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El histórico Hércules se desangra en Segunda bajo la batuta del iluso Suso
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Antonio Sanz

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El histórico Hércules se desangra en Segunda bajo la batuta del iluso Suso

Noventa años cumplidos el pasado 20 de octubre, ocho puntos como presente que lo ocupan en el vagón de cola de la categoría y un futuro

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El histórico Hércules se desangra en Segunda bajo la batuta del iluso Suso

Noventa años cumplidos el pasado 20 de octubre, ocho puntos como presente que lo ocupan en el vagón de cola de la categoría y un futuro deportivo que le puede conducir a Segunda división B, tras el pulso demostrado en este primer tercio del campeonato. Con dos tercios de vida concebida en lo que hoy llamamos fútbol profesional -61 años de esos 90-, los tiempos futbolísticos del arranque del nuevo siglo resultaron tenebrosos para una afición que teme que la enésima caída los devuelva al lugar que habitaban en 2005. Quien más y quien menos podían pronosticar, tras un verano histriónico, el desenlace de un Hércules que llegó a pelear por colarse nuevamente en Primera división y que tres meses de competición después ha invertido la tendencia con nueve derrotas en trece partidos.

El entremés herculano alza el telón en junio tras perder en Alcorcón las opciones de ascenso en el play off. El dueño de la sociedad anónima, que mantiene la empresa bajo una intervención judicial, reclama al director deportivo ejecutivo, a quien fichó a bombo y platillo doce meses antes, el retorno a casa de su yerno futbolista, que un año antes había sido recolocado en otro club porque su etapa pasó. La negativa, razonada y madurada, a la imposición provoca el destierro del empleado, que a su vez sostiene el cargo porque recibe el firme apoyo del administrador concursal, quien regatea a las presiones, gratifica el trabajo realizado y evita el despido. Preso de soberbia, el propietario maniobra nombrando paralelamente otro staff futbolístico que trabaja en paralelo hasta que entra en escena el nuevo presidente. A partir de este momento, la comedia, yo diría que tragicomedia, toma fuerza con la incursión del personaje estrella, el nuevo dirigente ejecutivo, antes asesor externo, que aterriza en Alicante con plenos poderes vinculados al propietario, que obviamente en la hoja de ruta admiten en la plantilla al yerno futbolista. El ingenio del nuevo guía conduce al club a un disparate deportivo que irrita a un pueblo que, asombrado, asiste a un despropósito diario. El desatino alcanza a un vestuario de jugadores que no cree lo que vive. Con decisiones de altas y bajas que han logrado debilitar al grupo, la acción es ahora sálvese quien pueda.

El reparto de papeles coloca como protagonista desde el pasado 6 de julio a Jesús García-Pitarch, el presidente ejecutivo, antes asesor externo. En el mensaje de bienvenida a todos los seguidores del Hércules, se mostró con las ínfulas que le arrastran allá por donde pisa. Entonces, consideró que se presentaba en una entidad donde reinaba el desasosiego, la intranquilidad, los nervios o la incertidumbre por descarrilar en la penúltima curva del ascenso. Prometía trabajo para recuperar la Primera división, al tiempo que presumía de ser capaz de cambiar esas sensaciones con que había sido recibido. Ese maldito augurio es el que ahora excita a la afición. No terminaba ahí su primitivo discurso -de este verano 2012-. También lanzaba puentes de unidad y compañerismo a todos: los de dentro y los de fuera, a todos los que sientan e integran el Hércules. Pero sus pasos se dividen entre el control financiero y el riesgo semanal del césped. En ninguna de las dos secuencias puede sacar pecho porque si el equipo es último en la tabla, ahora agrupa sus esfuerzos en convencer a la Junta de acreedores para que en el próximo mes de diciembre acepten las condiciones que presente y permitan a la entidad abandonar el concurso. La deuda ordinaria de 20 millones de euros debe satisfacerse en siete pagos anuales comenzando a purgar al final de la campaña 2013/14. Por si tuviera poco, la Liga de Fútbol Profesional le ha obligado a crear una comisión de seguimiento, a la que también se sumará un miembro del sindicato de futbolistas, que controlará los movimientos económicos con el objeto de validar, o en su defecto vetar, las operaciones que superen los 50.000 euros. Este paisaje no le impide, tal y como ya hizo en Madrid, dividir su estancia entre Valencia y Alicante.

La crisis futbolística nace de la doble planificación de la plantilla. Enrique Ortiz, el dueño, pone a trabajar a Pitarch, y éste a sus leales colaboradores, antes de solucionar la bicefalia deportiva. Con el ajuste presupuestario marcado por el administrador concursal, los recién llegados obligan a salir, entre otros, al máximo goleador del equipo, Vera, y a Sanchón, que no abandonaron gratis la casa. Tampoco continuaron Samuel, Abel Aguilar, Michel o Carlos Calvo. Sí busca refugio a dos de sus protegidos desde Madrid -Cabrera y Mérida-, además de firmar a jugadores desconocidos -Toti o Pere- o en horas bajas -Braulio o Sarpong- . El objetivo del presidente ejecutivo es limpiar el club de enemigos, que son quienes no comulgan con sus pensamientos. A la contra, busca aliados, entre periodistas y peñistas, para que éstos acosen a sus adversarios. Su delirio ha llegado al punto de controlar a algunos empleados del departamento de fútbol, otorgándoles una tarjeta que obliga a fichar en horario de oficina, además de blindar, tras realizar unas obras, su despacho y el área económica del resto de departamentos del club. La sombra de un expediente de regulación de empleo es la amenaza que utiliza a quien osa discutir sus directrices. Si es capaz de aparcar el concurso, pasará factura uno a uno a todos aquellos insumisos de su doctrina. Lo peor es que la paciencia del pueblo está colmada y ya lo apoda ‘Pierre Nodoyuna’, aquel personaje de dibujos animados de los míticos ‘Autos locos’ que fracasaba permanentemente en su intento de triunfar. 

Noventa años cumplidos el pasado 20 de octubre, ocho puntos como presente que lo ocupan en el vagón de cola de la categoría y un futuro deportivo que le puede conducir a Segunda división B, tras el pulso demostrado en este primer tercio del campeonato. Con dos tercios de vida concebida en lo que hoy llamamos fútbol profesional -61 años de esos 90-, los tiempos futbolísticos del arranque del nuevo siglo resultaron tenebrosos para una afición que teme que la enésima caída los devuelva al lugar que habitaban en 2005. Quien más y quien menos podían pronosticar, tras un verano histriónico, el desenlace de un Hércules que llegó a pelear por colarse nuevamente en Primera división y que tres meses de competición después ha invertido la tendencia con nueve derrotas en trece partidos.

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