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España sigue siendo la mejor selección del mundo
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José Félix Díaz

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José Félix Díaz

España sigue siendo la mejor selección del mundo

España no supo estar a la altura del escenario, el ambiente y, especialmente, no acertó a contrarrestar el escenario montado por Scolari para derrotar a la

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España sigue siendo la mejor selección del mundo

España no supo estar a la altura del escenario, el ambiente y, especialmente, no acertó a contrarrestar el escenario montado por Scolari para derrotar a la campeona del mundo. Ese todo vale, tal y como demuestran las 25 faltas señaladas, demuestran que la selección de Del Bosque fue superada por juego, pero especialmente por la falta de capacidad para reaccionar ante un panorama tan claro de acoso y, sobre todo, derribo.

El mejor equipo del mundo, seguirá siéndolo pese a la derrota, debe aprender de la derrota y asimilar lo vivido. No es el momento de bajarse del barco ni mucho menos, pero sí de decir que Brasil dio una lección a la actual España, la mejor Selección que hemos tenido en la historia, y que sí era válida antes del inicio de la Confederaciones, lo sigue siendo pese a la cura de humildad sufrida en Maracaná.

Somos así y para muchos esta Selección ahora ya no valdrá nada. Error. Es la misma que asombró en la primera mitad ante Uruguay, que cumplió ante Tahití y Nigeria y que supo sufrir ante Italia. La misma. En los próximos días se hablará de revolución, de la necesidad de algún que otro cambio, pero todo pasa por saber mantener la calma, algo en lo que Del Bosque tiene un máster y ha aplicado durante muchos años.

Brasil tenía muchas ganas a España y ahí es donde empezó a ganar el partido. Los goles, los tres en momentos clave, fueron una demostración de que los partidos también se ganan antes de salir al campo. Scolari supo meter a sus jugadores en el partido. Del Bosque, no. Lo demuestran los goles en el minuto 2 de cada parte. Ahí es donde falló la campeona del mundo. Le dieron, le golpearon al cuerpo y a la moral y no hubo capacidad de reacción. Ni en el banquillo, ni los jugadores. Además, llama la atención lo que cuesta que España marque goles pese a que en los dos últimos campeonatos, el máximo goleador ha sido Fernando Torres.

Es el momento de estar con España. Este equipo se lo merece. Necesita algún cambio, pero el bloque tiene bagaje suficiente como para ser criticado desde el respeto. Sólo hay uno que no estuvo a la altura y no hablo sobre lo que pasó sobre el terreno de juego porque le tocó enfrentarse a un descomunal Neymar. Y es que nadie ha justificado la ausencia de Arbeloa en la entrega de medallas (Piqué fue expulsado del partido). Saber perder forma parte del decálogo del deportista.

Lo vivido hasta el domingo era un ensayo mezclado con dosis de reto que no han sabido jugar ni asimilar. Al menos ya saben cómo se las gasta la grosera selección brasileña y  la impertinente afición de la pentacampeona. La Roja es su enemiga, lo saben y todo lo español no estuvo ni estará bien visto. No respetaron a los jugadores españoles desde que pisaron Recife allá por el 11 de junio, ni a la hora de subir a por las medallas. Insultos, gritos hasta golpes han sido la recompensa recibida por el denominado público más entendido del mundo.

Ahora, España debe reaccionar y lo debe hacer en forma de clasificación para el Mundial, la que debe asegurar en septiembre en Helsinki. Si lo consigue, al menos, ya sabrá que en Brasil dentro de un año no la van a regalar nada. Ni a la campeona del mundo ni al resto de selecciones. Pero nada.

España no supo estar a la altura del escenario, el ambiente y, especialmente, no acertó a contrarrestar el escenario montado por Scolari para derrotar a la campeona del mundo. Ese todo vale, tal y como demuestran las 25 faltas señaladas, demuestran que la selección de Del Bosque fue superada por juego, pero especialmente por la falta de capacidad para reaccionar ante un panorama tan claro de acoso y, sobre todo, derribo.

El mejor equipo del mundo, seguirá siéndolo pese a la derrota, debe aprender de la derrota y asimilar lo vivido. No es el momento de bajarse del barco ni mucho menos, pero sí de decir que Brasil dio una lección a la actual España, la mejor Selección que hemos tenido en la historia, y que sí era válida antes del inicio de la Confederaciones, lo sigue siendo pese a la cura de humildad sufrida en Maracaná.

Somos así y para muchos esta Selección ahora ya no valdrá nada. Error. Es la misma que asombró en la primera mitad ante Uruguay, que cumplió ante Tahití y Nigeria y que supo sufrir ante Italia. La misma. En los próximos días se hablará de revolución, de la necesidad de algún que otro cambio, pero todo pasa por saber mantener la calma, algo en lo que Del Bosque tiene un máster y ha aplicado durante muchos años.

Brasil tenía muchas ganas a España y ahí es donde empezó a ganar el partido. Los goles, los tres en momentos clave, fueron una demostración de que los partidos también se ganan antes de salir al campo. Scolari supo meter a sus jugadores en el partido. Del Bosque, no. Lo demuestran los goles en el minuto 2 de cada parte. Ahí es donde falló la campeona del mundo. Le dieron, le golpearon al cuerpo y a la moral y no hubo capacidad de reacción. Ni en el banquillo, ni los jugadores. Además, llama la atención lo que cuesta que España marque goles pese a que en los dos últimos campeonatos, el máximo goleador ha sido Fernando Torres.

Es el momento de estar con España. Este equipo se lo merece. Necesita algún cambio, pero el bloque tiene bagaje suficiente como para ser criticado desde el respeto. Sólo hay uno que no estuvo a la altura y no hablo sobre lo que pasó sobre el terreno de juego porque le tocó enfrentarse a un descomunal Neymar. Y es que nadie ha justificado la ausencia de Arbeloa en la entrega de medallas (Piqué fue expulsado del partido). Saber perder forma parte del decálogo del deportista.

Lo vivido hasta el domingo era un ensayo mezclado con dosis de reto que no han sabido jugar ni asimilar. Al menos ya saben cómo se las gasta la grosera selección brasileña y  la impertinente afición de la pentacampeona. La Roja es su enemiga, lo saben y todo lo español no estuvo ni estará bien visto. No respetaron a los jugadores españoles desde que pisaron Recife allá por el 11 de junio, ni a la hora de subir a por las medallas. Insultos, gritos hasta golpes han sido la recompensa recibida por el denominado público más entendido del mundo.

Ahora, España debe reaccionar y lo debe hacer en forma de clasificación para el Mundial, la que debe asegurar en septiembre en Helsinki. Si lo consigue, al menos, ya sabrá que en Brasil dentro de un año no la van a regalar nada. Ni a la campeona del mundo ni al resto de selecciones. Pero nada.

Selección Española de Baloncesto