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Lendoiro regatea al juzgado mientras Bankia medita regalar el Valencia CF
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Antonio Sanz

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Lendoiro regatea al juzgado mientras Bankia medita regalar el Valencia CF

El presidente del Deportivo quiere irse para no acabar ante un juez. A Bankia, máximo acreedor, sólo le interesa recuperar el dinero que prestó al Valencia

Foto: Augusto César Lendoiro, en una imagen de archivo (EFE)
Augusto César Lendoiro, en una imagen de archivo (EFE)

Uno hace las maletas después de veinticinco años y el otro espera la orden para deshacerlas. Son los polos opuestos del Fútbol patrio que en una semana, la misma, avista como el decano del sillón presidencial, Lendoiro, apuesta por marcharse para evitar acabar frente a un juez. Mientras, en Valencia se frotan la manos porque han encontrado un mecenas o quizá al mesías que con capa y sombrero quiere darle la vuelta a la desgastada economía valencianista.

Seis títulos, incluida una Liga, el ‘Centenariazo’ o las proezas difíciles de olvidar en la Liga de Campeones, son algunos de los legados deportivos que cede el presidente saliente. El Deportivo peleó de frente ante Real Madrid o FC Barcelona durante casi una década. En aquellos años casi nadie dudaba porque era admirada su manera de gestión, incluso el ejemplo del ‘Súper Depor’ recorrió la península. Sin embargo, se prestaba poca, o ninguna, atención al socavón financiero que cada día crecía y se hacía más profundo. Los éxitos futbolísticos se trasladaban a una justificada euforia que arrastraba a todos a mirar hacia otro lado. Hasta que hace un año, a Lendoiro no le quedó otra que decir basta y sujetarse con la ley concursal -ante una deuda de 160 millones de euros-. La Hacienda Pública lo arrinconó hasta asfixiarlo. No fue su peor noche. El impago a los futbolistas lo condujo a un callejón sin salida, que encontró gatera. Fue la madrugada del último 31 de julio. La amenaza de liquidación planeó por Riazor y a escasos minutos del cierre forzó a un acuerdo, tan inesperado como salvador, para que la entidad siguiera compitiendo en Segunda división.

Lo sucedido en Nochebuena es la respuesta a la amenaza del candidato más opositor, Tino Fernández. Este había anunciado que presentaría una querella contra Lendoiro por delito societario, lo que le hubiera llevado a defenderse ante un Juzgado de lo Penal. Y ésta es la parte que aterra a Augusto: pretende evitar a toda costa que se analicen en los tribunales las cuentas de su extenso periodo presidencial. Por eso, se defendió aludiendo que ese día los juzgados están cerrados -siempre queda abierto el de guardia- y que su marcha nada tenía que ver con esta amenaza. El anuncio de su renuncia a seguir al frente del Deportivo ha provocado una calma tensa. Es la primera consecuencia tras el golpe que recibió en la Junta de accionistas donde se reprobó su gestión y se rechazó la aprobación de las cuentas por primera vez en su etapa. Sin embargo, aún resta partido por jugar. El todavía presidente no va a permitir que nadie maneje la Junta de Acreedores del próximo diez de enero.

El eje de toda esta historia no es otro que la aprobación de un convenio de acreedores que Lendoiro pretende tejer como traje a medida para evitar la liquidación de la sociedad con una quita inferior al 33% para eludir la llamada pieza de calificación del concurso;lo que es lo mismo, evitar así que sea declarado culpable eludiendo futuras responsabilidades. La lectura de la derrota sufrida el día 20 de diciembre en la Junta de Accionistas es el plebiscito inesperado. Era seguir o marcharse. La cruel caída le otorgó el aviso necesario para entender que el deportivismo pretende un cambio. El mismo dirigente que también hará todo lo posible para evitar que su enemigo íntimo -hasta hace bien poco manejaba sus acciones- ocupe el sillón vacante desde el 22 de enero.

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Con todo, el juez que tutela el concurso en ACoruña tendrá la última palabra. Para poner, quitar, aplazar o lo que determine. Los deportivistas, en manos de la Justicia y los valencianistas, en manos de los banqueros. La propiedad del Valencia CF se dirime estos días navideños. Entre polvorón y cordero, un millonario de la República de Singapur aguarda el desenlace definitivo antes del 15 de enero. Esa es la fecha tope que han marcado los asesores de Peter Lim para desembarcar o no en el futuro de Mestalla.

Amadeo Salvo, el presidente que mantendría el puesto si se acepta la oferta del magnate asiático, reconoció en agosto que la deuda neta del Valencia CF ascendía a casi 276 millones de euros, tras un esfuerzo de reducir 66 ‘kilos’ en los últimos años. Ahora, Salvo, también en rueda de Prensa, y tras recibir la estocada del máximo acreedor tras anunciar que está en venta la sociedad anónima deportiva, se decantó por mantener el sillón que ocupa tras rendirse en los brazos de Lim -calificó la propuesta como “extraordinaria”-. La cuestión es cuánto dinero va a invertir el aspirante a nuevo propietario en la compra de las acciones. Lógicamente a Bankia, máximo acreedor, sólo le interesa recuperar el dinero prestado, liquidar la deuda. El resto de intereses son los que defiende Salvo, quien expuso que el inversor cubrirá el dinero que debe el club y su fundación con el banco, más el compromiso público para concluir la construcción del nuevo estadio y gastar, el gancho para la afición, entre 30 y 40 millones para reforzar el equipo y tratar de colarlo en la Champions. Por tanto, el cargo de la deuda es el único precio que el Consejo propone para que se venda el Valencia CF. Lo del estadio, largo se fía, y el desembolso en fichajes en este mercado de invierno no es tan desorbitado.

Pero a quien sí ha cautivado Lim, además de a Salvo, es a Pizzi. El nuevo entrenador, campeón con San Lorenzo en Argentina, ha sido convencido por Ayala, el nuevo ayudante de Rufete, quien entró en el club por las categorías inferiores hasta que derrocó a Braulio y se apoderó de todo el poder deportivo de la entidad. A Pizzi le han contado que el nuevo proyecto merece la pena y que estaba loco si despreciaba el banquillo del Valencia CF, lugar que recientemente ocuparon dos imberbes, Pellegrino y Djukic, que acabaron mordiendo el asfalto. Lim, que según algunas fuentes va a invertir menos dinero que la deuda neta de la entidad, aguarda para posicionarse tras intentarlo en Anfield y en el Calderón. En Liverpool no alcanzó un acuerdo con el banco (situación que ahora podría repetirse) y en Madrid no le concedieron la mayoría de la propiedad que reclamaba. Ahora apuesta porque Valencia se convierte en su estación definitiva.

Uno hace las maletas después de veinticinco años y el otro espera la orden para deshacerlas. Son los polos opuestos del Fútbol patrio que en una semana, la misma, avista como el decano del sillón presidencial, Lendoiro, apuesta por marcharse para evitar acabar frente a un juez. Mientras, en Valencia se frotan la manos porque han encontrado un mecenas o quizá al mesías que con capa y sombrero quiere darle la vuelta a la desgastada economía valencianista.

Peter Lim Valencia CF
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