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El Real Madrid, un especialista en comprar a la segunda oportunidad
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Antonio Sanz

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El Real Madrid, un especialista en comprar a la segunda oportunidad

No es una ecuación ni una resultante exacta pero hay demasiados ejemplos como para comprender que si un jugador se empeña en salir de su club

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El Real Madrid, un especialista en comprar a la segunda oportunidad

No es una ecuación ni una resultante exacta pero hay demasiados ejemplos como para comprender que si un jugador se empeña en salir de su club de origen, la entidad peleará por aguantarlo una temporada más. Pero sólo un año más. Se ha convertido en cotidiano que cuando el entrenador o el presidente se enrocan en una actitud no negociadora, las partes terminan pactando la salida. El entrenador busca únicamente su presente porque es consciente de que no debe levantar la vista más allá del siguiente partido. El presidente examina concienzudamente el balance porque es consciente de que mantenerlo en la plantilla grava su cuenta de resultados ya que impera una mejora de contrato si al final consigues retenerlo. Con todo, sólo queda restar hojas del calendario en una campaña de concierto para cumplir con lo estipulado.

Todo esto viene para explicar los motivos por los que Daniel Levy, el factótum de los Spurs, ha decidido vender a Luka Modric al Real Madrid. Tarde, la adquisición se retrasó porque a Florentino Pérez le costaba admitir un coste tan alto por un jugador con escaso glamour y únicamente con conciencia futbolística pero decidida. Simplemente porque el croata ya forzó lo suyo doce meses antes. En agosto de 2011, Modric llegó a solicitar una figura que no vale para nada pero que pregona en público la intención del futbolista de cambiar de aires, el cacareado en Inglaterra ‘transfer request’ o solicitud de traspaso. El Chelsea lo intentó. Sin embargo, Levy no quiso reforzar al rico de la ciudad. Eso si, concretó con él que al siguiente verano aceptaría la propuesta que llegara a la sede del Tottenham. No sólo se aproximó nuevamente el Chelsea, también el Real Madrid y el París Saint Germain cortejaron al chico. La presencia de Mourinho en el banquillo y el asesoramiento altruista de Mijatovic facultaron la fuerza del nuevo destino. Los pulsos con la entidad londinense sólo aumentaban el precio.

No ha sido el único capricho de ‘Mou’. Si no le dieron el de Maicon, el Manchester City lo alejó del Bernabéu, Florentino le consintió el de Essien. No estaba en los planes la llegada del ghanés, pero la propuesta a Lass aceleró el movimiento y modificó los planes del Chelsea. Los de Abramovich estaban negociando con el Málaga y con el Everton, a la par, la cesión de Oriol Romeu. El joven ex del Barça contaba para Di Matteo como el tercer mediocentro defensivo, tras Obi Mikel y Essien. Sin embargo, la irrupción blanca modificó los planes y frenó de cuajo el primer objetivo por dos motivos: ahorro considerable en la ficha y un problema menos para el técnico que se evitará la amarga mirada del futbolista africano frente a la mirada algo más dulce del catalán. Con todo, dos refuerzos lejanos al encanto que arropa a la presidencia.

Para seguir con los ejemplos de salir a la segunda, nos detenemos en algunos de los más mediáticos y siempre con el mismo especialista: el Real Madrid. Los blancos siempre esperan y, excepto en el caso del hoy triste Cristiano Ronaldo, se han beneficiado de la pelea de los jugadores con otras entidades. El caso del portugués es bien conocido el infructuoso empeño de Ramón Calderón. Si bien, el ex dirigente dejó sentadas las bases con Jorge Mendes y éste con Ferguson para la salida del ‘7’. Pérez resolvió el histórico fichaje gracias al avance que habían mantenido el ex presidente y Sánchez, el director general que mantuvo el sillón. Algo semejante sucedió con Kaká. Calderón trató de sacarlo de Milán, pero resultó imposible. El Manchester City trató de comprar en río revuelto, pero Galliani y Kaká decidieron esperar a Florentino, quizá es la secuencia que algunos olvidan para entender que el brasileño sólo se marchará del Real Madrid cuando él quiera. El tercer caso del que salió beneficiado el club blanco es el de Xabi Alonso. El tolosarra enfrió su relación con Benítez a raíz de una disputa personal-profesional. Xabi no viajó a Italia para jugar ante el Inter porque nació su hijo Jon. Rafa nunca lo entendió y lo quiso enviar a final de curso a la Juventus. También lo intentó el Arsenal, pero Londres no satisfacía al entrenador madrileño para no reforzar a un adversario directo. Alonso se mantuvo firme, quiso esperar mejor meta y un año después vestía de blanco.

No es una ecuación ni una resultante exacta pero hay demasiados ejemplos como para comprender que si un jugador se empeña en salir de su club de origen, la entidad peleará por aguantarlo una temporada más. Pero sólo un año más. Se ha convertido en cotidiano que cuando el entrenador o el presidente se enrocan en una actitud no negociadora, las partes terminan pactando la salida. El entrenador busca únicamente su presente porque es consciente de que no debe levantar la vista más allá del siguiente partido. El presidente examina concienzudamente el balance porque es consciente de que mantenerlo en la plantilla grava su cuenta de resultados ya que impera una mejora de contrato si al final consigues retenerlo. Con todo, sólo queda restar hojas del calendario en una campaña de concierto para cumplir con lo estipulado.