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España juega andando, pero es de necios dudar de Del Bosque y los suyos
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José Félix Díaz

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José Félix Díaz

España juega andando, pero es de necios dudar de Del Bosque y los suyos

Dos Eurocopas y un Mundial en seis años. Sería de necios enterrar a esta selección antes de pisar Brasil. Y, curiosamente, lo estamos haciendo en España

Foto: Vicente del Bosque en un entrenamiento de la Selección (Efe).
Vicente del Bosque en un entrenamiento de la Selección (Efe).

España está a un partido de presentarse en Brasil para defender esa estrella que desde hace tres años y medio lucen en el pecho los internacionales españoles y lo hace con incógnitas a su alrededor. El juego de sus últimos partidos, especialmente los de la extraña gira africana, levantan lógicas sospechas, pero no hay que olvidar lo hecho por estos jugadores. El problema es cuando esa mala imagen se antepone al crédito que esta selección merece.

Dos Eurocopas y un Mundial en seis años es algo que ningún país había logrado en la historia. Tres fases de clasificación sin derrota alguna y con sólo dos empates deben servir para ser optimistas, para creer en un grupo que ha demostrado manejar como nadie la presión de la gran competición. Sería de necios enterrar a esta selección antes de que pise Brasil. Y, curiosamente, lo estamos haciendo en España, cuando el respeto en todo el mundo se lo tiene ganado en base de su fútbol y de sus victorias.

El problema llega cuando esta España se cree que por el hecho de saltar al campo, de pasear la nueva camiseta de Adidas con la estrella grabada a fuego, vale para ganar. Los últimos partidos de Del Bosque y los suyos han significado un importante paso atrás. Andando nadie gana a ningún rival por mucho que el de enfrente sea el 119 del mundo, tal y como sucedía con Guinea Ecuatorial. Esa es la lección que la Roja debe haber aprendido. La tensión no se debe aparcar nunca porque la consecuencia es que llega Sudáfrica y te pinta la cara. Y es que España en estos dos últimos partidos jugó sin más. Se limitó a pisar el césped, saludar y jugar sin apenas espíritu competitivo.

Con Del Bosque la Selección no ha fallado a la hora de la verdad, en las fases finales. La respuesta en las últimas grandes citas ha sido positiva y, además, la lección de Maracaná ha servido para saber lo que espera durante el Mundial, que no es otra cosa que ser el enemigo público número uno y a una Brasil dispuesta a terminar con la oposición española con poco fútbol y muchos golpes. Y ahí FIFA estará dispuesta a ayudar a la felicidad del organizador. Ley del fútbol. No lo olviden.

El cuerpo técnico y los jugadores son conscientes de que la imagen ofrecida en los últimos partidos no es la que deben mostrar. Al menos estos amistosos han servido para que el diálogo regrese a la Selección. La vuelta de Xabi Alonso, necesario como el comer tanto en la Roja como en el Real Madrid, no ha alterado el ritmo en la concentración. Ahora sólo falta que cambie el paso sobre el terreno de juego y la Selección vuelva a jugar al fútbol, algo que no ha hecho en las últimas citas. Italia espera en marzo y después una gira por Oceanía, antes de pisar de nuevo Brasil.

España está a un partido de presentarse en Brasil para defender esa estrella que desde hace tres años y medio lucen en el pecho los internacionales españoles y lo hace con incógnitas a su alrededor. El juego de sus últimos partidos, especialmente los de la extraña gira africana, levantan lógicas sospechas, pero no hay que olvidar lo hecho por estos jugadores. El problema es cuando esa mala imagen se antepone al crédito que esta selección merece.

Vicente del Bosque