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Messi se impacienta en un arranque demasiado convulso para su figura
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Antonio Sanz

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Messi se impacienta en un arranque demasiado convulso para su figura

El arranque del curso es convulso para Messi: a la llegada de Neymar, las rotaciones o sus problemas con Hacienda hay que añadir su renovación

Foto: Leo Messi (Efe).
Leo Messi (Efe).

El arranque del curso se antoja convulso para Lionel Messi. Sí, ha logrado frenar en seco, previo paso por la caja de todos, como todo hijo de vecino, el problema con el fisco. Sí, ha guardado la calma que acompaña el personaje tras detener sin estridencias las propuestas de cambio de aires que aterrizaron en el Camp Nou a modo de tentaciones. No se detiene aquí la agitación del verano. Sí, ha convivido con una encuesta dónde se cuestionaba -¿o no?- la continuidad a la pregunta de qué socio sin complejos vendería al astro argentino. Sí, ha acomodado su genio a verse relegado a la política de rotaciones impuesta por Martino y tan lejana al sempiterno mimo que recibía de Pep y de Tito. Y sí, ha recuperado el cuerpo de la primera dolencia sufrida con la pequeña rotura muscular en el cacareado bíceps femoral que tanto protagonismo acumula en el barcelonismo. Sin embargo, aún mantiene el pulso para la que será la séptima renovación como profesional en el FC Barcelona, a la vez que siente planear sombras, que antes no percibía, sobre su figura.

El FC Barcelona mantiene dos frentes abiertos en los despachos. Dos frentes candentes. Dos negociaciones arduas, de las que toca sudar, de las de cuadrar balances, pero sin poder dejar escapar a los futbolistas en cuestión. No hace tanto, Bartomeu, el hombre de Rosell para acometer los inicios, desvelaba que Andrés Iniesta ampliaría cinco años más con la entidad, pero el frente sigue abierto. De la extensión que se prepara para Messi todavía no conocemos la valoración que se hace. Lo seguro es que se trata de situar al mejor jugador del mundo en el escalón más alto. La irrupción de Neymar y el nuevo estatus económico de Cristiano Ronaldo obliga, una vez más, al Barça a retocar un contrato depositado en la caja fuerte azulgrana en febrero del presente año. Entonces se alcanzó un acuerdo hasta junio de 2018 con 250 millones de rescisión. Ahora, Messi no quiere tocar ni la fecha de caducidad ni la cláusula, tal y como sucedió en las negociaciones de los últimos días de 2012. Sólo pretende aumentar las cantidades pactadas hace unos meses. El club, por el contrario, consciente de que su nueva ficha puede rondar los 20 millones de euros anuales busca más años, para capitalizar el valor, y más protección, para asustar a los que hace algo más de un trimestre trataron de desestabilizar el escudo. Pero el acuerdo no termina de cerrarse y el chico se impacienta.

En estos meses -de julio hasta aquí-, Messi ha sufrido alteraciones ajenas a la vida sedentaria y facilona del futbolista. La primera tambaleó su presente. Hasta tres ofertas desembarcaron en las oficinas del club, según adelantó Mundo Deportivo. Una de las opciones que no fraguó, pero que se aproximó, resultó la que se planteó pagar los 250 ‘kilos’. Todo pasaba por una operación con múltiple acuerdo entre una multinacional de ropa y calzado deportivo -Adidas-, el club interesado -no desvelado aunque sí se contó en la información que viste esa misma marca- y una tercera empresa que ayudara a sopesar la tremenda carga económica que hubiera supuesto rubricar la acción. Además de esta ingeniería financiera elaborada, nadie descarta que planeen sobre el ‘10’ las grandes fortunas capaces de otorgarse el capricho de incluir en su nómina al mejor jugador del planeta. O bien, algún dirigente que ose escarmentar nuevamente al Barça. No obstante, el argentino optó por mantenerse en el club y en la ciudad que lo acogió siendo un niño, desoyendo las propuestas y aguardando a que el FC Barcelona reconozca cuanto antes su valor en el mercado.

La segunda alteración llegó desde la Administración estatal. La persecución de la Hacienda Pública -fuentes judiciales aportaron que el futbolista ha pagado 15 millones de euros para evitar el juicio por fraude fiscal en sus derechos de imagen-. Sin embargo, el doloroso paseíllo hasta los juzgados de Gavá provocó un despeño anímico. La llegada de Neymar provocó la tercera alteración al ser recibido el brasileño con un calor popular extraordinario. El nuevo ‘mesías’ le obliga a compartir títulos de crédito estelares, aunque el también sudamericano aún se reserva esa atención vip, bien aleccionado, para no incomodar al titular del trono. La encuesta realizada por la Junta directiva adjetivando si el futuro pasa o no por él y las rotaciones de Martino son los parámetros siguientes que han modificado el comportamiento del jugador.

Messi ha disputado trece partidos oficiales esta temporada, de los que únicamente siete han sido completos. La lesión muscular sufrida en Almería no se explica por el previo cuidado al que lo sometió el nuevo cuerpo técnico. Si en las etapas anteriores era inusual observar su pausado paseo hasta el vestuario antes del pitido final, con el ‘Tata’ esta regla cambió comprobándose en la jornada inaugural. A los setenta minutos del encuentro fue reemplazado incorporándose a la política de rotaciones como uno más. Pese a todo, su rendimiento con el gol no ha decaído: trece partidos, doce goles con dos ‘hat-trick’ ante Valencia y Ajax. Lo que no estaba previsto es que también modificara la ubicación en el campo. Previo pacto, probablemente no consensuado, Martino quiso conocer de Messi si se veía en otra posición que no fuera la del falso ‘9’. Su exposición en el Clásico fue la respuesta tajante al entrenador.

Y queda el Mundial. Dicen los que escuchan a Messi que es su gran obsesión del año. Para ser el mejor de todos los tiempos debe levantar el trofeo en el mítico Maracaná de Río de Janeiro, tal y como hicieron en su día Pelé y Maradona. Las dudas que sigue generando cuando viste la albiceleste provocan que enfoque Brasil con especial regusto. Es el otro gran reto que se ha marcado para este espacio de tiempo: coronarse como el rey del universo -y si es como el mejor pagado del mundo, pues mucho mejor-.

El arranque del curso se antoja convulso para Lionel Messi. Sí, ha logrado frenar en seco, previo paso por la caja de todos, como todo hijo de vecino, el problema con el fisco. Sí, ha guardado la calma que acompaña el personaje tras detener sin estridencias las propuestas de cambio de aires que aterrizaron en el Camp Nou a modo de tentaciones. No se detiene aquí la agitación del verano. Sí, ha convivido con una encuesta dónde se cuestionaba -¿o no?- la continuidad a la pregunta de qué socio sin complejos vendería al astro argentino. Sí, ha acomodado su genio a verse relegado a la política de rotaciones impuesta por Martino y tan lejana al sempiterno mimo que recibía de Pep y de Tito. Y sí, ha recuperado el cuerpo de la primera dolencia sufrida con la pequeña rotura muscular en el cacareado bíceps femoral que tanto protagonismo acumula en el barcelonismo. Sin embargo, aún mantiene el pulso para la que será la séptima renovación como profesional en el FC Barcelona, a la vez que siente planear sombras, que antes no percibía, sobre su figura.

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