovic. ¿Han escuchado algo parecido en la familia Nadal o en el entorno de Federer? Sin ir más lejos, su tío y entrenador Toni Nadal confesó: "Si alguien te gana tantas veces es porque es mejor que tú"

Las salidas de tiesto no terminan ahí. La que más dolió fue la celebración de la victoria en el Open de Madrid. Primero en la pista y después en el vestuario. Cantó en la pista, saltó, corrió con todo su grupo olvidando que estaba en la casa de Nadal. La fiesta siguió en el vestuario con su entrenador a la cabeza o, como sucedió en la final del domingo, cuando parte de ese extraño grupo que le acompaña se volvió a la grada reclamando apoyo y gritos de ánimo, algo que en el tenis es impensable de ver salvo en la Davis.

Nadal seguro que volverá a ganar y repetirá la escena de ir a abrazar al rival, aunque dudo que lo haga con Djokovic. Le dará la mano y puerta. No se merece otra cosa. Que nadie esperen un gesto de complicidad. Ya no son amigos. Nadal se ha cansado del teatro del serbio.

No son amigos. Lo eran. Compartían jefe de Prensa. Ya no. Antes siempre ganaba Nadal. Ahora es Djokovic el que lo hace y se enteran los que están en la pista disfrutando del choque y todo el mundo por sus gritos y gestos. Uno gana y abraza al rival. El otro baila, canta, grita, busca la cámara y hasta se rompe la camiseta. Uno es capaz de volver a ser el número uno. El otro lo es y lo está demostrando desde hace un año. Uno tiene un grupo a su alrededor de personas normales. Las del otro dan 'miedo', menos su novia. Uno tiene a su lado a Nadal, exjugador de fútbol. El otro a Vlade Divac, exasesor de Ramón Calderón, además de gran jugador de baloncesto. Uno respeta a todos los compañeros de profesión. El otro se ríe de ellos. Como ven son dos maneras de ver el deporte y la vida. Una la de un tipo normal. La otra la de un excéntrico que rompe los valores del tenis y del deporte. Hablamos de Rafa Nadal y Nole Djokovic.

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